Un recinto con un sinfín de historias en su interior. Un legado que difícilmente se podría igualar y que este año celebra 40 años como espacio para la difusión del arte, la cultura y la movilización del pensamiento. Ése es el Museo Universitario del Chopo, único en su clase a nivel nacional.
José Luis Paredes Pacho, director del museo, platicó con El Economista su historia: “El Museo Universitario del Chopo se inaugura en 1975 dedicado al arte y la cultura; el edificio en sí mismo llega a México en 1903 y cumple distintas funciones, entre otras ser museo de historia natural”.
“También la experimentación literaria tuvo lugar en este museo, mediante las bienales de poesía visual y experimental. Siendo tan importante la literatura en México, la experimentación era un poco marginal, uno de los lugares en los que se llevaron a cabo estas actividades fue aquí”, agregó.
Pacho comentó que es a partir de 1975 cuando se vuelve una ventana al arte, generando propuestas culturales para las colonias cercanas, “un público que no tenía acceso a la oferta cultural”.
El museo del Chopo no sólo vino a generar oferta para ellos, sino que le abrió la puerta a nuevas tendencias que en ese momento nunca antes se habían visto: “El rock en ese entonces no sólo era música subterránea, sino también mal vista e incluso hasta perseguida y, por lo tanto, los grupos de los 60 y 80 e incluso hasta una parte de los 90 carecían de lugares dónde presentarse. El Chopo fue el primero en abrirles sus puertas y darles una espacio, entre ellos a Café Tacuba, Maldita Vecindad y Santa Sabina”.
Un recinto de trayectorias
Perteneciente a la UNAM, ha sido bastión de las culturas y las prácticas artísticas que se distancian de las generalmente admitidas, albergando de forma crítica propuestas emergentes y transdisciplinarias.
Ha creado atmósferas de experimentación y reflexión en colaboración con múltiples colectivos culturales y redes independientes de producción artística y de pensamiento, así como con instituciones de difusión cultural, locales, nacionales e internacionales, públicas y privadas, mediante programas transversales dirigidos a la comunidad universitaria y al público general.
Durante 40 años, el Chopo ha expandido los parámetros de las artes visuales, el performance, la música, el arte sonoro, el arte electrónico, el videoarte y otras manifestaciones que conjugan elementos de varias disciplinas.
También ha sido catapulta de talento artístico: aquí se han presentado los creadores visuales y escénicos, músicos y escritores más propositivos, quienes, con el paso del tiempo, marcan el pulso del horizonte cultural.
En la música, el Chopo fue el escenario para la presentación de importantes bandas de rock como Iconoclasta, Botellita de Jerez, Real de Catorce, Haragán, Santa Sabina, Víctimas del doctor Cerebro, Maldita vecindad y los hijos del quinto patio, Kenny y los eléctricos, entre muchas otras. Foro para destacadas cantantes como Betsy Pecanins, Cecilia Toussaint, Rita Guerrero, Regina Orozco, Eugenia León, Iraida Noriega, Lila Downs, y de compositores urbanos como Juan Hernández y su banda de blues, La rambla, Nina Galindo, Follaje, Dulce niño de aguamiel.
También ha demostrado su vocación incluyente albergando e impulsando el respeto y la participación de las mujeres en la actividad artística y cultural; y la de grupos juveniles marginados de rock, el punk y el grafiti.
Desde hace tres años, Pacho es el director del museo y desde el 2012 desarrolló un plan estratégico trazando líneas de trabajo para buscar fortalecer las características que le dieron al Chopo la importancia que tiene en el país.
En el área de artes vivas, se creó el Festival de Estruendo Multilingüe de Música Indígena Contemporánea, así como el área de trabajo de literatura expandida y el programa “¿Qué pasa en el barrio?”, que busca fortalecer ese vínculo histórico que tiene el museo con las colonias y con el espacio público.
Fuente: www.eleconomista.mx