Itzel Fernández Ortega. Algarabía
Algunas obras hubieran podido formar parte de nuestra concepción que tenemos sobre el mundo.
a literatura es capaz de trascender a lo largo del tiempo, más allá del placer que producen, sus páginas han servido como referente de nuestra realidad, con la memoria y el registro de descubrimientos y teorías que intentan explicar el mundo; por eso no es una tarea banal el preguntarnos qué habría pasado si algunas obras como las que te presentamos a continuación no hubiesen tenido tan atroz destino.
–Conoce algunos libros que cambiaron la historia–
Los casos que aquí se presentan fueron consultados en The Book of Lost Books de Stuart Kelly. Cabe añadir a esta lista, los fragmentos perdidos de la Biblia, los códices azteca y maya que se destruyeron después de la conquista.
10. Ab Urbe Condita, de Tito Livio
El título de esta obra se traduce como: «Desde la fundación de la Ciudad», la cual narra la gran historia de Roma. A esta obra que originalmente constaba de 142 libros sólo le sobreviven 35 fragmentos; esto se sabe por un índice hallado en un papiro en la ciudad egipcia de Oxirrinco. Este índice hoy puede consultarse en el Museo Británico, aunque el documento también está incompleto.
9. Obras de Eurípides
Eurípides fue uno de los poetas trágicos más importantes de Grecia – junto a Esquilo y Sofocles–, sin embargo no es preciso saber los grandes aportes que pudo haber dejado a la literatura, ya que de 92 obras que escribió sólo se conservan 19 –18 tragedias y un drama–. Eurípides fue amigo de Sócrates, quien lo admiró por mantener una concepción ilustre de la realidad, en comparación con otros poetas de la época.
8. Margites, de Homero
Se trata de un poema cómico, algunos afirman que es una parodia de La Odisea o La Ilíada. La obra está escrita en hexámetros y en trímetros yámbicos.1 Pie poético conformado por el yambo, que en la poesía griega y latina, lo constituyen una sílaba breve seguida por una larga. De acuerdo a estudios, el poema data del siglo vi, a. de C. Los cinco fragmentos que se encontraron de esta obra traían versos sobre Margites, un hombre tan tonto que no sabe quién lo parió. El último descubrimiento que se obtuvo de esta obra se encontró en un yacimiento arqueológico egipcio, la antigua ciudad Oxirrinco.
7. La Divina Comedia, de Dante Alighieri
La obra fue escrita paulatinamente por Dante, quien logró terminarla el mismo año que falleció, en 1321. En vida el poeta distribuyó sus cantos entre amigos y familiares de modo que al morir se desconoció el paradero de los últimos trece cantos de La Divina Comedia; sin embargo, ocho meses después de la muerte del autor se encontraron aquellos cantos. Según Jacobo, hijo de Dante, su padre le indicó en un sueño dónde se encontraban sus manuscritos, él le señaló un hueco en la pared donde recuperó la última parte, y es por eso que ahora, afortunadamente, podemos disfrutar de su historia completa.
6. Sanditon, de Jane Austen
Una novela que narra la construcción de una «ciudad moderna» donde sus habitantes deben ser algo así como hermanos, para así crear una identidad especial del lugar. La obra tiene once capítulos, suficientes para un buen final, pero no lo tiene. La novela comenzó a escribirse en enero de 1817 y la escritora la abandonó en marzo de ese mismo año, cuando se encontraba gravemente enferma. El libro, aun sin final, causó furor y aunque muchos han querido terminar su última obra, es imposible saber cuál habría sido el final que la escritora le daría.
5. Double Exposure, de Silvia Plath
En febrero de 1963, cuando tenía apenas 30 años, la poeta y novelista estadunidense Silvia Plath se suicidó. El legado de Plath quedó a cargo de poeta Ted Hughes, su viudo, quien guardó celosamente un montón de poemas y manuscritos, entre los que destacaba Double Exposure, una novela que trataba sobre una mujer, un marido y su amante. Para la familia y amigos de Plath la trama de esta novela no era más que la tormentosa relación que la escritora vivió junto a Hughes. Double Expousure era una autobiografía de la que en principio se dio a conocer un fragmento, aunque años después en 1970 desapareció completamente.
4. La Isla de la Cruz, de Herman Melville
Melville escribió esta novela después de su viaje a Nantucket en 1852. La historia narraba el romance que vivió Agatha Hatch, hija de un velador. Esta mujer salvó a un náufrago, James Robertson, de quien ella se enamoró y con quien se casó pero éste la abandonó. La isla de la cruz fue una obra que Melville presentó a su editorial, pero no fue considerada, nunca fue publicada y aunque se tiene registró de ella, no se sabe qué pasó con el manuscrito.
3. Almas muertas, última parte, de Nikolai Gogol
En 1842, Nikolai publicó uno de los libros más importantes de la literatura rusa, Almas muertas. Poco después el escritor se dedicó a darle fin a esta magna obra, pero un consejero espiritual lo convenció de que sus obras literarias no eran más que producciones malignas; el escritor apenado por la declaración, quemó la última parte de esta historia. El arrepentimiento por destruir su manuscrito provocó en Nikolai una severa depresión. Nueve días después de este suceso Gogol falleció de inanición.
2. La Historia de Cardenio, de William Shakespeare y John Fletcher
Obra basada en un episodio de la primera parte del Don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes Saavedra. Según el Registro de Impresores y Libreros de 1653 este libro sí existió y fue escrito entre John Fletcher y Shakespeare. Aquél hablaba y leía español, y algunos críticos literarios creían que él se encargó de familiarizar a William con la literatura de «El manco de Lepanto». Otros entusiastas creen que hubo una conexión literaria más estrecha, pues aseguran que Shakespeare y Cervantes podrían haberse conocido durante la visita diplomática del rey Jacobo i en Valladolid, en 1605.
1. Manuscritos de Ernest Hemingway
La historia cuenta que en 1922 Hemingway se encontraba cubriendo el Tratado de Paz de Lausana en Suiza, allí conoció al editor Lincoln Steffens, quien quedó encantado con los textos de Ernest, así que, interesado, le pidió más material para leer, pero sus escritos se encontraban en Paris, junto a su esposa Elizabeth Hadley, por lo que el escritor le pidió a ella que le llevara aquellos papeles hasta Suiza. Pero Elizabeth olvidó la maleta en la estación de Paris-Lyon y aunque regresó a buscarla ya no la encontró. Más tarde Hemingway declaró que en la maleta había relatos, notas, capítulos de una novela sobre sus experiencias en la Primera Guerra Mundial, la pérdida fue tan lamentada que incluso hay novelas y películas inspiradas en este suceso.