La escritora de literatura negra afirma que hay una estética gótica en Latinoamérica
POR: VIRIGINIA BAUTISTA. CIUDAD DE MÉXICO.
El castillo tenebroso con criptas funerarias, edificios en ruinas habitados por personajes oscuros, antihéroes, huérfanos, seres abandonados, generalmente músicos, escritores o científicos, que siempre guardan secretos.
Estos son algunos de los escenarios de la literatura gótica que, aunque nacida a mediados del siglo XIX en Europa, sigue fascinando a los lectores contemporáneos. “Gusta porque habla de lo escondido, de lo que no está ordenado ni clasificado, es una cuestión de insubordinación, una ruptura de la regla. Esa marginalidad lo vuelve vigente, toca cuestiones muy profundas de la psiquis humana”, afirma María Negroni.
La escritora argentina, quien desde hace más de 16 años ha explorado este tema, parte de la premisa de que “en los sótanos de la razón está escondido un principio fundamental, que es inordenable: el deseo. El arte y la literatura trabajan desde ese material. Es una zona indomesticable, por naturaleza díscola, desobediente, imprevisible”.
La narradora acaba de publicar La noche tiene mil ojos (Caja Negra), que reúne por primera vez su trilogía negra, compuesta por Museo Negro (1999), Galería fantástica (2009) y el hasta ahora inédito Film noir, tres libros de ensayos consagrados a profundizar los alcances de la literatura gótica.
“Adentro de ese mundo aparece la pregunta de en qué consiste el acto de crear, cuáles son los costos de la creación, los castigos”, agrega.
Pero hay algo que en especial le interesó a Negroni de la estética gótica: si los escritores latinoamericanos escucharon también el llamado negro. “Creo que hay una circulación de textos, tópicos y estilos, que van en múltiples direcciones. Siempre me perturbó la idea de que nosotros, como escritores latinoamericanos, recibíamos la influencia del mundo cultural europeo y con ella hacíamos algo.
“Pero hay muchos casos en los que el texto inicial o primario surge en América Latina y es retomado después en Europa. Me interesa la idea de que no hay un lugar de origen y uno de recepción, sino que es más complejo. Creo que es más dinámico y menos unilateral cómo circulan los textos culturales. Hay un verdadero diálogo entre América Latina y Europa”, explica.
La autora pone como ejemplo de lo anterior el cuento Las babas del diablo, de Julio Cortázar, que el cineasta Michelangelo Antonioni retomó en 1967 para su películaBlow up; o La invención de Morel, de Adolfo Bioy Casares, que en 1961 recreó Alain Resnais en su filme El año pasado en Marienbad.
Negroni concluye que en América Latina, y en especial en México, también hubo propuestas originales de literatura fantástica, como lo ejemplifican varias obras del mexicano Carlos Fuentes. Excélsior