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Cultura y Espectaculos

Sor Juana en la cocina

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Categoría: Cultura y Espectaculos Creado: 13 Abril 2016 Visto: 2855

sor cocinaLa Redacción. Algarabía
Te presentamos algunas recetas de La «Décima musa» en un espacio más de experimentación, pues como bien señaló:« [...] Si Aristóteles hubiera guisado, mucho más hubiera escrito».
Cuando Juana Inés de Asbaje y Ramírez decidió renunciar a la vida mundana para dedicarse al estudio, lo más lógico fue meterse de monja, pues pensaba que tendría la oportunidad de leer y escribir a sus anchas. Así que en agosto de 1667 entró al convento de San José de las carmelitas descalzas.
Tres meses soportó Juana Inés a las carmelitas y en febrero de 1668 ingresó al convento de San Jerónimo, donde por fin pudo ejercer su vocación con cierta libertad: siguió siendo una joya de la corte virreinal, llegó a tener 4 mil libros y varios aparatos científicos.
Aquello de entrar al convento de San Jerónimo fue un error, ya que la excesiva rigidez que aquí se establecía le impidió hacer lo que deseaba.

Escribió para sí misma, para sus protectores y amigos y cumplió con las actividades propias de la vida conventual. Una de éstas era cocinar.
Conoce también: Los amores de Sor Juana
Hace unos pocos años se descubrió un recetario del convento de San Jerónimo cuya redacción se atribuye
 a sor Juana quien, por cierto, tomó a la cocina como un espacio más de experimentación. Incluye varias decenas de recetas, especialidades de la cocina conventual del Virreinato. Se cree que la mayoría son transcripciones de las que se preparaban en el convento, pero no se descarta que varias tengan una aportación personal de la «Décima musa».
La influencia árabe se deja notar en la abundancia de piñones, nueces, pasas y otros alimentos de la gastronomía oriental, mientras que el Caribe aportó exóticos frutos como el mamey. Por supuesto están presentes el maíz, el cacao y el chile. Se hace agua la boca con los buñuelos, las jericayas y otros postres que hasta la fecha asociamos con «las monjitas».
Pasemos a una selección de estas recetas tal y como las escribió sor Juana1 pequeña, pero sustanciosa, y los retamos a que las prepare y saboree la pura esencia virreinal:
Buñuelos de viento
Se pone a hervir un cazo con agua de anís y manteca,
 así que hierve se le va despolvorando la harina, y se está meneando porque no se queme. Así que se hace pelota y despega del cazo, se aparta y deja enfriar. Después, a cada libra de harina, nueve huevos como para freír. En la palma de la mano se van deshaciendo, así que está bien espesa, se le echa tantita manteca derretida y se van echando con una cuchara de plata en la manteca y así que revienta se aviva el fuego para que salgan dorados.
Ante2 de mamey
Una libra de mamey, media de almendras, dos de
 azúcar clarificada y colada, puesto al fuego hasta que tome punto no muy alto. Se hace pasta de piña, a libra de piña otra de azúcar, se ponen capas de mamón1 y la pasta se adorna con canela, pasas y almendras. Dos libras de azúcar clarificada, así que está de medio punto echa un coco rallado y luego que espese bien, se aparta y deja enfriar y poco a poco se le echan 12 yemas batidas, se pone al fuego y revuelve. A un coco molido, 10 yemas, cuatro reales de almendra, 12 id. de azúcar y vino lo que baste para mojar el mamón y no lleva canela.
«¿Qué podemos saber las mujeres sino filosofías de cocina? [...] Bien se puede filosofar y aderezar la cena. Y yo suelo decir viendo estas cosillas: Si Aristóteles hubiera guisado, mucho más hubiera escrito»
Respuesta a sor Filotea de la Cruz
Dulce de jericaya
Se endulza la leche hervida. A una taza de leche,
cuatro yemas, se revuelven y echan en la taza, se ponen a hervir dentro de agua con un comal encima, y para conocer si está, mete un popote hasta que salga limpio. Después echa canela.
Torta de arroz
Se hace el arroz con
 leche y ya que está bueno se aparta y unta una cazuela con manteca y se echa la mitad
del arroz en la cazuela, frío;
 ya está prevenido el picadillo como para rellenar con jitomate, una punta de dulce, pasas, almendras, piñones, acitrón y alcaparras, y se la echa y encima la otra mitad del arroz, y puesto a dos fuegos se le va untando con unas plumas manteca por encima y así está cocida se aparta.
Conoce el extracto completo de su recetario en el artículo que encontrarás en la revista Algarabía 138.

 

La cultura mexicana vuelve a Berlín; ahora exhiben el esplendor de los mayas

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Categoría: Cultura y Espectaculos Creado: 13 Abril 2016 Visto: 3024

mayassAntes fueron los mexicas y Teotihuacán, celebra Gereon Sievernich, director del recinto
Esculturas de piedra caliza de 900-1250 aC, incluidas en la exposición de unas 300 piezas alusivas a la civilización maya, que ocupa 12 salas del Museo Martin Gropius Bau, la cual concluirá el 7 de agosto
Alia Lira Hartmann. Corresponsal. Periódico La Jornada
Berlín.
El Museo Martin Gropius Bau de Berlín vuelve a mostrar el esplendor de la cultura mexicana, esta vez de la mano de Los mayas: el lenguaje de la belleza.

Gereon Sievernich, director de ese recinto, expresó con entusiasmo el privilegio de esa institución, que dirige desde 2001, por exhibir la riqueza de esa civilización precolombina.

Hemos trabajado entre tres y cuatro años en la preparación de esta muestra y estoy muy agradecido con mis compañeros mexicanos por el trabajo conjunto con quienes ya he tenido experiencias pasadas en 2006 con la exposición de los aztecas y en 2010 con la de Teotihuacán.

Sievernich recomendó ampliamente al público alemán visitar en México el bello estado de Yucatán, de donde provienen la mayor parte de las piezas de la exposición.

Yo soy tú, tú eres yo

Saúl Ancona, titular de la Secretaría de Turismo de Yucatán, respondió halagado; destacó la trascendencia cultural para el estado de esta exposición en la capital alemana e invitó al público asistente con la frase que revela uno de los aspectos de la cosmovisión maya, “Yo soy tú, tú eres yo (Ich bin Du, Du bist ich, en alemán).

Unas 300 piezas provenientes de 28 instituciones mexicanas ocupan 12 salas que suman 800 metros cuadrados.

La curadora de la exposición, Karina Romero Blanco, detalló las líneas temáticas que estructuran esa muestra sobre la cosmovisión maya.

La primera línea son piezas que resaltan el cuerpo como lienzo en multiplicidad de formas, el uso del cuerpo y el rostro como superficie moldeable.

Otra es el cuerpo con ricos atuendos, elaborada joyería de jade y muestra de textiles del cenote sagrado de Chichén Itzá.

La correspondencia entre el hombre y el animal, la asociación íntima mediante la noción del nahualismo es el tercer tema de la exposición.

