Por Paula Carrizosa. La Jornada de Oriente
¿Qué tienen en común Frida Kahlo, Julio Cortázar, Clarice Lispector, Juana Azurduy, Violeta Parra y Eduardo Galeano? ¿Qué comparten, además de ser originarios o desenvolverse en América Latina, estos escritores, artistas, músicos y pensadores? ¿Qué vaso comunicante los une y los lleva a ser revisados en Argentina y multiplicarse en varios países de la región latinoamericana?
La respuesta está en el trabajo que la escritora Nadia Fink, el ilustrador Pitu Saa y el diseñador Martín Azcurra comenzaron hace tiempo: la edición de la colección infantil Antiprincesas y Antihéroes que ubica lo mismo a Kahlo que a Cortázar como personajes de carne hueso, con ensoñaciones y luchas, con deseos y logros, que los han llevado a ser reconocidos.
Antiprincesas y Antihéroes, explican las embajadoras de este proyecto en México y Guatemala, Alejandra Paredes y Marielos Saquimux, es una colección de libros con los que se abre un panorama distinto a los niños: el que existen otro tipo de mujeres y hombres que son valerosos, arriesgados, amorosos, revolucionarios y hasta héroes con poderes particulares como lo es “jugar con las palabras” en el caso de Cortázar o el “tener la palabra justa y la memoria rescatada” como lo hace Galeano.
Durante una entrevista explican que la colección sí es una oposición directa a las princesas que ha forjado la industria cinematográfica hollywoodense –la de Disney–, con mujeres jóvenes que son débiles, sumisas, dependientes y esperanzadas a la aparición de un príncipe que las rescatará del calabozo o la torre, es decir, que les dictará su felicidad.
No obstante, Paredes señala que las Antiprincesas no hacen una guerra con aquellos personajes femeninos, sino que se proponen como una forma distinta en que los niños pueden entender las formas en que una mujer de carne y hueso puede desarrollarse en el mundo real. Un ejemplo claro es Juana Azurduy, una luchadora de la independencia del Alto Perú que rescató a su esposo de la cárcel y, montada a caballo, peleó con arma en mano mientras amamantaba a uno de sus hijos.
La también directora de la editorial El rincón del Quijote, sello que trabaja en coedición con la argentina Chirimbote, expone que la colección también propone otros temas además del asunto del género.
Uno de ellos es la cuestión de la clase, ya que las lecturas dejan en claro que es posible “cumplir los sueños” pese a las condiciones sociales, culturales o económicas en que se crezca. Ejemplo de ello es Violeta Parra, quien aún en la pobreza desde los ocho años comenzó a cantar y a tocar su guitarra, o Clarice Lispector quien dejó su “vida cómoda” para trasladarse a Brasil y desarrollar su obra literaria.
A éste aspecto, se añade que los personajes son abordados desde su niñez para demostrar que fue desde esta etapa donde despertaron sus deseos de escribir, pintar, conocer o pensar el mundo que los rodeada.
Otro punto, señala ahora Saquimux, es que los libros integran “temas disparadores” lo mismo de la imaginación que de la inteligencia, ya que abordan asuntos “nuevos” en la infancia de los lectores a través de cuestiones como qué es la revolución, qué es una dictadura o qué es la exclusión.
Lo anterior, agregó la socióloga de formación, permite y llama a que la lectura de las Antiprincesas y Antihéroes se realice de manera acompañada por los padres, los profesores o los tutores, quienes “no deben de tener miedo” a responder las dudas de los pequeños y a escuchar las ideas que ellos puedan elaborar.
Al asunto del género, la clase y las nuevas ideas en la colección nacida en Argentina se propone una reflexión sobre las características físicas de sus personajes, ya que son mujeres y hombres con rasgos indígenas, rollizos, de cabello negro y crespo, a veces mestizos, de ojos grandes, delgados y baja o alta estatura, que se separan de manera contrastante de aquellos personajes irreales que presumen una supuesta belleza rubia, de piel clara y ojos claros.
En suma, consideran Alejandra Paredes y Marielos Saquimux, los libros –que ya han sido traducidos al italiano, el portugués y el inglés–, se proponen como una herramienta para los niños: para que sepan que existen otras formas de definirse, de formarse como adultos, de desarrollar sus aptitudes, de realizar sus deseos, porque son seres humanos fuertes.