Exhiben los retratos inéditos que el fotógrafo mexicano realizó hace más de ocho décadas, para conocer sus identidades
Sonia Ávila. Excélsior
Fotos: Cortesía Asociación Manuel Álvarez Bravo
CIUDAD DE MÉXICO.
Se busca a los modelos anónimos que Manuel Álvarez Bravo retrató hace más de 80 años. Hombres con traje sastre o de torero, mujeres de vestidos pompones o de bailarinas, y niños de sonrisa desmedida, que posaron frente al artista de la lente entre las décadas de los 30 y 50 del siglo pasado. Personajes sin identificar: sin nombre, sin registro de origen, ni siquiera edad o profesión.
Son fotografías en blanco y negro que develan actitudes, costumbres e incluso ideas del México moderno a partir de personas de la cotidianidad, no artistas ni individuos públicos. Gente de la calle: “Nos parece que varios posaron a petición, probablemente fueron retratos de encargo, pero en otros es muy probable que el fotógrafo les haya pedido que posaran. A Álvarez Bravo le gustaba la gente, las personas. Su obra pertenece a lo que se llamó fotografía humanista”, señala Aurelia Álvarez Urbajtel, hija del fotógrafo.
El rastreo de los modelos se hace a través del proyecto Se busca. Retratos inéditos de Manuel Álvarez Bravo, que empezó en julio del año pasado con una campaña fondeadora para imprimir las imágenes que ahora aterrizan en una exhibición en el Museo Archivo de la Fotografía, que se inaugura mañana. Son 168 retratos con los que se espera recabar información que reconstruya la historia de algunos de estos hombres y mujeres.
“Son personas anónimas mientras no sean identificadas. De hecho hay algunos que ya fueron identificados, como lo descubrirá el público (en la exposición), ya que estará indicado en las cédulas de las piezas”, acotó la también directora de la Asociación Manuel Álvarez Bravo que resguarda un acervo total de 33 mil 500 imágenes, inscritas en el Registro Internacional Memoria del Mundo de la UNESCO en 2017.
Álvarez Urbajtel cuenta que al encontrarse con un número mayor de retratos sin datos y sin alguna coincidencia en cuanto a características físicas, vestimenta o temática que remitiera a un posible proyecto artístico del artista, se decidió emprender una campaña de recaudación de fondos para imprimir los negativos y dejar que el público identificara a los personajes.
Tal vez un nieto, un amigo, un familiar o un vecino pueda reconocer a los hombres en la carreta o a la niña de cabello corto que mira al cielo; imágenes que integran la muestra. Por la distancia temporal no se espera encontrar algún retratado, pero sí alguien que logre hilar su historia completa. En las fichas de cada obra se incluirán algunos datos que ayuden a reconocerlos.
“Nos llamó la atención un número importante de retratos que tomó a personas que no podíamos identificar, nos divertía tratar de determinar quiénes eran, a qué se dedicaban, les dábamos vueltas y vueltas e inventábamos historias. Son personas que se habían quedado prisioneras en unas cajas y fugado en el tiempo y el espacio, y decidimos intentar a ayudar a escapar de su anonimato con la exposición, esperando identificar al mayor número de personas”, precisa.
De este universo de rostros se imprimieron 105 imágenes en plata sobre gelatina, la técnica análoga, y 63 más fueron procesados digitalmente. Y sin un eje temático o conceptual, las piezas se montaron en sala, una tras otra como un abanico de rostros. “Se colocaron según nos iban gustando, puestos unos junto a otros: juegos de miradas, elementos que a veces aparecen varias veces, como un sillón, una azotea, una calavera de azúcar”.
Además de la tarea de reconocer a los personajes, la muestra repasa el género del retrato en la producción de Álvarez Bravo. Una práctica recurrente en el ejercicio del llamado “poeta de la lente” quien siempre se interesó por captar el sentido humano, las emociones de un comunidad, la gente en su esencia como un detonador de historias. “Las personas eran para él un tema de gran interés. Es un tema clásico en las artes, al que desde luego él no podía faltar”, refiere Álvarez Urbajtel. Los retratos responden a la época de madurez estética del fotógrafo, cuando hizo películas como Tehuantepec, o los cortometrajes Los tigres de Coyoacán, La vida cotidiana de los perros, con el escritor José Revueltas.
Una vez catalogados los retratos, como el resto del acervo que incluye publicaciones, libros y documentos, se sometieron a tareas básicas de conservación. Si bien el archivo está en buenas condiciones, la directora señala que había algunas piezas infectadas, otras afectadas por espejo de plata, rayones u otro material dañino que se retiró con limpieza.
El revelado e impresión de las imágenes se hizo en el cuarto oscuro que el también Premio Nacional de Ciencias y Artes 1975 usó durante años, luego de que el espacio se rehabilitara como parte de la conservación de su legado.
Álvarez Urbajtel señala que la Asociación mantiene la labor de investigación, conservación y difusión del acervo del artista, sobre todo tras el reconocimiento de la UNESCO. “El reconocimiento ha realzado la importancia de estas tareas y reforzado nuestro convencimiento”.
¿DÓNDE Y CUÁNDO?
Se busca. Retratos inéditos de Manuel Álvarez Bravo se inaugura el 22 de febrero a las 19:00 horas en el Museo Archivo de la Fotografía (República de Guatemala 34, Centro Histórico).