La cuarta y última línea temática son las deidades mayas, las fuerzas de la naturaleza y su influencia sobre el hombre.

La historia entre la cultura maya y Alemania va de la mano de investigadores alemanes como Teobert Maler, que dedicaron buena parte de sus vidas a explorar las ruinas mayas. Maler residió en Mérida hasta su muerte, ocurrida en 1917.

En la actualidad las investigaciones y publicaciones del mayista alemán Nikolai Gruber constituyen otro puente cultural científico.

Sin embargo, tal vez una afortunada casualidad haya sido la que sembró la semilla de la historia entre Berlín y los mayas, cuyo esplendor ahora se exhibe en el Gropius Bau.

En 1945, en las ruinas del Berlín destruido por los bombardeos, se encontraban abandonadas numerosas cajas con libros de algunas de las bibliotecas de la ciudad.

Llamó la atención de un soldado ruso un libro sobre los mayas; lo recogió y se lo llevó a casa. Su fascinación por lo revelado en aquel libro lo llevó a trabajar durante años sobre la escritura maya.

Aquel soldado ruso era Yuri Knórosov, quien en los años 50 del siglo pasado creó un método matemático para descifrar la escritura maya.

 

Inauguran muestra de arte novohispano en el Museo de San Carlos

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Categoría: Cultura y Espectaculos Creado: 13 Abril 2016 Visto: 2783

vizcainasPor Ericka Montaño Garfias. La Jornada
'El barroco en la colección del Colegio de Vizcaínas. Grandes maestros novohispanos' está integrada por 30 piezas. Foto tomada del perfil de Twitter @museo_sancarlos

Ciudad de México. El Museo Nacional de San Carlos inaugura este jueves 14 de abril la muestra El barroco en la colección del Colegio de San Ignacio de Loyola Vizcaínas. Grandes maestros novohispanos integrada por 30 piezas de las cuales 12 pertenecen al acervo del Colegio de las Vizcaínas y de ellas, 11 nunca habían salido de ese recinto localizado en el Centro Histórico.

Entre las obras prestadas por el Museo de San Ignacio de Loyola se encuentran Nuestra Señora de Aranzazú, de Cristóbal de Villalpando, Cristo conducido al sepulcro de Juan Rodríguez Juárez, Santísima Trinidad de José de Ibarra, y San Ignacio de Loyola, obra de Juan Correa.

La exposición se complementa con 18 obras de la colección del Museo Nacional de San Carlos, entre ellas el cuadro La cena de Emaús, de Francisco de Zurbarán, una de las joyas de la colección de ese recinto, al igual que Nuestra Señora de Belém, de Esteban Murillo.

Grandes maestros novohispanos... se divide en tres núcleos Escenas cristianas, Escenas Marianas y Santos y Mártires y concluye en junio.

El Museo Nacional de San Carlos se encuentra en Puente de Alvarado número 50, en la colonia Tabacalera.

 

Presentan principio arquitectónico en libro

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Categoría: Cultura y Espectaculos Creado: 13 Abril 2016 Visto: 3243

arquitecLuis Fernando Solís Ávila revela las entrañas de obras de Félix Candela, Enrique Landa, Pedro Ramírez Vázquez y Teodoro González de León
JUAN CARLOS TALAVERA. EXCÉLSIOR

Luis Fernando Solís Ávila es autor del libro Principios estructurales en la arquitectura mexicana. Foto: Mateo Reyes
CIUDAD DE MÉXICO.

La obra emblemática de arquitectos como Félix Candela, Enrique Landa, Carlos Mijares, Pedro Ramírez Vázquez, Teodoro González de León y Honorato Carrasco, entre otros, es analizada, revisada y compilada en el libro Principios estructurales en la arquitectura mexicana, donde Luis Fernando Solís Ávila revela las entrañas de 27 edificios mexicanos que han hecho historia, apoyado en una aplicación para teléfonos inteligentes que pueden construirse en realidad aumentada.

Este volumen, que será presentado hoy a las 19:00 horas en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, no sólo revela esa arquitectura, que hoy muchos han olvidado a pesar de su reconocimiento internacional, sino que permite observar los huesos de edificios como el Palacio de los Deportes, la Alberca Olímpica, la cubierta del patio principal del Palacio de Minería, el Auditorio Nacional, la Basílica de Guadalupe, el Museo José Luis Cuevas, el Conjunto Aristos, el Conservatorio Nacional de Música, el Museo de Historia Natural y el Conjunto Calakmul, entre otros.

El volumen es editado por Trillas y contiene una aplicación descargable mediante un Código QR, que permite revisar paso a paso la construcción de cada uno de estos edificios, detalló Solís Ávila, donde es posible observar los elementos de tensocompresión, tensotracción y flexión de cada edificio.

Durante la entrevista, Solís Ávila reconoció que la arquitectura en México fue de vanguardia en los años 50 y 60 porque el país crecía a una velocidad impresionante, lo que implicó un desarrollo brutal. Dicho crecimiento llegó al grado de que a México llegaron personajes tan importantes como Max Cetto o Mathias Goeritz.

Por desgracia, actualmente lo que domina en el ámbito de la arquitectura es el negocio y otro tipo de intereses, como la monumentalidad, y no la combinación de tres elementos que imperaron en la arquitectura de los años 50 y 60: la suma de conocimientos científicos, humanísticos y artísticos.

Por último, habló sobre la devastación y la falta de conservación de los edificios históricos, en particular del siglo XVIII y XIX. “Uno tiene que respetar y cuidar sus raíces y tradiciones, entre ellas la arquitectura, porque ésta en todas sus épocas ha tenido valores inmensos que lamentablemente se han ido perdiendo. Sin embargo, desde la arquitectura colonial, del periodo barroco y el plateresco son valiosísimas sin importar su dimensión física”, dijo el autor.

Luis Fernando Solís ha sido catedrático de la UNAM desde 1976, en 2004 recibió el Premio Universidad Nacional, premio “José Villagrán” a la Práctica Docente, y autor de libros como La remodelación de la Biblioteca Central y Los arquitectos forjadores del campus de Ciudad Universitaria.

 

El mexicano Jorge Aguilar gana el Premio Xavier Villaurrutia 2015

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Categoría: Cultura y Espectaculos Creado: 13 Abril 2016 Visto: 2835

villarutiaaEl galardón le fue concedido al escritor e investigador chihuahuense por su obra, 'Sueños de la razón, 1799 y 1800. Umbrales del siglo XIX'
EFE / FOTOS: TWITTER. EXCÉLSIOR
CIUDAD DE MÉXICO
El autor mexicano Jorge Aguilar Mora fue nombrado ganador del Premio Xavier Villaurrutia de Escritores para Escritores 2015 por su obra "Sueños de la razón, 1799 y 1800. Umbrales del siglo XIX", anunció hoy el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA).

El galardón le fue concedido al escritor e investigador chihuahuense, nacido en 1946, por su capacidad de "novelar las ideas, de tejer complejidades" y tender los hilos entre "la fuerza creativa del arte" y "la fuerza creativa en la exploración del universo", aseguró el jurado en su fallo unánime.

