Por Notimex. La Jornada
Ciudad de México. El amor y la forma en que Juan Rulfo (1917-1986) lo plasmó en un sin fin de cartas es el hilo conductor del libro Cartas a Clara con el que la Secretaría de Cultura federal recuerda al autor de Pedro Páramo, a 99 años de edad, que habría cumplido este lunes.
Dichas cartas fueron reunidas en 2014 por editorial RM, como parte del Programa de Coediciones de la Dirección General de Publicaciones (DGP) del entonces Conaculta, y hoy dan fe de que el amor fue cosa seria para Rulfo, una fuerza imprescindible que nutrió su existencia.
Así lo deja ver en las 81 cartas que envió a Clara Aparicio, con quien se casó en 1947 y con quien mantuvo una historia de amor que perduró hasta el fallecimiento del autor de El llano en llamas, en 1986.
De acuerdo con la dependencia, la historia de Juan Rulfo y Clara Angelina Aparicio podría ser descrita como literaria desde un principio, él era 11 años mayor cuando la conoció y se cuenta que al quedar prendado de ella comenzó a investigarla, al grado de hacerse pasar por empleado de la oficina de migraciones para acudir a su casa y obtener información.
Aquella historia de amor y de cortejo seguiría varias etapas, pues Rulfo solía dar obsequios y pagar desde el anonimato los helados de Clara y sus amigas, hasta que fue confrontado por los padres de ella y les pidió permiso para cortejarla.
Poco antes de partir de Guadalajara hacia la Ciudad de México, Juan le pidió que fuera su novia, y tras conocer su respuesta afirmativa comenzaría la correspondencia que ella guardó durante años como uno de sus más grandes tesoros, porque en ella el escritor mexicano plasmó sus más profundos sentimientos.
Para el cineasta Juan Carlos Rulfo, lo escrito por su padre está lleno de emociones visuales.
“Están llenos de esas pequeñas sensaciones que te hacen transportarte a un momento, son esos pequeños instantes que seguramente todos conocen y todos tienen en su intimidad y que a veces parece que no valen la pena decirlos porque uno las guarda por mucho tiempo”.
En ese intercambio epistolar, Juan Rulfo da muestra no sólo de su profunda imaginación, sino de su capacidad para compartir a Clara todo un universo visual a través de las palabras.
La voz de su padre, añade, siempre está presente más allá de su literatura, a través de las vivencias que rodearon a su vida.
“Uno añora una carta escrita con el puño y letra, no un mail por Internet, no un chat, no un twitter, no, nada de eso que es efímero, sino esa carta que él escribe. Uno se da cuenta que existen muy pocas cosas físicas de alguien, está el zapato pero está inmóvil; están sus libros, pero están impresos, y en ese momento comienza esa valoración de todo ese material.
“Lo único que me queda después de ver los zapatos o los libros, o de escuchar a mi madre que me cuenta historias de su vida, son esos textos que tienen que ver con algo mucho más universal”, agregó Juan Carlos Rulfo.