Excélsior
Es una zona arqueológica que todavía guarda muchos enigmas. Una muestra de esta cultura ancestral será presentada en dos museos de California
CIUDAD DE MÉXICO.
Teotihuacán sigue siendo un misterio. De los 20 kilómetros que abarca la zona arqueológica, sólo ha sido explorado ocho por ciento, afirma Alejandro Sarabia, director del sitio. Pero los secretos no sólo tienen que ver con la exploración del que fue su territorio: “Es más lo que no sabemos de Teotihuacán que lo que sabemos, falta muchísimo por explorar y podemos verlo en los resultados de las investigaciones; no tenemos el nombre original de la ciudad, no tenemos los grupos étnicos, la lengua que ahí se hablaba, no sabemos nada de sus gobernantes”, afirmó.
Lo que sí se sabe es que Teotihuacán fue una enorme ciudad en la que convivieron diferentes pueblos. Esa visión, de una urbe compleja, será protagonista de la exposición Teotihuacan: City of Water, City of Fire que a partir del 30 de septiembre visitará dos museos de EU: primero, The Fine Arts Museums of San Francisco (FAMSF), donde permanecerá hasta el 11 de febrero de 2018 y, después, Los Angeles County Museum of Art (LACMA), del 25 de marzo al 15 de julio del próximo año.
Según Sarabia, hoy existen en Teotihuacán siete proyectos de investigación activos, pero “de los 20 kilómetros de la zona sólo se han explorado cerca de 8%, es muy poquito; cuando visitamos la zona vemos una gran calzada de dos kilómetros y todo eso es apenas 20% de la ciudad”. La exposición sobre Teotihuacán representa el regreso de la ciudad mesoamericana a Estados Unidos: ya en 1993 otra muestra sobre la llamada Ciudad de los dioses se presentó allí.
La nueva curaduría, a cargo de Matthew H. Robb, del Museo Fowler de la UCLA, reúne 250 piezas entre cerámica, esculturas de piedra y fragmentos de pinturas murales, muchas de ellas producto de las últimas excavaciones que se han hecho en el sitio, como la escultura de Huehuetéotl o dios viejo del fuego, recién hallada en la Pirámide del Sol, u ofrendas que fueron rescatadas de un túnel bajo el Templo de la Serpiente Emplumada.
“Hoy sus visitantes alcanzan tres millones anuales y las exploraciones no cesan de sorprendernos con sus hallazgos. Y no podría ser de otro modo: la estructura urbana del asentamiento, las construcciones monumentales, las esculturas en roca, la producción cerámica y en obsidiana, sus ofrendas compuestas con personajes y animales sacrificados dentro de algunos de sus principales edificios, su pintura mural, indican que fue uno de los centros de peregrinación y culto más influyentes de América”, abundó.
Ahora se sabe que Teotihuacán contaba con diferentes barrios como el que aún se conserva conocido como La Ventilla, con espacios residenciales de élite, como el caso del Conjunto Quetzalpapálotl, ubicado al suroeste de la Plaza de la Pirámide de la Luna; y una gran vía llamada la Calzada de los Muertos sobre la que estaban distribuidos los templos sagrados y partían los cuadrantes de la ciudad hacia los cuatro rumbos del cosmos. Esa complejidad es la que se quiere mostrar.
La exposición coincide con el centenario de las exploraciones que llevó a cabo Manuel Gamio en el sitio arqueológico, pero la curaduría ha querido actualizar las últimas investigaciones que ahí se han desarrollado. De ahí parte, por ejemplo, la idea que da nombre a la exposición el fuego viejo, representado por Huehuetéotl, y el agua, representado por Tláloc, dos entes que regían el equilibrio del universo teotihuacano. Es por ello que una de las piezas centrales es una de las esculturas más grandes de Huehuetéotl que existen; localizada en 2012, fue ubicada en la cima de la Pirámide del Sol.
La muestra, sin embargo, también se ocupa de la vida en las zonas habitacionales; de estas se reúnen cerámicas y esculturas de piedra, algunas de ellas sobrevivientes del gran incendio que sucedió en la ciudad cerca de 550 d.C.; así como piezas que formaban parte de ofrendas conmemorativas de las diferentes etapas constructivas de la Pirámide de la Luna.
La exposición en EU permitirá disfrutar en México de otras exhibiciones; en reciprocidad, los museos estadunidenses prestarán al país, en 2018 y 2019, una colección de arte en el budismo y otra sobre los rituales de la muerte en el antiguo Egipto, informó José Enrique Ortiz Lanz, coordinador de Museos y Exposiciones del INAH.
PULEN TEMPLO INSIGNIA
Un grupo de expertos trabaja para combatir el deterioro del Templo de la Serpiente Emplumada de la zona arqueológica de Teotihuacán. “Lleva ya 125 años de exploraciones arqueológicas, ahora mismo constituimos un grupo de trabajo en donde se incorporan importantes arqueólogos, restauradores, arquitectos, estructuristas para ver, atender los problemas de conservación en el Templo de la Serpiente Emplumada, cuya hermosísima fachada fue descubierta hace 100 años por Manuel Gamio”, señaló el director del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Diego Prieto.
En el grupo, afirmó, se encuentran investigadores como el japonés Saburo
Fujiyama, Sergio Gómez, Pedro Sánchez Nava y Eduardo Matos Moctezuma como consejero. “En la fachada del Templo de la Serpiente Emplumada hemos detectado algunos problemas de conservación y en cuanto detectamos algo tenemos que hacer el análisis de la problemática. La idea es precisamente saber cómo proteger esta área que originalmente se conservó, precisamente por estar enterrada, y cómo logramos el control de las variables que tienen que ver con la humedad, las caídas de agua, los vientos y los cambios de temperatura”, dijo el funcionario.
Uno de las grandes problemáticas de Teotihuacán radica precisamente en el tema de su conservación. “Al mismo tiempo empezó un deterioro que estamos atendiendo y que vamos a resolver a partir de un trabajo que probablemente nos lleve un par de años para poder atender problemas específicos, tenemos que ir siempre articulando los proyectos de conservación con acciones que permitan que ese patrimonio perdure para las siguientes generaciones”, agregó.
Grupos de expertos como el formado para atender el edificio teotihuacano, agregó, serán integrados para atender otros lugares, como algunas zonas del sureste mexicano.