De su obra, indicó que es "un libro único en la literatura mexicana", y que con ella, Aguilar "nos abre el umbral del siglo XIX, pero la luz que nos descubre llega a iluminar nuestro tiempo".

En esta edición, el jurado estuvo integrado por los escritores Álvaro Uribe, ganador del mismo premio el año pasado, Coral Bracho y Alberto Ruy Sánchez, informó el INBA en un comunicado.

"Sueños de la razón, 1799 y 1800" es la primera entrega del proyecto con que el autor pretende revisar la transición hacia el siglo XIX en los terrenos cultural, político, filosófico, social y económico.

Presenta "cómo y quiénes generaron las ideas que marcaron el siglo XIX" de manera eurocentrista "en algún sentido", porque las ideas surgieron casi todas en Europa, "pero sin descuidar lo que pasó en América en ese tiempo", remarcó Uribe.

Aguilar, también autor de obras como "Los secretos de la aurora" y "Si muero lejos de ti", basó su trabajo en un estudio minucioso "que es inverosímilmente difícil; es complicado imaginar cómo hizo una sola persona para leer todo lo que leyó", opinó el integrante del jurado.

Uribe añadió que, aunque "Sueños de la razón" -publicada por Ediciones Era- podría ser clasificado como ensayo, él lo leyó como novela. "Tiene la habilidad de meterse a la complejidad sin simplificarla, y hacerla asequible; pocos lo pueden lograr", consideró.

El Premio Xavier Villaurrutia fue creado en 1955 como un reconocimiento de escritores para escritores.

Algunos de los autores que han recibido el galardón son Juan Rulfo, Octavio Paz, Carlos Fuentes, Sergio Pitol, Álvaro Mutis, Carlos Monsiváis, Elena Garro y Juan Villoro.

 

5 tesoros arqueo-históricos escondidos en el centro histórico de la Ciudad de México

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Categoría: Cultura y Espectaculos Creado: 11 Abril 2016 Visto: 3341

5 zonasÁngeles Gallegos. México Desconocido

Las calles del Centro Histórico de la Ciudad de México aún esconden “joyas” que, en nuestro rápido andar (o por no resultar tan obvios), casi siempre pasamos de largo. ¡Aquí cinco ejemplos!
Para quienes gustamos de recorrer las calles del Centro Histórico de la Ciudad de México, todavía sorprende descubrir “tesoros” arqueo-históricos. Aquí te presentamos cinco buenos ejemplos. ¡Conócelos y lánzate a su encuentro!

1. Restos de las escalinatas del Templo de Tezcatlipoca
A un costado del Palacio Nacional se encuentra la calle de Moneda que, durante el siglo XIX, recibiera ese curioso nombre porque en el número 13 se encontraba la antigua Casa de Moneda. Aquí, durante la época colonial, se acuñaba casi todo el metálico que circulaba en la Nueva España.

Casi enfrente de ese histórico edificio (que hoy alberga al Museo de las Culturas) está el Ex Palacio del Arzobispado, bella construcción hoy convertida en un museo de arte religioso colonial, propiedad de la SHCP. En el Patio Norte de esta institución -recientemente remodelada-, en una esquina se pueden admirar los restos de lo que fueran las grandes escalinatas originales que conducían a lo alto del Templo de Tezcatlipoca, una de las deidades más importantes del panteón mexica, y cuyo edificio se levantaba a un costado del Templo Mayor.

En ese mismo lugar, además de cerámica y otros objetos arqueológicos de pequeño formato, fue descubierto en 1988 el llamado Cuauhxicalli de Moctezuma. Este espectacular monolito de forma cilíndrica, después de haber sido rescatado y estudiado, fue enviado al Museo Nacional de Antropología de la Ciudad de México para convertirse en el último gran huésped de la Sala Mexica.
2. Cabeza de serpiente

En la esquina que actualmente conforman las calles de José María Pino Suárez y República de El Salvador, entre el mar de gente que a diario transita por esa concurrida zona del Centro Histórico, pocos se han dado cuenta de que aún sobrevive la espectacular cabeza de una serpiente finamente tallada en basalto durante la época mexica. La pieza fue reutilizada como una especie de elemento decorativo para la construcción del Palacio de los Condes de Calimaya durante el Virreinato. Hoy luce orgullosa sus grandes fauces en una de las esquinas del actual Museo de la Ciudad.
El impacto que esta escultura indígena puede causar al espectador es tal que muchos afirman que “denota el triunfo de la arquitectura colonial sobre su antecedente prehispánica”. Otros, prefieren asegurar que éste “es el mejor ejemplo de que mientras exista el mundo, la huella del arte escultórico mexica, plasmada en esa cabeza de serpiente, ni la Conquista ni la arquitectura de los tiempos modernos en el Centro Histórico de la Ciudad de México podrán borrar de los anales de la humanidad”.

3. Placa conmemorativa de la Piedra del Sol en la Catedral

Doscientos sesenta y nueve años después la caída de México-Tenochtitlán, el 13 de agosto de 1790, fue descubierta -a escasos metro y medio de profundidad- una enorme escultura que, por su aspecto, parecía ser la imagen de un dios-demonio de la antigüedad. Se trataba de la monumental Coatlicue que hoy podemos apreciar en la Sala Mexica del Museo Nacional de Antropología.

En aquel momento, en lugar de ser destruida (como hubiese sucedido si este hallazgo se hubiera hecho durante los primeros años de la Colonia), el virrey, el segundo Conde de Revillagigedo, mandó que la “horrible pieza” se conservara y aceptó trasladarla a los patios de la Universidad Pontificia (antecedente de la actual Universidad Nacional Autónoma de México). En este recinto, un equipo de académicos se había comprometido a estudiar, registrar y custodiar la imagen de Coatlicue. Este fue el primer intento por conservar una pieza, por lo que nace aquí la historia del coleccionismo en México.

Pocos meses después, el 17 de diciembre, se halló, por la misma zona (casi en la esquina que hoy conforman el Palacio Nacional y los edificios dobles del Gobierno de la capital), otro espectacular monumento de manufactura indígena. Se trataba de la Piedra del Sol o Calendario Azteca que, de inmediato, llamó la atención hasta del arzobispo de la ciudad quien mandó pedir al Virrey que la pieza luciera su magnífica traza en uno de los torreones de la recién levantada Catedral Metropolitana que, por aquellos años, continuaba construyéndose. Así, desde finales de la Colonia y hasta casi finales del siglo XIX, la Piedra del Sol vio pasar la historia en la torre poniente de la Catedral (viendo hacia las calles de Tacuba y 5 de Mayo) hasta que el presidente Porfirio Díaz, entendiendo que ésta era el monumento prehispánico de mayor simbolismo, pidió que se desempotrase para ser parte central del Museo Nacional. Una placa colocada en tiempos relativamente recientes en la torre Poniente de la Catedral Metropolitana da cuenta de estos pasajes.

