Registran asentamiento teotihuacano que posiblemente data de entre 300 y 500 d.C., durante los trabajos de construcción de la planta de tratamiento de aguas residuales, en el municipio de Atotonilco de Tula, Hidalgo, donde se rescataron más de 80 entierros prehispánicos con vasijas miniatura.
El sitio fue localizado a unos 30 kilómetros al sur de la Zona Arqueológica de Tula, Hidalgo, al parecer emplazado en este punto para controlar las minas de cal de la región, ya que con dicho material los prehispánicos elaboraban el estuco para cubrir sus edificios, informa un comunicado del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
El sitio fue integrado al Catálogo de Registro Nacional de Sitios y Monumentos del INAH, con el nombre de Acoculco y está en proceso de estudio.
Los elementos arqueológicos descubiertos son vestigios de construcciones teotihuacanas, algunas hechas a flor de tierra y otras con patios y escalinatas para entrar a las habitaciones; ninguna edificación es monumental, más bien es un asentamiento de tipo habitacional con arquitectura que sugiere diferentes estratos sociales, detalló la arqueóloga Alicia Bonfil Olivera, coordinadora de la investigación de salvamento en la planta tratadora.
De las construcciones, el tiempo sólo conservó cimientos de cuartos, pisos y patios; el elemento en mejor estado es una escalinata recubierta con estuco que fue retirada del sitio donde se encontró, agregó Bonfil.
Dentro del asentamiento se descubrieron más de 80 entierros humanos, unos depositados en fosas mortuorias y otros a manera de ofrendas constructivas; alrededor de 60 son de adultos, orientados en su mayoría en dirección norte-sur, en tanto que el resto corresponden a infantes que fueron dispuestos de este a oeste. En tres de los casos los personajes inhumados estaban acompañados por canes.
La mayor parte de los entierros de adultos fueron acompañados de vasijas miniatura de estilo teotihuacano con particularidades regionales, la mayoría similares a las que se han encontrado en la zona arqueológica de Teotihuacan; algunos también contenían piezas de concha trabajada, y en otros casos se recolectó una especie de canicas pulidas hechas de materiales minerales aún no identificados, de entre cuatro y ocho milímetros de diámetro, depositadas casi siempre a la altura del esternón de los esqueletos.
Bonfil explicó que al hacer la revisión cartográfica y en el archivo del Registro Nacional de Sitios y Monumentos del INAH, encontró referencias de sitios aislados en la región de Atotonilco de Tula, por lo que a partir de marzo de 2011 el Instituto inició una investigación arqueológica con motivo de las obras de construcción de la planta.
"En los primeros recorridos se hallaron materiales en la superficie pero no había evidencias claras de ocupaciones extensas, hasta que en una loma, en la parte más alta de la planta, encontramos los vestigios de arquitectura teotihuacana; ampliando la investigación bibliográfica ubicamos una posible referencia al lugar en un libro de Clara Díaz, Guadalupe Mastache y Ana María Crespo, quienes lo habían identificado como "Acoculco".
Durante las exploraciones arqueológicas, identificaron evidencias de otras dos ocupaciones posteriores a los teotihuacanos, básicamente representadas por arranques de muros y cerámica tolteca, y en la superficie se localizó pedacería de cerámica azteca de la fase III 1200 a 1500 d.C.)
"La mayor parte de la cerámica teotihuacana es semejante a la que se ha descubierto en el barrio oaxaqueño de la Zona Arqueológica de Teotihuacan, por lo cual se piensa que Aculco lo pudo fundar una avanzada de gente de dicho sector con la finalidad de controlar la cal que se encuentra en las minas aledañas, la más cercana ubicada a tan sólo un kilómetro de distancia del sitio prehispánico de Acoculco".
El estudio de Acoculco continuará en el laboratorio, mientras que el INAH y la Conagua estudian la posibilidad de abrir un museo para mostrar los descubrimientos.
Fuente:www.eluniversal.com.mx