Carlos Paul. La Jornada
La escritora Elena Poniatowska durante la plática. Foto Marco Peláez
Ciudad de México. A 100 años de su nacimiento Elena Garro por su trayectoria como narradora y dramaturga es más que importante, es por sí sola todo un género literario, expresó Elena Poniatowska, para concluir la mesa de reflexión Coloquio El tiempo de la dicha: la lectura de Elena Garro, que se realizó el domingo en la Sala Manuel M. Ponce, del Palacio de Bellas Artes.
Sobre la personalidad, trayectoria y obra de Garro, Poniatowska explicó: “He preferido quedarme con la Elena Garro de mi juventud: gallarda, avasalladora, que seducía con sólo hacer su entrada”.
La ganadora del Premio Cervantes de Literatura 2014, evocó la relación que mantuvo con la autora de Un hogar sólido. “La conocí como una droga, con necesidad de angustia. Las cosas tenían sentido sólo si ella aparecía, si me dirigía una palabra o una mirada, con su voz casi inaudible, porque hablaba en voz muy baja. Cuando ella me hablaba yo sentía que la virgen me hablaba, por eso comprendo que Patricia López Lopategui, le reverencie como a una santa de iglesia”.
Elena Garro era nuestro Juan Rulfo femenino, la gran escritora mexicana, la que todo lo poetisa y lo transforma, abundó Poniarowska. “Elena fue contradictoria a más no poder. Al igual que sus personajes, que son ella misma, se definió mejor que nadie al decir que era una partícula revoltosa. Hechizó, pulverizó y domesticó a muchos enamorados. Si hubieran sido gatos todavía estarían vivos, para hablarnos a maullidos del sortilegio que ejerció sobre ellos”.
Elena Garro “siempre fue la Señora en su balcón y Monsiváis la consideró la mejor dramaturga. A mi mamá le cayó bien, por no quererse dar tanta importancia. Lo curioso es que a 100 años (de su nacimiento), es más que importante, es por sí sola todo un género literario”.
En la mesa de reflexión también participaron las escritoras e investigadoras Luz Elena Gutiérrez de Velasco, Sandra Lorenzano, Sara Sefchovich, Sara Poot Herrera y Jacobo Sefami como presentador; quienes hicieron distintas lecturas de la obra literaria de Elena Garro.
Gutiérrez de Velasco se refirió sobre todo a las cuatro novelas cortas escritas al final de su vida, tituladas Busca mi esquela, Primer amor, Un traje rojo para un duelo y Un corazón en un bote de basura.
El rechazo o descalificación, que en un principio se le tuvo a esos trabajos literarios, se atribuyen a consideraciones estéticas, sin embargo, para Gutierréz, esas obras no deben ser consideradas prescindibles de toda la narrativa de Garro, ya que se interconectan entre sí, a la manera de un gran mapa, que configura las obsesiones temáticas y estrategias discursivas de la autora, explicó la investigadora. “Se tratan de textos separados del resto por no satisfacer las exigencias de la autora en un momento dado de su producción o bien, porque presentaban problemas por su transparencia autobiográfica. De ahí que vale la pena su análisis para leer entre líneas una historia de censura o autocensura.”
Lorenzano desarrolló la idea de cómo una relación de amor, cariño o afecto se vuelve literatura. Se refirió a las únicas dos veces que se encontraron Elena Garro y Adolfo Bioy Casares, en 20 años, en 1951 y 1956, y a las casi 100 cartas que intercambiaron. “Romance que ha quedado como tema literario en las novelas Testimonio sobre Mariana, La pérdida del reino y El sueño de los héroes”.
Lorenzano igual habló sobre esa “intimidad que se vuelve literatura”, entre Garro y las poetas y escritoras Ninfa Santos, Silvina Ocampo y Alejandra Pizarnik.
Sefchovich explicó la existencia de dos escritoras distintas, que poco tienen que ver entre sí. “Elena Garro Uno, la autora de Los recuerdos del porvenir y La semana de colores y Garro Dos, la autora de Andamos huyendo Lola yTestimonio sobre Mariana.
“En la primera está la vida mexicana con toda su mezcla de realidades, mitos, tiempos, vivos, muertos. Está la mujer que entiende que vale la pena sacrificarlo todo por el amor. Están todas las mujeres: las nanas, las madres, las hermanas, las novias, las esposas que esperan y callan.
“La Garro dos, es completamente diferente. Es la autora de la locura, la más perseguida por fantasmas, la que tiene necesidad de huir, la que va errante con su hija, gatos y abrigos, de un lugar a otros. Aspectos intensos y conmovedores que ella llamó: su vida y un mundo de sombras”.
Sara Poot Herrera, consideró igual no centrarse en los avatares de la vida personal de Garro. Sin embargo, se refirió al tema de la huida en algunas de sus obras. Destacó su capacidad y versatilidad creativa, como uno de los cánones de la literatura mexicana. “Su propuesta no consisten en recordar el pasado, sino en saber que la dicha está en un tiempo que no es cronológico, es otro tiempo, es el tiempo por venir. Tratándose de nuestra escritora podríamos decir ni hay mayor amor en la memoria que recordar el tiempo de la dicha, la lectura de Elena Garro”, concluyó Poot Herrera.