4. Placa restos de Hernán Cortés

Caminando nuevamente por la esquina que conforman las calles de Pino Suárez y República de El Salvador, en contra-esquina con el Museo de la Ciudad, se puede distinguir la parte posterior de la Iglesia y Hospital de Jesús. Ésta fue una de las primeras instituciones mandadas fundar y levantar por el mismo capitán Hernán Cortés tras la guerra por la conquista de México.

El dato curioso o poco conocido de este lugar es que justo a un costado del Presbiterio (del lado izquierdo), en lo alto de una pared, se descubre una placa metálica en la que se hace constatar que, durante una buena parte de la Colonia, los restos del conquistador español descansaron en este lugar hasta que en los siglos XIX y XX fueron reclamados en el viejo continente. Hoy no se sabe con claridad su ubicación.

5. Templo Ehécatl-Quetzalcóatl

Durante los trabajos para la construcción de la Línea 2 del Metro, entre 1968 y 1979, un equipo de arqueólogos trabajó en la liberación de un extraño templo de la época prehispánica. Tras su completo rescate y estudio, hoy sabemos que esta curiosa construcción, a la cual se puede acceder caminando por uno de los pasillos de la estación Pino Suárez, estuvo dedicada a una de las deidades más importantes del panteón mexica: Ehécatl-Quetzalcóatl, dios del viento. El hallazgo de una figura de un mono (hembra, aparentemente embarazada) tallada en barro, animal asociado con esta deidad; y el adoratorio de forma circular en lo alto del templo (que evoca el movimiento del viento antes de las lluvias) en pleno corazón del Centro Histórico de la Ciudad de México, así lo comprueban.

Hoy, esta pequeña "zona arqueológica" (la pirámide del metro o Templo de Ehécatl-Quetzalcóatl) es visitada “indirectamente” por más de 54 millones de personas al año, ¡cifra 21 veces superior a la registrada, durante ese mismo intervalo de tiempo, en sitios como Teotihuacan, en el Estado de México!

 

Danza butoh: la reinvención del cuerpo

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Categoría: Cultura y Espectaculos Creado: 11 Abril 2016 Visto: 3032

danzaaaaaPor Christine Greiner. La Jornada

Christine Greiner, una de las especialistas latinoamericanas más importantes en butoh, ofrece una reflexión de los cambios que ha sufrido esta danza, desde su concepción hasta la diáspora por occidente, sobre todo en América Latina.

Entre los artistas que han propagado el butoh por el mundo occidental, hay una minoría que fue testigo de los inicios del movimiento y un gran número de admiradores que reinventaron el butoh según sus propias necesidades y convicciones. Cada vez es más difícil encontrar un entrenamiento de butoh que siga una metodología sistematizada como el butoh-fu, que fue el camino propuesto por Tatsumi Hijikata (1928-1986), el principal mentor de este movimiento. Lo que circula en el mercado son residencias de unos cuantos meses, módulos de dos o tres semanas o workshops de un solo día, donde lo que se enseña generalmente parte de improvisaciones, ejercicios de autoconocimiento y sensibilización con pinceladas de “principios de cultura japonesa”.

En el caso específico de América Latina, fue a partir de la visita de Kazuo Ohno a Brasil y Argentina, en 1986, que comenzó a forjarse una versión melodramática del butoh, con el incentivo de bailarines impresionados por la presencia carismática de Ohno. Entre ellos, hay un número considerable de coreógrafos japoneses que emigraron a Europa (casi siempre a Francia o Alemania) y a América (Estados Unidos, Canadá y México). Como son de una generación más joven, la mayoría nunca estudió con Hijikata y conoció a Ohno de paso por Japón o incluso de visita en otros países. Al igual que los nuevos “maestros occidentales”, el punto de partida de estos “maestros japoneses” gira en torno a las imágenes del butoh y la transmisión oral de enseñanzas basadas en referencias personales.

Con el paso de los años, el desconocimiento de las preocupaciones que estimularon a los artistas de la primera generación tuvo consecuencias en los modos de lidiar con la técnica. En la cultura japonesa, como explica Yasuo Yuasa en The Body Toward. A Eastern Mind-Body Theory, desde los primeros estudios del cuerpo y del arte en Asia se ha puesto énfasis en el reconocimiento de que las ideas nunca estuvieron apartadas del cuerpo, sino que se constituyen a partir de éste, o sea, de laboratorios específicos de creación y entrenamiento. Lo artístico siempre estuvo íntimamente ligado a la preparación, y esto valía para la poesía waka, el teatro Noh, los arreglos florales ikebana y también para el butoh. Sin entrenamiento, las experiencias atraviesan una zona peligrosa de imprecisión.*

No se trata de una búsqueda de los orígenes o de fidelidad a una esencia primordial. El traslado de las preocupaciones y entrenamientos a otras redes siempre fue fundamental para el butoh, toda vez que el nomadismo ya formaba parte de su proyecto inicial, migrando de cuerpo a cuerpo, de una experiencia a otra y entre medios diversos (cine, fotografía, literatura, etcétera). En ese sentido, la metamorfosis no puede ni debe ser vista de forma peyorativa. Sin embargo, hay dos aspectos de consideración. En primer lugar, para que las nuevas experiencias tengan alguna familiaridad entre sí, en tanto comparten el hecho de ser experiencias de butoh (y no de ballet o hip hop), es necesario que haya una metodología de creación mínimamente compartida (el butoh es una técnica) y que ésta arranque de cuestiones que desafíen la naturaleza orgánica del cuerpo y las individualidades. Digo esto porque, con el paso del tiempo, han surgido diferentes tipos de entrenamientos, pero no siempre han tenido en cuenta los métodos iniciales que desarrollaron Hijikata y Ohno. Un ejemplo importante es la metodología de Min Tanaka, que siempre siguió un camino propio, pero sin dejar de compartir preocupaciones fundamentales con Hijikata. El segundo aspecto a considerar es que, para que la vitalidad no se extravíe, las experiencias de butoh no pueden ser calcas de un modelo estandarizado. Lo que puede resultar atractivo para los videoclips de Madonna se vuelve absolutamente nocivo para experiencias artísticas, ya que paraliza los procesos de creación y anestesia las preocupaciones más importantes.

No es una discusión nueva. Al incrustar imágenes formuladas al final de un proceso, se pierde la complejidad creada durante la búsqueda. Si bien es cierto que en los inicios del butoh no había una sistematización clara del entrenamiento, al final de los años sesenta y comienzo de los setenta, Hijikata empezó a elaborar una metodología que sirviera para la formación de nuevos artistas. Sin ella, no sería posible enseñar o crear y eso era particularmente valioso en aquel momento, porque Hijikata estaba decidido a dejar los escenarios.

Es justamente en ese aspecto que la historia del butoh comenzó a diseminarse por nuevos caminos. La mayoría de las experiencias dirigidas por artistas (que poco o nada saben de los aspectos iniciales del butoh y su preparación) se ampara en los “productos” del butoh y no en el proceso perceptivo generado por las indagaciones más potentes.

