Arqueología Mexicana
Para comprender la complejidad de la antigua ciudad es necesario abandonar el área de monumentos –delimitada por el circuito empedrado– y dirigirse a alguno de los mal llamados “palacios”. Casi todos los teotihuacanos vivían en grandes conjuntos de departamentos, como los que hoy día pueden visitarse en La Ventilla, Tetitla, Atetelco y Tepantitla. Se trata de residencias multifamiliares de cal y canto que alojaban entre 20 y 100 individuos. La calidad de sus materiales y el enorme esfuerzo que implicó su erección nos hablan del relativamente elevado bienestar de la población urbana.
En tiempos del máximo esplendor, Teotihuacan contaba con más de 2 000 conjuntos de departamentos, todos de planta rectangular y de un solo nivel y techos planos.
Desde la calle era prácticamente imposible enterarse de lo que acontecía dentro de los conjuntos de departamentos, pues estaban delimitados por altos paredones en talud, carentes de ventanas y con accesos estrechos. Cada departamento está compuesto por cuartos en torno a patios porticados que permitían la entrada de la luz, la captación de agua pluvial y la ventilación. Contaba con sus propias áreas de estancia y reposo, de preparación y consumo de alimentos, de almacenamiento de materias primas y víveres, de trabajo, de culto y enterramiento, y de desecho. Había, además, áreas compartidas por todos los departamentos del conjunto, asociadas generalmente al ritual. Estas áreas comunes constaban de amplios patios con altares centrales y templos piramidales. En algunos conjuntos había áreas específicas para la crianza de animales y otras que quizás eran destinadas a la servidumbre. Estudios recientes hacen suponer que los habitantes de un conjunto no sólo pertenecían a la misma etnia, sino que estaban emparentados entre sí, desempeñaban un oficio común y rendían culto a un mismo dios patrono.
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Tomado de Leonardo López Luján, Guía básica. Teotihuacan, estado de México, Editorial Raíces.