Periódico La Jornada
El aumento de recursos permitiría a las lenguas indígenas sobrevivir, dice el historiador y experto en filosofía náhuatl en entrevista con La Jornada
La disyuntiva del siglo XXI: se mueren muchas o se salvan
Preservarlas depende de nosotros, de que las reconozcamos como riqueza, sostiene
Miguel León-Portilla (en su casa de Coyoacán) expresa: De las lenguas indígenas la que más se habla es el náhuatl, pero con muchas variantes, porque las lenguas, sobre todo si no se han cultivado, se dialectizan mucho, es decir, hacen variantes propiasFoto José Antonio López
Merry MacMasters
El historiador y experto en filosofía náhuatl Miguel León-Portilla (CDMX, 1926) señala que el gobierno debe incrementar el apoyo a la educación para que las lenguas indígenas, en primer lugar, sobrevivan en los habitantes que las tienen como maternas, a la vez que se difundan.
Según el autor de Visión de los vencidos, en el siglo XXI habrá una disyuntiva: o mueren muchas lenguas o se salvan. Hay lingüistas que dicen que de las 5 mil lenguas existentes en el mundo no van a quedar ni 100. Digo que pueden quedar muchas más, depende de nosotros, que somos maestros, y de cierta manera lingüistas, los que estamos interesados en la historia de nuestro país y reconocemos que es una riqueza.
Integrante del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), pide a los indígenas, por un lado, que no se avergüencen de tener ese pasado, y por el otro, a los no indígenas respetar y enriquecerse con ello al aprender lenguas de la región en que viven.
En entrevista con La Jornada, León-Portilla dice que la lucha debe seguir. Cuando muere una lengua es una tragedia para la humanidad. Y la poesía es la flor más bella de la expresión humana; tenemos una poesía bellísima en náhuatl, maya, purépecha, etcétera.
Al respecto escribió el poema Cuando muere una lengua, que termina al decir que la humanidad se empobrece, pues, explica, al carecer de estas perspectivas que tiene un poeta para ver desde una atalaya la realidad de un modo muy peculiar. Cada lengua evoca experiencias de manera única. Al morirse una lengua se cierra esta ventana, ya usted jamás podrá acercarse a esta manera de pensamiento.
León-Portilla habla con motivo de dos actividades celebratorias de ese género: el séptimo Festival de Poesía las Lenguas de América: Carlos Montemayor, que mañana se efectuará en la Sala Nezahualcóyotl del Centro Cultural Universitario, y el Primer Encuentro Mundial de Poesía de los Pueblos: Voces de Colores de la Madre Tierra, que será inaugurado el lunes 17 en la Sala Principal del Palacio de Bellas Artes, acto en el que participará.
Filosofía en potencia
A la pregunta, ¿qué pediría a las autoridades en cuanto a la enseñanza de las lenguas originarias?, contesta: Que por lo pronto se enseñe y se difunda en la región en que se habla, porque no puedo obligar a un maya que aprenda purépecha. ¿Para qué? En cambio, los purépechas sí desean hablar la suya. De las lenguas indígenas la que más se habla es el náhuatl, pero con muchas variantes, porque las lenguas, sobre todo si no se han cultivado, se dialectizan mucho, es decir, hacen variantes propias.
León-Portilla estima que en México existen entre 14 y 15 millones de hablantes de lenguas indígenas. Ahora, ¿cómo pueden conservarlas? Distintas instituciones, como la UNAM y la Universidad Veracruzana; enseñan náhuatl, otomí, maya, mixteco y totonaco. También se enseñan en países como Francia, Alemania, Italia, Holanda, España, Estados Unidos, Canadá, Japón y China.
Son estudiadas, en primer lugar, por los antropólogos, luego, por los propios indígenas que quieren mejorar sus capacidades, y finalmente por entusiastas de estos pueblos. Para León-Portilla, sin embargo, las lenguas originarias sólo vivirán si tienen una función, si no, empiezan a decaer. Ejemplifica: El náhuatl no se va a escuchar en una oficina bancaria, pero en el campo sí. Lo que la lengua tiene en su léxico es como el inventario de su cultura.
Según el investigador, los indígenas están en el proceso de levantar la cabeza y sentirse orgullosos de ser quienes son. Les digo, tengan orgullo, ya que ustedes tienen lo que muchas personas no, la posibilidad de ver la realidad desde la perspectiva de un nahua, un maya, un quiché, un totonaco o un seri, y de una persona que habla español. Esto es un tesoro, porque cada lengua contiene una filosofía en potencia, cada lengua es un universo de ideas. Entonces, sí creo que todos debemos considerar que para los indígenas sus lenguas son la base de sus derechos humanos.
León-Portilla recuerda que aquí en el siglo XIX se pensó que para hacer un país unificado tenía que haber una sola lengua. Justo Sierra era de esa idea. Es un error. Un país puede tener hablantes de varias lenguas. Apenas ahora en la Constitución federal, en el artículo cuarto, se reconoce que somos un país con muchas culturas y con muchas lenguas. Es como reconocer que el sol está en el cielo. Pero, bueno, más vale tarde que nunca. Estamos en una encrucijada.