Los puntos de partida más comunes fueron: 1) modelos estereotipados que se estabilizaron durante el proceso de replicación en Occidente, 2) clichés abstractos y herméticos que permearon los discursos y que podían significar cualquier cosa, en tanto que los decían supuestos gurúes y maestros; 3) experiencias melodramáticas que maquillaron toda inquietud política y filosófica en pro de un fuerte reclamo emocional.
Los orígenes
Tatsumi Hijikata, cuyo verdadero nombre fue Kunio Yoneyama, nació el 9 de marzo de 1928 en el barrio de Asahikawa, Akita, una región extremadamente fría al nordeste de Japón. Aun cuando la vida para los habitantes de ese lugar era muy difícil, la familia de Hijikata vivía con cierta comodidad. Su padre tenía un restaurante de soba, criaba gusanos de seda y hospedaba estudiantes en su casa. Era también un alcohólico violento que solía golpear a su familia, lo cual contribuyó a que Hijikata decidiera mudarse a Tokio en 1952, de donde no se movió hasta su muerte, en 1986, salvo por pequeños y esporádicos viajes dentro de Japón.

Los datos biográficos de Hijikata son controvertidos y difícilmente verificables. Él mismo no era muy afecto a dar pruebas y explicaciones. El libro que escribió antes de morir, Yameru Maihime (La bailarina enferma), es más una escritura performativa, movilizada por percepciones y fragmentos de recuerdos, que una autobiografía o libro de memorias.

Después de su muerte, en la ceremonia de homenaje donde se reunieron distintos académicos para comentar su legado, Donald Richie confesó que no tenía más que dos imágenes de su amigo: agachado, entreteniendo al grupo de niños que participaba en su película Juegos de guerra, o en cuclillas, como le gustaba quedarse durante horas, viendo simplemente cómo pasaba la vida. Hijikata era conocido por esta “displicencia” y la peculiaridad de su humor. Fue así como organizó su singular metodología de investigación, desarrollada en gran parte al calor de las pláticas en los bares de Shinjuku (especialmente en las afueras de Golden Gai) con amigos como Yukio Mishima y los traductores Tatsuhiko Shibusawa y Kuniichi Uno, entre otros.

Sus principales discípulos eran reacios a divulgar información sobre su entrenamiento y su vida personal, acaso para preservar algunos recuerdos más controvertidos. Al mudarse a Tokio, Hijikata aceptó varios trabajos y, de acuerdo con las investigaciones de Stephen Barber, uno de sus biógrafos, es posible que haya estado algunas veces en prisión. Yo nunca pude confirmar este dato, aunque quizá tampoco sea relevante.

Entre la segunda mitad de los años cuarenta y el comienzo de los cincuenta, Tokio estaba ocupado por las fuerzas estadunidenses. Vivir sin dinero en esa época significaba compartir el espacio con alcohólicos, drogadictos y delincuentes. Es sólo hasta la segunda mitad de los años cincuenta que Hijikata se involucra con la comunidad artística y comienza a participar en espectáculos de danza creados por Hironobu Oikawa y Mitsuko Ando, quien poseía una academia de danza muy famosa en aquella época. Fue justamente en esa academia donde Hijikata conoció a Kazuo Ono y a su hijo Yoshito, quienes fueron compañeros importantes en los albores de la experiencia butoh. También formaba parte del grupo Akiko Ohara, una joven bailarina que participó en las primeras improvisaciones antes de mudarse a Brasil, donde vive desde hace casi cincuenta años en la comunidad Yuba.

En 1956 Hijikata conoció el estudio Asbestos de la coreógrafa Akiko Motofuji, que en aquella época vivía con su marido, Tsuda Nobutoshi, un artista con quien Hijikata colaboró y que, de acuerdo con la crítica de danza Kazuko Kuniyoshi, fue quien en realidad comenzó a balbucear una danza de las tinieblas (como sería conocido más tarde el ankoku butoh). Según Barber, el estudio estaba financiado por el padre de Motofuji, un magnate de la industria del amianto (de ahí el nombre del estudio). Y cuando Motofuji e Hijikata comenzaron a vivir juntos, Asbestos pasó a ser el estudio de este último y funcionó hasta poco antes de la muerte de Motofuji, en octubre de 2003. Hasta su clausura, tuvo una historia bastante agitada, ya que fue utilizado como cine, sala de ensayo, club nocturno (Bar Gibbon) y teatro.

El performance inaugural del butoh ocurrió en 1959 y se llamó Kinjiki (colores prohibidos). Sus participantes fueron: un hombre (el propio Hijikata), un muchacho (Yoshito Ono) y una gallina. El investigador Bruce Baird hizo un registro minucioso de esta obra, recabando fotografías, entre-vistas y fragmentos de textos que describen la experiencia. Tales memorias y declaraciones a veces resultan contradictorias, pero todo indica que la obra –considerada “peligrosa y nada artística” por la mayoría del público– fue concebida por Hijikata a partir de la novela homónima de Yukio Mishima y de los escritos de Jean Genet. En una plática que tuve con Yoshito en São Paulo, durante la exposición Tokyogaqui (2008), me explicó que en aquella época no entendía muy bien lo que quería Hijikata. Él estaba allí, pero sólo hacía lo que Hijikata le mandaba. Sus palabras coinciden con el testimonio de Yukio Waguri, que bailó durante casi una década con Hijikata y con quien también platiqué varias veces durante su residencia en el teatro tuca-Arena, en São Paulo. Todo indica que Hijikata no daba grandes explicaciones a sus bailarines, lo cual afectó la transmisión del butoh, especialmente después de su muerte.

Otro gran artista francés que impactó al butoh de manera decisiva fue Antonin Artaud. Uno de los primeros en interesarse por su obra fue el coreógrafo Hironobu Oikawa, quien visitó París para estudiar mímica. Oikawa dirigía una compañía llamada Arutokan (Casa de Artaud), con la cual Hijikata había colaborado. Hasta 1965, El teatro y su doble no había sido publicado en japonés, pero Tatsuhiko Shibusawa, traductor de la obra del Marqués de Sade, ya había leído varios ensayos sobre los textos y poemas de Artaud. Al igual que Mishima, Shibusawa le presentó muchos autores importantes a Hijikata, como George Bataille, Henri Michaux y Hans Bellmer. De la obra de Artaud le llamaba particularmente la atención el personaje de Heliogábalo, de 1933. En él se inspiró la parte final del solo de Hijikata titulado La revuelta de la carne. Y en 1972 Hijikata escribió un pequeño ensayo titulado “Las pantuflas de Artaud”.

No es impertinente decir que Hijikata colaboró con el colapso epistemológico que marcó la experimentación japonesa del cuerpo después de la segunda guerra mundial. Ya no tenía sentido subyugarse a la idea de cuerpo nacional o de cuerpo del emperador, que habían marcado la tradición japonesa desde el período medieval. La situación a finales de los años cincuenta era claramente otra. Sin hegemonía ideológica y abrigado por ciudades en ruinas, el ideal de cuerpo nacional en Japón estaba claramente amenazado.

