Itzel Fernández Ortega. Algarabía
Este artista ensambla elementos que funcionan como pinturas, aunque al parecer no lo sean.
Boris Viskin es un artista mexicano que nació en 1960 y pertenece a una generación de pintores cercanos al arte, con notable profesionalismo. Su niñez transcurrió en la Ciudad de México, pero su juventud sucedió en Israel –Jerusalén, Tel Aviv y Kibutz Galed–, posteriormente pasó tres años en Florencia, Italia, donde comenzó formalmente su carrera pictórica.
En 1985 regresó a la Ciudad de México y formó parte de los talleres de grabado y litografía de la Academia de San Carlos. Desde 1984 comenzó a exponer sus obras tanto en México como en el extranjero.
Según ha relatado él mismo, su primer encuentro con en arte fue a través de la religión católica.
Tres imágenes que colgaban de la pared provocaron que ligara la belleza y el dolor, a partir de entonces, según confiesa: «lo divino y el arte están ligados para mí de manera indisoluble. Por más mundano que sea el tema, si me conmueve, esa emoción la vivo como una iluminación, como una aparición».
Autorretrato constructivista; colección del Museo de Arte Moderno
Esa iluminación también llegó cuando supo desde temprana edad que las imágenes y el espacio eran un mundo más sólido y seguro para él. «La pintura, con todas sus limitantes, ha sido para mí el medio ideal para hilar mis múltiples y contradictorias personalidades. A ratos me siento un cavernícola intuitivo; a ratos, un artista conceptual».
Boris es un artista bastante culto, ha estudiado la historia del arte por lo que las figuras protagónicas de sus obras representan una gran influencia para él.
Sin embargo, para Iñaki Herranz, curador de arte moderno, Viskin «no cae en la paráfrasis ni en el pastiche, sino en la actualización de lenguaje que puede ser entendido como homenaje». Sí, el trabajo de Viskin se nutre de innumerables alusiones a obras maestras o artistas –pintores, cineastas, músicos y escritores– que participan con diversos propósitos, quizá el más notable sea el de concederles un nuevo significado.
El cementerio de los dibujos; colección del Museo de Arte Moderno
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Evidentemente el tema más recurrente en sus obras ha sido la historia del arte, pero también ha abordado diversas materias como la fe, los autorretratos, el jazz, los caminos, la integración de objetos, juegos de palabras y el lenguaje. De esta manera, Viskin es incluso un compositor, ensambla elementos que funcionan como pinturas aunque al parecer no lo sean. Para lograrlo, uno de sus recursos es el collage o los relieves con técnicas mixtas que nos hace recordar el constructivismo.
Además, la característica primordial de sus composiciones es que son antisolemnes, destacan por su humor e ironización de los temas tratados.
El ingenio de Viskin cuestiona la definición y el carácter absoluto de la belleza. Aunque pertenece a cierta generación de artistas, su obra es diferente a la de sus contemporáneos ya que el carácter de su pintura es abiertamente conceptual. Es una pintura que va más allá de los límites porque mezcla con toda libertad diversas formas discursivas.
La aparición del arte moderno; colección del Museo de Arte Moderno
Actualmente, el artista ha llegado a su madurez, lo muestran sus obras en las que cada vez se requiere de una apreciación particular. Las obras invitan a un ejercicio de contemplación en el que es difícil interpretar su concepto de belleza con un sólo vistazo. Para Boris, en sus obras la belleza no es una cosa manifiesta, sino una consecuencia de la mirada de su espectador.