Para conmemorar los 250 años de su apertura, el recinto muestra su colección histórica de objetos
JUAN CARLOS TALAVERA
La colección del Colegio de San Ignacio de Loyola cuenta con aparatos de demostración de física y piezas para laboratorio químico.
CIUDAD DE MÉXICO.
El Colegio de las Vizcaínas abrirá la colección histórica de objetos científicos que resguarda en su museo de sitio, como parte de las celebraciones por los 250 años de su apertura y por el Día Internacional de los Museos, programado para el viernes 28 de mayo a las 18:00 horas, en el Colegio de San Ignacio de Loyola, Vizcaínas.
La muestra incluirá dos conferencias: una con Óscar Escamilla González, encargado del Archivo Histórico del Palacio de Minería de la UNAM; y otra con Wanda Hernández Uribe, directora de Registro Público de Monumentos y Zonas Arqueológicos e Históricos del INAH, quienes hablarán sobre el origen y el valor de esta colección histórica que resguarda 226 objetos únicos en su tipo.
En palabras de Escamilla González, este muestrario –denominado Gabinete de Física e Historia Natural se constituyó muy probablemente tras la reforma educativa porfirista de 1877– es la única utilizada en la educación media superior que se ha conservado, por lo cual adquiere gran importancia su documentación y el hecho de mantenerla reunida, debido a que atestigua la enseñanza de las ciencias naturales durante el Porfiriato.
Dicho gabinete contiene numerosos muestrarios, instrumental de laboratorio y diversos aparatos para experimentación científica correspondientes a los siglos XIX y XX, con los que se enseñó a sus alumnas asignaturas como: electricidad, física, óptica y química.
Cabe señalar que muchos de sus aparatos fueron adquiridos en boticas de la Ciudad de México, como la de la Profesa, mismas que también comercializaban reactivos químicos, aparatos científicos y de demostración. Por esta razón, apunta Escamilla González, todos estos objetos no sólo representan un viaje en el tiempo, sino un vistazo a otras formas como se transmitía el conocimiento científico.
El contexto histórico nos dice que a mediados del siglo XVIII la enseñanza de la física experimental se realizaba a través de aparatos de demostración que no servían para hacer mediciones, sino pruebas de los principios físicos que se deseaba explicar.
El siglo XIX llegó con el auge en la fabricación de distintos aparatos, con lo que empresas como Pixii, en Francia, vendían colecciones enteras para escuelas de enseñanza media superior. En este punto, apunta Escamilla. Sin embargo, el Colegio de Minería de México fue el primero en tener un gabinete de este tipo en 1797.
Escamilla González apunta que, durante la segunda mitad del siglo XIX, la enseñanza básica y media en Francia incluía el conocimiento de los recursos naturales, dividido en los reinos animal, vegetal y mineral, así como sus usos en la vida práctica.
“Para ello se constituyeron los cursos de Lecciones de cosas que, junto con libros de texto, mostraban didácticamente a través de colecciones de fibras vegetales, minerales y grasas animales, sus aplicaciones en la fabricación de papel, telas y tintes”.
Con el tiempo otras instituciones de enseñanza superior –como el Colegio del Estado de Puebla– constituyeron sus propias colecciones. Pero al avanzar el siglo XX los aparatos de demostración cayeron en desuso, con la llegada de los simuladores que pueden verse en dispositivos digitales portátiles. Esta tendencia hizo que casi todas las colecciones desaparecieran.
La colección del Colegio de San Ignacio de Loyola cuenta con aparatos de demostración de física y piezas para laboratorio químico, entre las que destacan: un aparato para demostrar la teoría de ampere; un aparato para medir el campo magnético; cuatro Electróforos y tres Campanas de vacío.