Por eso es importante advertir que el ankoku butoh no fue una experiencia aislada, sino que contó con la complicidad de otros eventos conocidos, como el teatro angura, el arte de obsesión, el movimiento anforumeru (del francés, informel), las acciones performáticas de los grupos Gutai y Mono-ha, entre tantos otros eventos y experiencias, que a veces quedan en el olvido.

Sin embargo, también hay que tener cuidado para no ceder al argumento determinista que ve a todos esos creadores como un producto de su época. Para Hijikata, la danza era una especie de producción intransitiva, y la expresión artística apenas una secreción, un derramamiento de sí mismo, distinto de cualquier forma reconocible o producto –lo que desembocaba en la noción de un sujeto procesual, incompleto, abierto a lo colectivo. Esa idea de expresión como secreción marcará sus coreografías con movimientos rápidos y violentos que traspasaban brutalmente el cuerpo antes de que pudiera respirar. En esos casos, la acción se daría como suceso; había que desestabilizar los patrones de movimiento conocidos para inaugurar nuevas conexiones.

El cuerpo que hace danza butoh fue concebido entonces como un proceso inacabado, perecedero, al margen de los diversos ambientes donde se constituyó (la calle, el estudio, el campo, los medios, etcétera). Hijikata rompió la jerarquía que hacía del sujeto algo más importante que los objetos inanimados del mundo, y así admitió y explicitó la presencia de la muerte en todo momento. Volvió al fango para experimentar el paso de lo informe a la forma y viceversa, en un continuum sin fin. Nada es taxativo, objetivo, permanente. La ambivalencia forma parte de su construcción y lo vuelve único, en la medida en que es fruto de un entrenamiento específico para alcanzarlo, lo que exige años de dedicación.

Hijikata abominaba de la imprecisión y la falta de rigor. Muchas veces insistió en que prefería el ballet clásico a los happenings, que le parecían sin sentido. En la misma época en que comenzó a elaborar sus primeros experimentos, Shuzo Takiguchi, considerado el más importante poeta surrealista japonés, sometió la lengua japonesa a “torsiones” inusuales. Pervirtió la gramática y todo orden preestablecido. Hijikata hizo lo mismo con el cuerpo, probando lo que los pensadores europeos llamarían cuerpos sin órganos (Antonin Artaud), anagramas anatómicos (Hans Bellmer) e informe (George Bataille). La llave estaba en la osadía de abrirse plenamente al otro. Su experiencia era política en ese sentido tan peculiar, y por ello nunca se inmunizó de lo colectivo. Ya fuera por la vía del erotismo, el sacrificio o la profanación, Hijikata buscó expropiarse de toda identidad para apropiarse de la más íntima pertenencia. De cierta forma, se trataba de un ejercicio de desplazamientos y de transcreaciones de imágenes. Así, al igual que Hijikata reconocía la autonomía de una mano, como medio de sí misma, Takiguchi hablaba de papeles intercambiables, por ejemplo, entre la mano y las cuerdas vocales. Los dos artistas estaban interesados en el acto vuelto hacia sí mismo (acción de la mano, del torso, de las vísceras), vinculado a un lugar de desaparición o imposibilidad. Un lugar que se transformaba, cada vez más, en su propia sombra.

Hijikata proponía que el movimiento debía producirse a partir de acciones simples y cotidianas, pero también observó que, al repetirlas obsesivamente, éstas podrían transformarse en acciones de extraña vehemencia. Todas las acciones, por lo tanto, deberían organizarse con una ejecución, pero sin que fuera necesario doblar las articulaciones, sino sólo habituándose a las posibilidades corporales. De esa forma, el cuerpo entero podría convertirse en un arma mortal para hacer un movimiento particular. Como si todos los tendones se rompieran de golpe, dando lugar a un acompañamiento sonoro.

Como puede verse, al contrario de lo que la visión estereotipada del butoh ha provocado, el cuerpo reinventado por Hijikata no era necesariamente suave, lento ni mucho menos trascendente. La tensión era la característica más notable y la estrategia más evidente para explorar el colapso del cuerpo como organismo dado a priori. Esta cualidad tensionada, que puede considerarse un estado preliminar, dejaba en claro la preferencia por eliminar todo movimiento ornamental y trabajar con contrastes fuertes entre formas simples.

A partir de la década de 1970, Hijikata decidió dedicarse más a la coreografía y a la sistematización del butoh-fu, cuyo objetivo era la preparación de jóvenes artistas. En sus cuadernos de creación reúne una espléndida iconografía de imágenes, trafagando con pintores diversos (Klimt, Picasso, Wolz, Schiele, Da Vinci y muchos otros), figuras de lo cotidiano (rajaduras de muros, cuervos, atletas, fotografías de familia, etcétera), poemas, onomatopeyas, bocetos de naturaleza muerta... El butoh-fu puede entenderse como un sistema de notación de movimientos con base en metáforas que, en la segunda mitad de los años noventa (diez años después de su muerte), fue sistematizado por algunos de sus más importantes alumnos, como Yukio Waguri, quien llegó a organizar parte del material en el cd-rom Butoh-Kaden o las palabras del butoh, y Kayo Mikami, quién también hizo textos a partir de los apuntes de clase de Hijikata. En 1999 se creó el Archivo Genético de Hijikata en la Universidad de Keio, dirigido por Takashi Morishita, quien fue su agente a partir de los años setenta y lo acompañó desde entonces. Buena parte de su filmografía, así como los cuadernos de creación que generaron la notación butoh-fu, fue digitalizada bajo la supervisión de Morishita.

En el sentido político y filosófico, la trama de inquietudes de las que formó parte el butoh representa una gran contribución para los artistas contemporáneos por su aptitud para exponer algunas fisuras. Por ello, parece un desperdicio domesticarla mediante la simple transmisión de un modelo estético que acabó estabilizándose, sobre todo después de su divulgación por el mundo occidental.

No es difícil entender el proceso de encantamiento que atrapó a todos aquellos que vieron butoh por primera vez, tanto en Occidente como en otros países asiáticos. En los ochenta, cuando los admiradores de Ohno y del grupo Sankai Juku comenzaron sus peregrinaciones al mundo del butoh, se propagó un modelo ficticio de este tipo de danza que parecía representar una alternativa a un cierto modo de crear, con todas las referencias que fueron interpretadas como signos de devastación postbomba atómica, introspección y subversión de los géneros masculino y femenino.

Pero lo que casi siempre se deja de lado y que atraviesa completamente la obra de Hijikata, es la explicitación de cómo operan los dispositivos regulatorios de la vida en sus conexiones con sus ambientes específicos, indagando qué es y cómo se experimenta el estado de ser vivo cuando la vida se encuentra amenazada.

