Excélsior
RAFAEL MIRANDA BELLO/ ESPECIAL
CIUDAD DE MÉXICO.
El escritor estadunidense Herman Melville (Nueva York, 1819-1891) publicó por primera vez, de forma anónima y en dos partes, la novela breveBartleby, el escribiente: Una historia de Wall Street, en la revista Putnam’s Monthly, a finales de 1853. Sin embargo, esta historia que, en opinión de la narradora Ave Barrera (Guadalajara, 1980), “explora un singular rincón del alma humana”, quedaría incluida con ligeras correcciones en el libro The Piazza Tales, que Melville dio a la imprenta en 1856.
A sus páginas, que tienen como parte medular la negativa de Bartleby, “un copista de insulsos documentos legales que, de buenas a primeras, decide no hacer nada”, Barrera llegó cuando estaba en preparatoria: “Compré la edición del sello La nave de los locos, traducida por Borges, tan austera y tan viejita que ya para entonces las páginas eran del mismo color que las galletas María. Como siempre he sido impaciente se me hizo fácil saltarme el prólogo de Borges para ir directo al inicio del libro. Cuando vi que hablaba de oficinas grises, amanuenses pardos y paisajes descoloridos pensé: como que le da un aire a Kafka, ¿no se lo habrá fusilado? A esas alturas de la vida uno se puede permitir cierta ingenuidad”.
Cajón de sastre del pensamiento existencialista, y antecesor de una postura literaria que ahora se reconoce como propia de Kafka y Beckett, Bartleby es un libro que permitió a la escritora jaliscience “tener una aproximación vital a categorías filosóficas que, en abstracto”, dice, “tal vez no hubiera comprendido nunca. No todos nacimos leyendo a Sartre en francés. Me parece que este es uno de los grandes valores de la literatura: aunque no es necesariamente funcional (uno no lee novelas para aprender), uno siempre acaba aprendiendo de las novelas que lee, de convivir con personajes inquietantes”.
Y si bien es una obra en la que el narrador –ese “desconcertado y candoroso patrón que evoluciona a la par del escribiente”– tiene tanta importancia como el protagonista, de acuerdo a Barrera, Bartleby está diseñado para que nos enamoremos de su inexplicable tristeza, de su nihilismo zen. Hay mucha mística detrás de su silencio, de su abulia. Pero con todo y su apariencia, solitaria y gris, es asombrosa la fuerza con que mantiene su postura negativa ante toda petición de su patrón. Con una sola frase (I would prefer not to) rompe con absolutamente todo: la paciencia, la normalidad, una estructura social jerárquica, la lógica, los esquemas de autoridad, de ética, de sentido común”.
La autora de Puertas demasiado pequeñas –con la que ganó el Premio Latinoamericano de Primera Novela Sergio Galindo 2013–, reconoce el afecto que tiene por la obra de Melville: “Admiro mucho su capacidad para crear personajes simplísimos (oficinistas, marineros o cazadores de ballenas) cuya sique tiene, no obstante, una profundidad abismal. Creo que lo sabroso de leer a Melville es la posibilidad de ir descubriendo nuevas capas en el significado del texto, conforme nos vemos reflejados en esos personajes. Tal vez no somos balleneros pero todos hemos sentido alguna vez esa rabia extraña que nos hace querer derribarle de un manotazo el sombrero a la gente (pienso en un equivalente moderno para eso y me imagino tirándole el celular a los phubbers que van alienados por la calle). No somos amanuenses pero todos hemos tenido ganas de decir: Preferiría no hacerlo”.
En cuanto a la situación actual del género de la novela corta, Barrera concluye: “Hay una tendencia editorial hacia las novelotas de 300 páginas o más, como si la literatura se valuara por kilo. Sé de casos en que buenas novelas han sido rechazadas por no tener suficientes cuartillas, o bien, los editores le aumentan el tamaño a la tipografía. ¿En serio creen que los lectores somos tan tontos para creer que compramos mucho libro sólo porque es mucho papel? Tasar el valor de una obra literaria por su extensión me parece una tontería. Una novela bien contada se desarrollará en la cantidad de páginas que sea necesario, ni una palabra más, ni una palabra menos”.