Por Paula Carrizosa. La Jornada de Oriente
Las fiestas decembrinas de los pueblos originarios están íntimamente ligadas al sistema cultural de la milpa, aseguró la antropóloga Estela Vega Deloya, quien destacó que existe un legado culinario entre algunas poblaciones indígenas y mestizas con alimentos que tradicionalmente sólo se preparan o se comparten durante estas fechas.
“Octubre es el mes de la cosecha; después de recogerla en los pueblos ya no se trabaja, es el tiempo de la fiesta, tiempo de las secas. Con regocijo se agradece a los dioses y se celebra esta relación entre el hombre y la naturaleza que prevalece en la cultura indígena y popular de México”, destacó la investigadora del Inventario del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Dirección de Desarrollo Regional y Municipal de la Dirección General de Culturas Populares, Indígenas y Urbanas de la Secretaría de Cultura federal.
La especialista explica que en ciertas celebraciones, como en el caso de las posadas, coincide el calendario mesoamericano y el de los pastores europeos.
Señala que a este sincretismo, donde se fusionan el nacimiento de Jesús y la cosecha del ciclo agrícola mesoamericano, la investigadora mexicana de origen austriaco Johanna Broda Prucha, lo define como una “reelaboración simbólica” de dos cosmovisiones imbricadas en una misma festividad.
Las posadas, que inician el 16 y finalizan el 24 de diciembre, tienen su antecedente en el México colonial, cuando se llevaban a cabo las llamadas misas de aguinaldo, donde se ofrecían obsequios de Navidad y se acompañaban con villancicos alusivos al nacimiento del niño dios.
Algunos escritores y especialistas afirman que surgieron en el año de 1587, en el poblado de San Agustín de Acolman, estado de México, con el propósito de adoctrinar a los pueblos originarios. Otros, como Mariano de Cárcer y Disdier, investigador nacido en Málaga y nacionalizado mexicano, sostienen que llegaron de Andalucía, España.
Aun sin saber cuál es la versión que corresponde a la realidad, en México los elementos que las rodean las convierten en una práctica única en el mundo y son una festividad que está profundamente arraigada.
En este sentido, la antropóloga Estela Vega menciona que las posadas son el símbolo de la abundancia y de los dones que se reparten al momento de romper las piñatas y como celebración posterior a la cosecha.
“Entre los evangelizadores se adoraba al niño Jesús; en la tradición mesoamericana, eran los ‘tlaloques’, pequeños servidores del dios de la lluvia, Tláloc, y que también se relacionaban con el maíz, los que de alguna manera lo representaban. Al término de la estación de lluvias regresaban a la tierra durante la cosecha, cuando el maíz ya estaba maduro (los niños eran las mazorcas)”, expuso.
En 1942 el también investigador mexicano Germán Andrade Labastida presentó un trabajo en el que afirmaba que la celebración del nacimiento de Huitzilopochtli se realizaba alrededor de los días que coinciden con la navidad. Se llevaba a cabo durante la noche y “al día siguiente había fiesta en todas las casas, donde se obsequiaba a los invitados comida suculenta e ídolos pequeños hechos de maíz azul, tostado y molido, mezclado con miel negra de maguey”.
Respecto al tema culinario transportado al escenario actual, Estela Vega comenta que más allá del ponche –que se ha extendido a lo largo del territorio nacional, con variadas recetas según la región y los ingredientes del lugar–, hay recetas básicas como el atole, los tamales, los buñuelos, la colación y la fruta propia de esta conmemoración.
Ejemplifica que en el estado de Veracruz, en la región de Los Tuxtlas, la tradición de las posadas la llevan a cabo los niños y adolescentes en una práctica que se conoce como La Rama.
Mientras que en las comunidades de Tixtla, Tlapa y Olinalá, en Guerrero, se come el pozole verde de semilla de calabaza chihua, exclusivamente para las posadas, y que también tiene que ver con este sistema ritual, festivo y agrícola. Otro caso es en Zozocolco de Hidalgo, Veracruz, donde la comunidad totonaca bebe el atole agrio, elaborado con semilla de maíz fermentada, y prepara el chilpozonte.
Finalmente, Estela Vega afirmó que este lazo entre las festividades surgidas en la Nueva España y la cultura mesoamericana, y que derivan en el mestizaje, son parte de esta reelaboración simbólica a la que se refiere Johanna Broda y que se expresan en la cocina tradicional de las posadas.