Escena de Las cartas de Frida (en foto tomada de una función), ópera de toilette, denominada así en alusión al hallazgo de 30 mil objetos y documentos efectuado en 2004 en un compartimento oculto del baño de la Casa Azul, en Coyoacán, hogar de la pintora. La escenografía hecha con papel periódico reciclado, que dona La Jornada, se crea y destruye en cada función
Mónica Mateos-Vega y Alondra Flores Soto
Periódico La Jornada
Todo lo que fue, es y será Frida Kahlo cabe en una hoja de papel: “una mujer de carne y hueso, que no es una mercancía, sino una comunista que salía a las calles a manifestarse, y mucho más sexuada que cualquier Barbie”.
Así describió ayer a La Jornada, la directora escénica Jesusa Rodríguez, al personaje que cada noche se forja ante el público, a través de las 13 escenas de la ópera Las cartas de Frida, que se presenta en el teatro Helénico, cuya temporada concluye el miércoles 14 de marzo.
En opinión de la también actriz, la puesta en escena le regresa a la memoria de la pintora “un poco de la dignidad que le ha arrebatado la ‘fridazación’, la cual ha llegado al extremo de reflejar incluso violencia de género al comercializar productos como pañales nocturnos para adultos marca Frida Kahlo”.
En una presentación a la presna, el pasado 31 de enero, de Las cartas de Frida, Jesusa calificó de delirante, una vergüenza, la explotación comercial de una artista tan relevante, pues Frida a duras penas vendía sus cuadros en 250 dólares y ahora se cotizan en millones. ¿Qué ha pasado con el arte, con estos artistas?, inquirió la actriz.
Jocosa, crítica, irreverente
El uso del papel en la escenografía logra abrir el mundo de la intimidad de la artista, pues se trata también del material que ella eligió para expresarse jocosa, crítica, irreverente, nada parecida a lo que han hecho (o deformado) de su imagen pública, explicó también el crítico teatral Bruce Swansey en un artículo publicado en estas páginas (La Jornada, 25/2/18).
Las cartas de Frida es una ópera de cámara en un acto escrita por Marcela Rodríguez, basada en los diarios de Kahlo, para nueve instrumentos, una soprano y tres actores. Se define como ópera de toilette, en alusión al hallazgo de 30 mil objetos y documentos efectuado en 2004 en un compartimento oculto del baño de la Casa Azul, en Coyoacán, hogar de la pintora hoy convertido en museo.
En esa obra se descubre además a la Frida escritora, su frescura al escribir, su facilidad para hacer pedazos a André Breton y la visión que tuvo al decir que Marcel Duchamp era un gran artista; la historia le dio la razón, añadió Jesusa.
La Jornada dona el papel con el que se construye y destruye toda la escenografía en cada función. Son los restos del material que ya no entra a impresión. Cada día se usan casi 250 metros para crear enormes telones que cubren el escenario, sobre los que se proyectan las letras magnificadas del diario de la pintora, así como algunos de sus famosos cuadros.
Versión renovada del libreto
Las cartas de Frida se estrenó en 2013 y ahora se presenta una versión renovada del libreto, el cual se ha ido transformando gracias a que el teatro es un ente vivo, pues inició como un montaje abstracto y ahora presenta la historia de una mujer que fue más inteligente que los intelectuales de su época, dijo Jesusa, quien actúa en la obra, además de compartir la dirección con Clarissa Malheiros. En escena participan además la soprano Catalina Pereda, primera doctora en canto por la Universidad Nacional Autónoma de México, junto con los actores Alejandro Camacho y Carlos Brown.
Las últimas funciones serán este miércoles, el 13 y el 14 de marzo a las 20:30 horas en el teatro Helénico (Revolución 1500, colonia Guadalupe Inn).