La novela intenta elaborar un diagnóstico acerca de la realidad en que vivimos, afirma
La obra le valió a la también doctora en filología el premio Herralde de literatura
Marta Sanz considera una obligación de los autores elaborar novelas de calidadFoto cortesía de UANLeer
Mónica Mateos-Vega. Periódico La Jornada
Las manifestaciones culturales de prestigio o canónicas, por llamarlas de alguna manera, han cambiado de estatus en años recientes para volverse cada día más intrascendentes. Se acercan más al mundo del espectáculo, alejándose del ámbito de la educación, de la formación de valores y de lo ideológico.
Esa es la inquietud principal que llevó a Marta Sanz (Madrid, 1967) a escribir Farándula, novela con la que ganó en noviembre el premio Herralde (en su edición 33), el cual es convocado por la editorial Anagrama en Barcelona, España, y dotado con 18 mil euros.
De visita en México para participar en la feria del libro UANLeer 2016, de Monterrey, la doctora en filología dice en entrevista con La Jornada que su relato intenta elaborar un diagnóstico acerca de la realidad que vivimos.
Traté de darle una lectura política a mi propia fascinación por el brillo, la purpurina y las lentejuelas del mundo de la farándula, pues sucede que incluso las manifestaciones culturales que consideramos deplorables, las peores del consumo televisivo o basurosas, terminan formando parte de nuestra vida.
La protagonista del relato es Valeria Falcón, una actriz más o menos reconocida que cada semana visita a una vieja gloria del teatro, Ana Urrutia, quien vive en la miseria y el desamparo. No falta la joven aspirante a estrella de la pantalla grande, Natalia de Miguel, que enamora al cínico crítico teatral Lorenzo Lucas.
Es un texto borde, divertido, triste, puntiagudo, urgente. Marta Sanz no se parece a ningún otro escritor de este país (España). Utiliza la risa como herramienta de diagnóstico, considera Anagrama en la presentación del libro.
Sanz insiste en que es un deber escribir novelas de calidad, “frente a esos lectores que sólo compran libros para satisfacer sus expectativas de consumo y su nivel de prestigio social, para divertirse o pasar el rato.
“Debemos también ser lectores de calidad frente a ese lector clientelizado, que no quiere que le saquen de su zona de confort, ni que la literatura le genere conflictos morales o ideológicos, ni que le plantee preguntas. Debemos atrevernos con nuestras lecturas y con lo que escribimos, hacer y buscar libros que nos remuevan por dentro, que nos golpeen.
“Como lector y como escritor debemos arriesgarnos, abrir los ojos y atrevernos a formular preguntas que a veces hacen daño. Ese es uno de los temas fundamentales de Farándula, el cómo la lucidez y el sentido crítico pueden hacer daño, sobre todo en un mundo en el que cada vez parece que lo que prima es una suerte de felicidad acrítica”.
Autora de las novelas Los mejores tiempos (Premio Ojo Crítico 2001), Susana y los viejos (finalista del premio Nadal 2006) y La lección de anatomía (2008), entre otros, Marta Sanz también escribe poesía.
Farándula, añade, le ayudó a darse de cuenta “de todas las contradicciones, incertidumbres y miedos que experimento como sujeto activo en los oficios culturales. Porque me siento en una posición que está a caballo entre el privilegio y la vulnerabilidad ya que la sobrexposición por una parte es algo muy bueno, ya que permite llegar a muchos lectores, pero al mismo tiempo es muy malo porque te convierte en el objeto de las críticas y resentimientos ajenos.
Todos los libros que escribo son máscaras con las que me desnudo como ser humano; eso es duro, pues considero que al final toda la literatura termina siendo autobiográfica, pues un autor nunca renuncia a su género, a su clase, a su condición social, a sus orígenes o nivel cultural, y eso se refleja en la ficciones que se van pergeñando a lo largo de la vida.
Feliz por haber recibido el prestigioso premio Herralde, pero con poco tiempo para trabajar en su siguiente proyecto literario, debido a los viajes de promoción de la novela, Marta Sanz explica que “disfruta este momento por el privilegio que significa formar parte de esa nómina de autores que es espectacular. Me ayuda porque se ha hecho visible una carrera ya de 20 años a mis espaldas tengo ya 13 novelas.
Es un estímulo fundamental, pero a partir de aquí hay casi que partir de cero, seguir escribiendo las historias que quiero escribir y no autocensurarme condicionada por las expectativas que genera el haber ganado un premio, o el tener que vender un determinado número de ejemplares. Ese es mi reto personal, lo que he hecho siempre, concluye la escritora.