En cada cultura por donde transita el butoh, esto tendrá un significado diferente y modos específicos de explorar el arte, el cuerpo y los umbrales entre la vida y la muerte. Pero para no perder del todo el vínculo con las propuestas y entrenamientos que lo constituyeron, parece importante mantener una cierta toxicidad que garantice la vitalidad de las experiencias, en tanto desestabilizador del anestesiamiento general que nos agobia, exponiendo las fragilidades y opacidades del cuerpo, en abierta oposición a los reflectores dedicados a una falsa asepsia de la vida •
Traducción del portugués de Iván García
* En la cultura japonesa siempre se ha destacado la íntima relación entre teoría y práctica, sobre todo en las manifestaciones artísticas y en las artes marciales (nota de la autora).

 

Juan Soriano vivió con sabiduría, recuerdan a 10 años de su muerte

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Categoría: Cultura y Espectaculos Creado: 11 Abril 2016 Visto: 2948

ssssssssssssssEstaba convencido de que no se podía improvisar a un hombre, menos a un país, evocó Elena Poniatowska
En un año se abrirá un centro cultural con el nombre del pintor jalisciense en Morelos
Imagen captada en la inauguración de Juan Soriano 1920-2006 Foto José Antonio López
Ángel Vargas. Periódico La Jornada
Si algo caracterizó al pintor y escultor jalisciense Juan Soriano (1920-2006), de quien el pasado 10 de febrero se cumplió la primera década de su fallecimiento, es que supo vivir con sabiduría, según la escritora Elena Poniatowska.
Una sabiduría que se ve en su pintura, en su forma de vida, en su tolerancia, en su trato con los amigos y también con los enemigos y, sobre todo, en su entrega en los demás, explicó la también periodista, colaboradora de La Jornada, durante el homenaje que se rindió ayer al artista plástico, antes de la inauguración de una muestra retrospectiva de su trabajo en el Museo de Arte Moderno (MAM).

En una charla previa al acto protocolario, en la que tuvo como contraparte a Marek Keller, quien fue pareja del artista hasta su muerte, Poniatowska recordó cuán enemigo era Soriano de la improvisación y afirmó que él estaba convencido de que si no se puede improvisar a un hombre, menos a una nación.

Por lo mismo, agregó la escritora, él afirmaba que había dedicado su vida no sólo a pintar y hacer escenografías, esculturas y grabados, sino a leer y tratar de saber lo que ha sido la historia de las ideas y de las obras maestras en el país.

El deseo del creador, según Elena Poniatowska, era comprender mejor a esta nación y su época, para entender cuál era su lugar entre los que quieren hacer algo por y en México.

Entre esos artistas comprometidos con el país, Juan Soriano consideraba a Octavio Paz, Elena Garro, Juan de la Cabada, Guillermo Haro, Gunther Gerzso, Carlos Mérida, Juan Rulfo, Luis Barragán, José Luis Ibáñez, Dolores del Río y Rufino Tamayo, aclaró la periodista y escritora.

Centro Cultural en Morelos

Durante la inauguración de la muestra Juan Soriano 1920-2006, el gobernador de Morelos, Graco Ramírez, confirmó que el centro cultural con el nombre del pintor y escultor jalisciense en la capital de esa entidad será inaugurado este año, si la inflación no nos alcanza.

Precisó que se decidió que no fuera solamente un museo, sino un espacio vivo, para dar cabida al trabajo de artistas contemporáneos; un teatro con capacidad para 200 personas, pues Juan Soriano también diseñó escenografía y vestuario, y un amplio jardín en el que serán emplazadas esculturas monumentales de ese autor.

El mandatario morelense recordó que hace unos años se intentó hacer un proyecto similar en Tabasco, en la administración de Enrique González Pedrero, pero que no llegó a buen fin por la propia petición del artista.

Graco Ramírez sostuvo que si bien Juan Soriano falleció hace una década, se mantiene presente con su legado y acervo, y describió que la exposición en el MAM contiene un amplio recorrido por la vida de ese creador, desde su precocidad como artista hasta su última etapa.

Es una muestra en la que el autor habla por sí mismo y que, como señala el curador, es el motivo de un personaje y artista rebelde que se expresa como tal, dijo.

Por su parte, el secretario de Cultura del gobierno federal, Rafael Tovar y de Teresa, subrayó que el décimo aniversario luctuoso de Juan Soriano es una espléndida ocasión para mostrar un rostro del artista que luego se pierde: su itinerario visual, en el que puede verse desde su primera pintura: un autorretrato a los 14 años, y otro de su hermana Elena, hasta sus últimas obras.

Agradeció a la fundación Juan Soriano y Marek Keller el apoyo para montar la exposición en el MAM, así como la creación del centro cultural con el nombre del artista plástico en Cuernavaca, Morelos

¡Viva su vida eterna!

Durante la charla previa a la ceremonia de apertura que sostuvo con Marek Keller, Elena Poniatowska recordó cómo Juan Soriano se rebeló contra la academia y la tutela de Chucho Reyes, además de que siempre llevó en su frente el signo de la libertad, así como el de la obsesión.

Rememoró, asimismo, que el artista expuso en los grandes museos del mundo, los cuales tienen en su acervo parte de su obra: ¡Hasta China fuiste a dar y eso que no querías! A los mexicanos les bajaste el Sol y la Luna y, a la Luna la acomodaste en las rodillas del Auditorio Nacional.

De acuerdo con la autora, Soriano fue un valiente que nunca pudo soltar un cuadro hasta que no quedara como él quería: Volvías a él obsesivo, tus ojos de sulfato de cobre se ponían rojos. Pero también te burlabas de ti mismo con la mordacidad de los escépticos, como también te pitorreabas de los demás, luego te dabas la media vuelta y te ibas volando.

Y agregó: Tus alas de papel de china te sostuvieron durante 85 años y te hicieron sobrevolar pantanos, terremotos, abyecciones, excesos, desgracias naturales y horrores provocados; señoras peinadas de salón, manicuradas, que querían su retrato de caos y de limo (...) ¡Viva Juan Soriano! ¡Viva su muerte chiquita, de papel de china! ¡Viva su vida, eterna!

 

Compañía inglesa interpreta Don Quijote en teatro shakesperiano

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Categoría: Cultura y Espectaculos Creado: 11 Abril 2016 Visto: 2826

shespierLa obra de más de dos hora y media de duración retrata de manera divertida y resumida las hazañas del Caballero de la Ardiente Espada
NOTIMEX / MARCELA GUTIÉRREZ BOBADILLA. ENVIADA. EXCÉLSIOR
La compañía utiliza de manera creativa un conjunto de marionetas para dar vida al caballo Rocinante de Don Quijote y al Rucio de Sancho con un toque cómico pero no irreverente, con una adaptación muy a la inglesa.

La obra cumbre del dramaturgo español Miguel de Cervantes Saavedra, Don Quijote de la Mancha, es celebrada con una obra de teatro de la compañía Royal Shakespeare Company (RSC), con sede en el pueblo natal de William Shakespeare.

La original puesta en escena, que después será llevada al West End de Londres, es un homenaje a las hazañas de Don Quijote de la Mancha, que ha inspirado el cine, la ópera, la literatura y el teatro.

