El vate granadino charló con Excélsior acerca de qué ocurriría si la labor poética desapareciese del mundo
JUAN CARLOS TALAVERA. Foto: Alberto Schommer. Cortesía Luis García Montero
CIUDAD DE MÉXICO.
Todo mundo insiste en que son malos tiempos para la lírica, que la poesía desaparecerá y que el utilitarismo no deja un hueco para su lectura. Pero si esto sucediera... desaparecería algo más que un género literario: se extinguiría una serie de valores inseparables de la condición humana”, afirma el poeta y ensayista Luis García Montero (Granada, España, 1958), recién nombrado Hijo Predilecto de Andalucía y autor de su más reciente libro Balada en la muerte de la poesía, que ya circula en México, donde plantea el mayor de sus temores: la ‘muerte’ del poema.
Pero si sucediera desaparecería algo más que un género literario; se extinguiría una serie de valores que me parecen inseparables de la condición humana. Creo que, mientras el ser humano exista, la necesidad de poesía permanecerá con más o menos público, pero siempre gozará de la misma salud que la humanidad”, dice Montero, colaborador habitual del cantautor Joaquín Sabina y quien ha obtenido los premios Adonáis (1982), Loewe (1993), Nacional de Literatura (1994) y Nacional de la Crítica (2003).
¿Por qué el poeta recita una balada que recrea la muerte del poema?, se le inquiere al también autor de Alguien dice tu nombre. “Quise experimentar qué me ocurriría si la poesía muriese de verdad. Por eso escribí esta balada, para oír la noticia por televisión y acompañarla al cementerio”.
¿Lo piensa como poeta? “En épocas en las que se pierden las ilusiones colectivas, el lenguaje se empobrece, pues no hay necesidad de dialogar o de llegar a un entendimiento. Los dogmas empobrecen el lenguaje y el mundo. Pero en épocas que necesitan de una ilusión colectiva para caminar hacia el futuro, es muy necesario entenderse y es cuando el lenguaje se enriquece. Ése es el espacio de la poesía: la capacidad de enriquecer la mirada que interpreta el mundo y la capacidad de descubrir y hacernos dueños de nuestro mundo interior”.
¿Observa en la falta de lectores una herida de muerte en la poesía? “La poesía nunca ha tenido un público mayoritario como el que puede tener un cantante. Pero sí tiene lectores fieles, y me parece que conviene que su número vaya aumentando; eso será un signo de progreso cultural. Pero la culpa de que los lectores se alejen de la poesía, a veces, la tienen los propios poetas que confunden calidad con dificultad. Si la poesía sólo está escrita para poetas y no para lectores, es difícil que éstos puedan acercarse a ella”.
¿Debemos pensar en que la ‘muerte’ de la poesía es consecuencia del mundo audiovisual? “Me parece reaccionario criticar la tecnología. Lo peligroso es la superstición tecnológica, la idea de pensar que lo moderno es sólo lo tecnológico y que se queda sin sentido el valor de las humanidades. Es peligroso no comprender que las herramientas tienen virtud y peligro. El uso de lo visual para sustituir la experiencia de carne y hueso, la experiencia histórica por realidades virtuales, me parece un peligro notable, pues favorece la dominación y el engaño, nos devuelve a las supersticiones medievales. Por eso en mi poesía intento reivindicar la experiencia humana en su dimensión histórica frente a realidades virtuales”.
¿Lo invadió el luto mientras creó esta balada? “Bueno, uno no puede ser un ingenuo. Tras la experiencia del siglo XX, tenemos motivos para dudar del progreso. La fe en el futuro puede acabar en un campo de concentración o en una bomba atómica, pero la poesía invita a defender valores más allá de una esperanza de triunfo. Vivo con melancolía optimista más que con luto. Y aunque sé que las cosas no se van a arreglar, necesito vivir como si tuviesen arreglo”.
¿POESÍA ES CANCIÓN?
A pesar del escenario adverso, el poeta cree que la poesía goza de buena salud en países como México, Colombia y España; halla en Bob Dylan (Nobel de Literatura 2016) a un gran cantante, figura importante de la cultura contemporánea que forma parte de su educación sentimental.
Lo que no tengo tan claro es que sea lo mismo la poesía que la canción. Sí tienen mundos compartidos, pero creo que son actividades distintas. En este sentido, me parece malo confundir la poesía con la canción. La canción ayuda mucho a la poesía y la poesía ayuda mucho a la canción, pero se nos olvidan sus fronteras, lo que significa una conciencia lírica... ese momento en que los lectores dejan de ser lectores para convertirse en público”.
¿Encuentra en el lenguaje la mejor arma del poeta? “Ése es el primer compromiso, pero no olvidemos que el lenguaje es espacio social, algo que pertenece a una comunidad. Enriquecer el lenguaje es propio de tareas que defienden las ilusiones colectivas y matizar es propio de gente que necesita entenderse. Así que cuando se empobrece la sociedad basta con un “Ok”. Por eso el compromiso con el lenguaje nos salva de los dogmas, del blanco o el negro, del sí o el no sin matices”.
¿Por qué en su poema IV advierte que “la poesía ha muerto y cada uno de sus conjurados desaparecen en el espejo”? “Porque mientras existan los seres humanos será difícil que desaparezca la poesía. Tener un electrodoméstico en casa ayuda a vivir bien, pero no nos sirve cuando tenemos que negociar con sentimientos como la muerte, la soledad, el amor o la melancolía. La poesía habla de los solitarios, los abandonados, los insomnes o los que están viviendo el amor de su vida. Todo desaparecería de la representación de la realidad si muriese la poesía”.
¿Por qué cuesta trabajo identificar la poesía en nuestra cotidianidad? “Aprender a mirar cuesta trabajo. Ese es el aprendizaje que está en el origen del arte y en la interpretación de la vida. La rutina uniforma, nos somete a la comodidad de lo establecido, nos invita a asumir las normas y los pensamientos homologados. Pero si nos detenemos a mirar y reclamamos la lentitud necesaria para ser dueños de nuestros ojos y opiniones, podremos hallar en la vida cotidiana muchos detalles que nos permiten comprender el mundo en el que vivimos. Los que van corriendo con la lengua de fuera acaban pensado con los pies”.