El volumen es parte de la colección Cuete a la Luna de la editorial de la institución
Personajes como el ingeniero agrónomo Josué Kohashi Shibata comparten experiencias de su niñez y cómo fue su acercamiento a la ciencia
Coordinó el ejemplar Said Infante e ilustró Daniela de la Torre
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La antropóloga social Jacinta Palerm ViqueiraFoto incluida en el libro La ciencia y yo: preguntas hipotéticas respondidas por científicos de verdad
Fabiola Palapa Quijas
Periódico La Jornada
El novelista y dramaturgo francés Alejandro Dumas se preguntaba: ¿Cómo es que, siendo tan inteligentes los niños, son tan estúpidos la mayor parte de los hombres? Debe ser fruto de la educación.
Este aforismo es retomado por la editorial del Colegio de Posgraduados, ya que encierra un principio de verdad: el mayor problema de nuestro país es su sistema educativo, principalmente en la enseñanza elemental, donde hemos configurado una zona de desastre, sobre todo en las áreas de matemáticas y lenguaje.
Con la finalidad de que los pequeños lectores conozcan la vida y el quehacer de científicos destacados en agronomía, biología, historia, matemáticas y sociología, el sello editorial publica el título La ciencia y yo: preguntas hipotéticas respondidas por científicos de verdad, en la colección de ciencia para niños Cuete a la Luna.
Editado por Said Infante Gil e ilustraciones de Daniela de la Torre, el libro incluye a Jorge D. Etchevers Barra, ingeniero agrónomo de la Universidad de Concepción, Chile, quien al recordar su infancia comenta que su padre le contaba cosas de la ciencia que él leía; además, podía pasar días enteros en las montañas coleccionando insectos, diferentes tipos de hojas e intentaba fabricar cosas como pólvora con salitre, carbón y azufre.
Etchevers, quien en el texto contesta varias preguntas, reconoce que le encantaba escuchar las historias fantásticas y las experiencias reales que los trabajadores del campo guardaban en sus recuerdos. Historias de aparecidos, de fuegos fatuos, de entierros de monedas de oro en ollas de barro; todo eso lo volvió un lector asiduo de la literatura costumbrista chilena.
Para Jorge D. Etchevers, ser científico significa muchas cosas y gran sacrificio personal. Si se escoge una buena institución uno tiene la posibilidad de expresar toda su creatividad en plena libertad, lo que hoy va constituyendo una rareza.
En el caso del ingeniero agrónomo, Josué Kohashi Shibata, originario de Ixtepec, Oaxaca, la lectura fue una de sus pasiones porque disfrutaba tanto libros de texto para escuelas primarias como revistas de historietas cómics, el periódico y artículos sobre avicultura.
El científico recomienda a los niños que para elegir una carrera tengan en mente que sea algo que les guste y les interese, porque eso será importante para que lo disfruten.
La bióloga Rosa Helena Manzanilla López, a la pregunta de: ¿cómo eras de niña?, responde: Muy soñadora, creativa, libre, curiosa, persistente, extrovertida y me gustaba ser independiente. También recuerda que su infancia en el campo la experimentó con gran sentido de libertad y eso le dio la oportunidad de vivir muy cerca de la naturaleza.
En el libro comparte que conoció a los parásitos con la ayuda del microscopio y que su belleza y complejidad la reclutaron para trabajar a su servicio y mejorar sus relaciones públicas con otros humanos.
El historiador veracruzano, Jorge Gustavo Ocampo Ledesma, recuerda en el libro que en su niñez no había televisión y por las noches, después de cenar, leía poesía o escribía en un pizarrón lo que había hecho su papá.
El especialista en historia de la agricultura comparte en el libro que para él la historia no se hace viendo hacia el pasado, sino hacia el presente y el futuro. La historia debe dar sentido a nuestro actuar ahora, como personas, como grupos, como sociedad.
La matemática Yolanda Fernández Ordonez, al recordar su infancia, explica que desde pequeña quería saber de todo, y esto la impulsaba a leer y aprender más. Le interesaban muchas cosas, pero de manera especial el universo y la idea del infinito.
Cuando estudiaba la preparatoria y se encontraba en la casa de una amiga para hacer tarea, el padre de su compañera les dijo: Estudien matemáticas y después podrán estudiar lo que quieran, son la base de todo y no se morirán de hambre, así que en lugar de elegir la carrera de astronomía, que también le gustaba mucho, se decidió por las matemáticas.
Fernández, en la entrevista que se le hizo para el libro, contesta que su mayor logro es contribuir a que otros miren todo lo que falta por saber y hacer, sobre todo en un mundo lleno de problemas de toda índole.
Con las entrevistas realizadas a los científicos, la editorial desea contribuir un poco en la solución del problema de la enseñanza, pues sabe que la ciencia, si se imparte de manera amena, puede estimular la creatividad de los niños.