Publicado por Paula Carrizosa. La Jornada de Oriente
El historiador Lorenzo Meyer Cossío (Ciudad de México, 1942) consideró que ante la crisis que vive México es necesario reestructurar al país con una política interna fuerte y con auténtica legitimidad, que pueda enfrentarse a cualquiera y pueda hacer, “a cielo abierto”, las negociaciones que competen al país. “El sistema de ahora no sirve porque está al servicio del poder, a un tipo de político que no inspira confianza”, acotó el crítico y académico durante una conferencia ofrecida en Puebla.
Ante cientos de personas reunidas en el Teatro de la Ciudad, el columnista de diversos medios de comunicación a nivel nacional, señaló convencido que lo que urge en este país es una “solidez política interna y una legitimidad gubernamental”.
Ya en una entrevista, Meyer Cossío expuso que ese viraje debe estar basado no solo en la figura de un personaje sino de todo un sistema que sea apoyado por la voluntad popular, es decir, por la ciudadanía. No obstante, consideró que si el sistema político está podrido, aún el líder más apoyado por la sociedad no podrá hacer un cambio. Incluso, sostuvo que el cambio también implicará que la sociedad asuma “ciertos sacrificios”.
En ese sentido, a la pregunta sobre si existe una figura que sea capaz de generar ese cambio, esa solidez y esa legitimidad, el también periodista confió que sí, que se trata de “Andrés Manuel López Obrador, un político que destaca por su persistencia y por permanecer intacto en un sistema tan corroído, siendo un líder que pese a tener a su lado a otros corruptos, sigue siendo honrado”.
Ya instalado en el tema político y cercano a las elecciones que habrá en 2018 para definir a quien será el próximo presidente del país, el autor del libro Nuestra tragedia persistente. La democracia autoritaria en México (Debate, 2013), estimó que no ve a un candidato fuerte “del lado del PRI ni el PAN.
Las minorías decisivas: Lorenzo Meyer
Lorenzo Meyer vino a la ciudad de Puebla para participar en la tercera edición internacional y la sexta nacional del Coloquio de la Revolución Mexicana, que este año fue titulado Nuevas fuentes, instituciones, actores sociales y culturas. En dicho encuentro académico, que reunió a más de 60 reconocidos investigadores durante tres días de trabajo, se habló sobre temas, personajes y formas de organización de los grupos que no estuvieron presentes en las grandes narrativas históricas pero que ayudaron a entender lo que hoy significa ser un ciudadano: las minorías.
Al respecto, el historiador señaló que en México las minorías han sido decisivas en el curso del país. Como ejemplo, recordó lo ocurrido en 1994 con el levantamiento zapatista que ayudó a acelerar “el cambio de las reglas electorales”.
“Lo que permitieron fue que el PRI supiera que existía una ‘minoría’ indígena que, desde su forma de vida marginal, le declaró la guerra al Estado mexicano y, pese a que podía aplastarlos, el gobierno no tuvo una justificación ética para hacerlo”, notó el historiador.
Acotó que a la larga, aquella movilización indígena permitió que las minorías tuvieran la oportunidad de “mover el tablero”, haciendo que sus acciones le dieran un poder enorme a la ciudadanía: el de la movilización.
Trump, la última coyuntura crítica de México
Las coyunturas críticas, tema de la ponencia magistral de Lorenzo Meyer en el coloquio de la Revolución Mexicana organizado por el Consejo del Crónica y la UAP, son “aquellos acontecimientos inesperados y de gran magnitud que destruyen el equilibrio y constituyen otro”. En el caso de México, continuó, estas coyunturas críticas han tenido consecuencias permanentes; de ellas, ningún actor ha sido responsable de esos acontecimientos, además de que unas han ocurrido de manera interna y otras externas.
A estas últimas, Meyer Cossío dedicó la ponencia magistral “Las coyunturas críticas. La Revolución Mexicana y el mundo. 1910–1940”. En ella, enlistó los sucesos que durante este periodo de 30 años consideró irrumpieron la realidad y la historia mexicana: las elecciones en Estados Unidos en las que resultó elegido Woodrow Wilson, un profesor que se negó a apoyar el golpe militar contra Madero; la Primera Guerra Mundial, que favoreció la consolidación de la Constitución de 1917 y permitió a México “ser soberano por un tiempo”; la Gran Depresión de 1929 en Estados Unidos, que permitió que posterioermente Lázaro Cárdenas propusiera un plan sexenal nacionalista; y la Segunda Guerra Mundial, que hizo posible la consolidación de la reforma agraria y la expropiación petrolera.
“Las influencias externas críticas tienen que ser parte de la explicación de este periodo, pues todas ellas, de cierta forma, permitieron que México terminará su revolución, creara un nuevo régimen y consolidara no la democracia sino el autoritarismo de la segunda mitad del siglo XX”, confío el también miembro emérito del Colegio de México.
Para cerrar, el escritor que en breve presentará su libro Distopía mexicana, señaló que la más reciente de esas coyunturas críticas ha sido la elección del republicano Donald Trump como presidente de Estados Unidos. Lo será, agregó, porque aquellos que firmaron acuerdos como el Tratado de Libre Comercio para América del Norte, no supieron prever que el socio principal de dicho modelo podría cambiar las reglas. “Es la imagen de una locomotora que va en movimiento, y a ella se engancha un cabús de tren que de repente será soltado volviéndose aquello en un accidente y un desastre”.