El embajador de España en el Reino Unido, Federico Trillo-Figueroa, calificó la puesta en escena como “asombrosa” y aplaudió que la obra se celebre a 400 años de la muerte de Cervantes que coincidió con la del inglés William Shakespeare (abril de 1616).

La puesta en escena es realmente asombrosa, sobre todo en un escenario como el del Swan y con medios y efectos limitados, adecuados a aquella época, no a la presente”, aseguró en entrevista con Notimex.

El diplomático, quien asistió el 3 de marzo al estreno en esta localidad comentó que es “también sorprendente y muy efectista la puesta en escena de cuadros como los ataques a los molinos de viento -que es realmente espectacular- o el de las ovejas”.

La compañía utiliza de manera creativa un conjunto de marionetas para dar vida al caballo Rocinante de Don Quijote y al Rucio de Sancho con un toque cómico pero no irreverente, con una adaptación muy a la inglesa.

La adaptación por James Fenton consigue trasladar la práctica totalidad de los cuadros de la primera y la segunda parte del Quijote, sin que en su esquematismo se eche de menos nada sustancial”, comentó el diplomático español.

Consideró que “si tuviera que señalar algo chocante diría que la versión es tal vez demasiado cómica en detrimento de la visión trágica, alucinada pero transcendente de Don Quijote”.

The Royal Shakespeare Company que se presenta en el teatro semicircular The Swan hasta el 21 de mayo, es interpretada por un talentoso reparto inglés con la interpretación del veterano David Threlfall como Don Quijote.

La interpretación es no menos excelente, tanto la de los dos personajes principales, como los magníficos actores secundarios y figurantes. Toda la escenografía tiene la agilidad, flexibilidad y gracia propia de la mejor tradición británica y de la RSC”, consideró el embajador.

Las escenas están intercaladas con música en la que predominan tonos flamencos que no son propios de la zona de La Mancha. Sin embargo, el diplomático destacó que la ambientación “manchega de la obra (vestuario, atrezzo) está también muy conseguida”.

En España El Quijote fue llevada al cine en 1973 con la interpretación de Fernando Fernán Gómez y en la ópera de Andrés Amorós y Cristóbal Halffter que fue estrenada en 2000.

En España, el Quijote ha dado más de sí para la narrativa y el cine que para la representación teatral, quizá por miedo a tener que recortar o seleccionar el texto”, subrayó Trillo-Figueroa.

La obra de más de dos hora y media de duración retrata de manera divertida y resumida las hazañas del Caballero de la Ardiente Espada, quien partió en dos a un gigante colosal, la quijotesca batalla contra los molinos de viento y la locura delirante de Don Quijote en su lecho de muerte.
Por su parte, el secretario de Cultura del gobierno federal, Rafael Tovar y de Teresa, subrayó que el décimo aniversario luctuoso de Juan Soriano es una espléndida ocasión para mostrar un rostro del artista que luego se pierde: su itinerario visual, en el que puede verse desde su primera pintura: un autoretrato a los 14 años, y otro de su hermana Elena, hasta sus últimas obras.

 

Francisco González Bocanegra, Trending Topic 'in memoriam'

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Categoría: Cultura y Espectaculos Creado: 11 Abril 2016 Visto: 3480

bocanegraaEncantos ocultos que viven en las redes sociales, esta mañana Francisco González Bocanegra es Trending Topic en Twitter
REDACCIÓN / CON INFORMACIÓN DE NOTIMEX. EXCÉLSIOR
Esto solo pasa en el México del Siglo XXI. De gran memoria.

Encantos ocultos que viven en las redes sociales, esta mañana Francisco González Bocanegra es Trending Topic en Twitter, y aunque muchos mexicanos critican que otros tantos no se saben el Hinmo Nacional, te dejamos una semblanza de este importante hombre en la vida del país. Para que no te cuenten.

Más conocido como autor de la letra del Himno Nacional Mexicano, aunque también fue poeta y crítico teatral, falleció el 11 de abril de 1861 en la Ciudad de México, a los 37 años de edad. Por eso hoy se le recuerda.
El también orador, articulista y censor de teatro, nació el 8 de enero de 1924, hijo del español José María González Yáñez y de la mexicana Francisca Bocanegra Villalpando, familia que fue desterrada del país en 1829 por un ordenamiento del primer gobierno federal mexicano de expulsar a los oriundos de España.

En el país ibérico el futuro poeta recibió su educación inicial y regresó a México en 1839, tres años después que España reconoció la independencia de México, de acuerdo con información de su vida, publicada por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta).

En México desempeñó varios cargos dentro del gobierno para mantenerse y a su familia, como archivista de la Administración General de Caminos, censor de teatro y director del “Diario Oficial del Supremo Gobierno”

La inspiración de sus escritos fue su propia esposa, Guadalupe González del Pino, a quien llamaba “Elisa” en su obra y quien, según cuenta la leyenda, tuvo mucho que ver en la composición del Himno Nacional, pues encerró al poeta hasta que terminara la letra.

No obstante, González Bocanegra escribió poco y publicó aún menos, al considerar que su trabajo era algo íntimo, sólo para él y para quien era la musa de su poesía, a lo que se suma su timidez natural y el no deseo de ser reconocido.

Pero además, ya viuda, impidió que se publicará una colección de 46 poemas que el autor había reunido con el título de “Vida del corazón”, de los que hasta 1954 habían sido publicados 22, a los que se suman otros 15 que aparecieron en periódicos entre 1849 y 1860.

En otros géneros, publicó una obra dramática titulada “Vasco Núñez de Balboa”, la que se estrenó en el Teatro Iturbide en 1856 y mereció un comentario del español José Zorrilla, así como de Fernando de Olavarría y Ferrari.

Dejó inconclusa una pieza más, a la que tenía pensado nombrar “Faltas y expiación” y de la cual alcanzó a escribir el primero de los tres actos que tenía pensados.

González Bocanegra fue más conocido en su época como orador y declamador, ámbitos en los que debutó en 1850, con la pieza “Discurso sobre la poesía nacional”, pero su noche más recordada ocurrió el 15 de septiembre de 1854.

En esa ocasión, en el Teatro Nacional, pronunció el discurso a los héroes de la Independencia, pero además se interpretó por primera vez el Himno Nacional ya con la música compuesta por Jaime Nunó, de acuerdo con la misma fuente.

De su perfil como censor de teatro se sabe que no fue severo ni intransigente, y gracias a sus textos se conoce el juicio a los valores morales y las gracias literarias de 97 obras. Sus conceptos, plasmados entre el 12 de mayo de 1859 y el 19 de enero de 1860, los dejó escritos a mano en una libreta de 95 páginas.

González Bocanegra contrajo tifoidea y murió en la Ciudad de México el 11 de abril de 1861, a los 37 años de edad. Sus restos fueron sepultados en el Panteón de San Fernando, de donde se les trasladó al de Dolores en 1901.

De este cementerio se les pasó a la Rotonda de las Personas Ilustres en 1932 para quedar en el lugar definitivo, junto a los de Jaime Nunó, autor de la música del Himno Nacional, en 1942.

 

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