Algarabía
Si las mujeres que leen son peligrosas, imagina lo que son las mujeres que crean, que escriben, que pintan.
Sin embargo, su protagonismo en las artes, es escasa y poco conocida debido a factores como las condiciones sociales e históricas, culturales, educativas, ideológicas y cosmogónicas, hasta prácticas muy puntuales como la que Linda Nochlin sostiene: la investigación de la historia del arte ha quedado en manos «masculinas».
El caso de México no tendría por qué
ser diferente al resto de Occidente. En concreto, nuestras artistas plásticas si bien han llegado a destacar, son poco conocidas o recordadas y menos difundidas.
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A pesar de que en pleno siglo XX la revolución feminista daba ya sus frutos y la mujer podía gozar de mayor libertad para elegir su profesión, así como alejarse por completo de la nula participación individual a la que por siglos estuvo destinada, su presencia en la creación artística significó una intromisión en el mundo masculino.
Mientras ellos eran las figuras, ellas eran las esposas.
Recordemos que en México, durante el siglo XX, las vanguardias llegaron tardíamente y muy pronto surgió el muralismo, de tal manera que mientras los hombres se trepaban en los andamios, las mujeres se dedicaban al caballete. Mientras unos buscaban en el geometrismo un medio de abstracción, algunas elegían la riqueza
de las texturas para lograrlo.
Esta distinción de género ha planteado dos cuestionamientos puntuales: ¿qué busca plasmar la artista en su obra, cuál es su tema? y ¿hay o no un arte eminentemente femenino? Esto último significaría establecer lo que es femenino y distinguirlo de lo feminista. Además, la idea postula la existencia de un estilo distintivo y reconocible, diferente tanto en su forma y cualidades expresivas de las mujeres. Es decir, una búsqueda de la forma femenina las uniría a todas
en el tiempo y las alejaría de las corrientes y tendencias plásticas.
Lo que nos enseña la historia del arte es lo contrario. Así se plantea un cuestionamiento más: ¿es la temática el rasgo distintivo de las mujeres en el arte?
Los expertos señalan que tampoco, esto supondría un sesgo o un prejuicio sobre lo que la mujer ve, sea dentro de sí misma o dentro de su entorno próximo, como las escenas hogareñas. En consecuencia, estaría obligada a pintar sobre la vida en casa, los dolores premenstruales o su propio cuerpo sexualizado. Mientras que pintores varones, como Vermeer, que retrató la vida doméstica, parecerían estar fuera de su campo «permitido» de acción.
La discusión prevalece, pero el sentir general demuestra que el interés por el arte es más universal y similar entre ambos géneros.
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Esto significa que las mujeres en el arte deben seguir buscando su protagonismo a fuerza de talento, libertad y visión, como lo hicieron las 25 artistas plásticas que conforman la selección para este artículo.
Angelina Beloff
(1879-1969)
El crítico de arte Olivier Debroise
dijo sobre el trabajo de Beloff: «Sus
cuadros de pequeñas dimensiones,
sus delicados y deslavados paisajes,
sus ilustraciones acuareladas, los
diminutos grabados de un moderno
clasicismo, parecen contenidos si se
les compara con la furia colorística, el monumentalismo de los cuadros
de Diego que cuelgan de las mismas
paredes en muchas casas de México». Nació en San Petesburgo, Rusia, donde estudió en la Academia Imperial de las Artes, continuó sus estudios en París. Angelina fue la primera esposa de Diego Rivera, de quien se separó en 1921. Germán y Lola Cueto la ayudaron a instalarse en suelo mexicano en 1932, donde trabajó como profesora de arte y marionetista hasta su muerte.
Nahui Olin (1893-1978)
El estilo ingenuo de la pintora, poeta, ensayista y modelo María del Carmen Mondragón Valseca, nacida en la Ciudad de México, refleja el resultado de una serie de condicionantes socioeconómicas y psicográficas: adinerada quinta hija entre ocho hermanos; malcasada en 1913 con el pintor Manuel Rodríguez Lozano, e impedida por su familia para divorciarse; de una belleza deslumbrante y con un carácter rebelde y apasionado, se integró a la naciente vida cultural del México posrevolucionario, no sólo como creadora, también como musa; atormentada amante del también pintor Gerardo Murillo, quien la bautizó con el nombre de Nahui Olin.
El escritor Andrés Henestrosa, que era su amigo, dice: «Nahui era de esas personas, como Frida, que se desconocen, que no se encuentran, que no saben quiénes son, que se fotografían y se autorretratan para verse a sí mismas».
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Tina Modotti (1896-1942)
Fotógrafa, activista y luchadora social de origen italiano. Estuvo casada con el poeta Roubaix de L’Abrie Richey; su temprana viudez permitió que se instalara, de manera permanente, en la Ciudad
de México junto con el fotógrafo Edward Weston, de quien Tina aprende el arte de la fotografía.
En 1930 es expulsada del país por haber sido acusada de conspiración.
Regresó en 1939 como asilada de la Guerra Civil Española.
Muy pronto desarrolla un
estilo propio, conocido por sus controversiales fotos de desnudos y por la mirada particular de México. Documentó la lucha social de los menos privilegiados en escenas y composiciones bien cuidadas.
Rosario Cabrera (1901-1975)
Pintora nacida en la Ciudad de México, huérfana desde muy temprana edad y refugiada en el arte a partir de 1916 bajo la tutela de Herrán y Gedovius en la Academia de San Carlos. Su exploración estética abarcó un rango amplio de medios, desde pintura, dibujo, grabado en metal y madera, hasta la escultura, y géneros como el retrato y el paisaje. Un viaje a Europa, de 1924 a 1927, supuso una fuerte influencia en su trabajo exhibido individualmente en París. A principios de los años 30 sin más abandonó el arte, sólo para retomarlo poco antes de morir, en Mérida, Yucatán. Su estilo se mantuvo constante en la profunda relación entre color y línea.
María Izquierdo (1902-1955)
Fue una pintora jalisciense con una larga e impactante carrera, construida en una época carente de oportunidades para la mujer. A muy temprana edad contrajo matrimonio. Pronto se divorció y comenzó sus estudios de pintura en el Ateneo Fuente de Saltillo y después en la Escuela Nacional de Bellas Artes, de 1928 a 1929. Fue, entre otros cargos, jefa de la Sección de Artes Plásticas de la LEAR, fundadora y directora de la Casa de Artistas de América. Ingrid Zuckaer asegura que recibió influencia de Tamayo, con quien sostuvo un romance y con quien comparte una vitalidad expresiva y una sensibilidad moderna, pero mantiene su originalidad y un simbolismo bastante peculiares en cuanto a forma, color y composición.