La Jornada de Oriente
Paula Carrizosa
El arte del artista de origen polaco Sigmar Polke (1941–2010) es una historia de las transformaciones, señaló Reinhard Maiworm, director general del Goethe Institut. La afirmación se dio en un sentido: en que este creador contemporáneo, uno de los más importantes de la segunda mitad del siglo XX, es difícil de definir, ya que siempre que presentaba una nueva serie presentaba también un nuevo estilo, haciendo que la Historia del arte tratara de definirlo en vano. “La vanguardia era él”, atinó a decir.
Maiworn es el responsable, en el marco de año dual Alemania– México 2016–2017 y en colaboración con el Museo Amparo, de lograr una exhibición en Puebla integrada por 40 gouaches, creados en 1996, en los cuales el artista tematiza el acto de dejar que el color gotee y fluya.
Titulada “Sigmar Polke. Música de origen desconocido”, el título de la exposición refiere incluso al carácter del artista: “Es un título típico de él, quien va abriendo la fantasía, haciendo algo poético”. Ello, agregó Maiworn, porque las 40 obras mostradas en Puebla oscilan al mismo tiempo entre “algo muy claro” –escenas y personajes bien definidos, claros y producidos, y por otro lado hay una deformación, una zona en la que fluye el color.
Al lado de Ursula Tech, coordinadora general del programa dual, y del director del Museo Amparo, Ramiro Martínez, Maiworn explicó que Sigmar Polke se coloca como uno de los artistas más importantes de Alemania, tanto que “en 100 o en 200 años cuando se reevalúe el siglo XX uno de los nombres que sobrevivan, que no serán tantos, será el de este artista” que falleció de cáncer a los 69 años.
Mencionó que la exposición en Puebla se debe a la colaboración establecida con el museo como parte año dual y demuestra que las relaciones no se hicieron solamente en la Ciudad de México, sino que se extendieron a otras 13 ciudades del país con un programa multifacético.
La muestra Sigmar Polke. Música de origen desconocido, que abrió este fin de semana, permanecerá en exhibición hasta el 30 de enero de 2017. Después se mostrará en el Museo de Arte Moderno en la Ciudad de México y posteriormente en el Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca.
Polke hace campos de la imagen incontrolables e incontrolados
Sigmar Polke, expuso la historiadora del arte Laurence Le Bouhellec, es un artista que juega un papel completamente aparte en el arte alemán, pues ocupa un lugar sui generis, y es en esa circunstancia donde radica la dificultad de clasificarlo.
Polke, explicó, es uno de los artistas experimentales más reconocidos que se forma en la Alemania del Oeste –en la Academia de Bellas Artes de Düsseldorf–, al amparo del “rebote del popestadunidense” y formando parte de un movimiento artístico que contrarrestó al realismo socialista que imperó en la Alemania comunista durante la división del país europeo. “Forma parte de los artistas que retoman esta idea del realismo socialista al revés y se lanzan al arte de manera diferente. Polker surge en la escena del arte europeo como parte de un grupo que interactúa durante tres o cuatro años, hasta que se separan en 1964”.
Polker, continuó, Le Bouhellec continúa con otra etapa de su vida caracterizada por su interés de viajar, por desarrollarse como fotógrafo, por experimentar y “penetrar con una mirada puntual” que lo hizo aprehender del mundo en el campo de la imagen.
La investigadora y académica enfatizó que “más allá de los puntitos del pop estadunidense” –al estilo de Lichtenstein–, Polker experimenta sobre “los soportes, lo que es y lo que hay sobre él”; es decir, juega con los materiales, con su pintura, con sus placas. “Hace campos de la imagen incontrolables e incontrolados”, afirmó la historiadora del arte.
Esos aspectos, agregó, hicieron de Polker un alquimista y lo llevaron a ser merecedor, en 1986, del León de Oro de la Bienal de Venecia. Mencionó que es con esa experimentación como el artista posa su mirada diferente sobre el mundo, como un “bricoleur”, como un “recolector de imágenes” que va perturbando los campos artísticos que toca
En esa experimentación, acotó, Polker va construyendo una pintura viva asentada en un trabajo de experimentación con los pigmentos y sus reacciones ante la humedad, con sus alteraciones que los hacen elementos vivos. Hace sus propios materiales pictóricos y “logra fijar un campo violeta, muy específico, con el que pocos artistas trabajan y elaboran”.
A lo anterior se suma la “mirada cínica” que Polker pone sobre el mundo, por objetos que son de su aprehensión lúdica sobre el mundo que se demuestra en su trabajo multifacético, en pequeño y gran formato, que demuestran su ironía y cinismo sobre el contexto.