La obra del artista es una especie de exilio exterior e interior, opina Manuel Borja, director del museo
Ocupa hoy un espacio singular y paradójico en el arte del siglo XX, dice curadora
Armando G. Tejeda, Corresponsal. Periódico La Jornada
Madrid.
El pintor cubano más internacional del siglo XX, Wifredo Lam, fraguó a lo largo de su vida una doble condición: era el máximo exponente de una pintura mestiza, capaz de unir las tendencias estéticas en boga en la Europa de las vanguardias con su visión caribeña, isleña y profundamente cubana, al mismo tiempo que fue un indagador infatigable de los colores, las formas, los sonidos del lienzo.
Por primera vez, el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía exhibe una magna retrospectiva del artista.
Wifredo Lam nació en Cuba, en 1902, en el seno de una familia afrocaribeña, y murió en París, donde residió buena parte de su vida, en 1982. Era un hombre espigado, de rasgos negros y andar elegante, tanto al caminar como en el trazado de su pincel. Y fue, gracias a su empeño por buscar el sincretismo entre vanguardias europeas y el simbolismo africano o caribeño, el artista cubano de referencia del siglo XX.
Para rendir homenaje, pero sobre todo para reinterpretar y actualizar su visión del arte, se decidió exponer una amplísima antología, en la que se documentan prácticamente todos los pasos del autor cubano, desde sus orígenes de dibujante y creador de carteles hasta sus años de artista consagrado que era además referencia teórica y estética de los movimientos de vanguardia como el surrealismo.
De Madrid a la capital británica
La exposición montada en el Reina Sofía se alojó por primera vez en el George Pompidou de París, pero en una versión más reducida, ya que la de Madrid se ha reforzado con la presencia de obras de sus primeros tiempos en España y de los años 40 del siglo pasado. Posteriormente, la muestra viajará a la Tate Modern de Londres.
Según el director del Reina Sofía, Manuel Borja, la obra de Lam tiene relación con muchos lugares a la vez, en una especie de exilio exterior e interior. Su obra cobra su sentido más pleno en el contexto de las nuevas narraciones sobre la modernidad y la incorporación a dichos relatos de capítulos antes considerados, de manera reduccionista, periféricos.
El recorrido de la muestra está dividido en cinco grandes bloques; trata de resituar la obra de Lam dentro de la historia del arte internacional, así como prestar especial atención a las progresivas etapas de un trabajo construido entre España, Francia, Italia y Cuba, aunque también en los años marcados por sus viajes a Egipto, India, Tailandia y México, que le sirvieron de inspiración.
La curadora de la exposición, Catherine David, explicó que la obra de Lam ocupa hoy un espacio singular y paradójico en el arte y la historia del siglo XX, como ejemplo de las múltiples circulaciones de formas e ideas surgidas en el contexto de las vanguardias, los intercambios y movimientos culturales internacionales y trasnacionales que constituyeron el modernismo en el sentido amplio, mucho antes de que se plantease la globalización en la década de 1990.
La exposición Wifredo Lam en el Reina Sofía concluirá el 15 de agosto y luego viajará a la capital británica.