Redacción. Algarabía
Me acuerdo de que Gerardo, mi compañero
de prepa que más tarde ascendió a amigo, siempre «se recordaba de algo».
Se recordaba de no haberle enumerado al cliente de la mañana todos los beneficios de obtener una bomba para el agua en su empresa, se recordaba de lo divertido que había sido ir a comprarle refacciones a su vieja camioneta morada llamada La Lupita, se recordaba de comprar boletos para el juego Pumas-América y también decía: «Me recuerdo de esos días de prepa con Chucho, Salvador, El Chino, Miguelón y, por supuesto, con Martha».
—Un año para recordar—
A mí me causaba gracia oírlo y, en el afán de la buena amistad, siempre se me quedaba en la punta de la lengua decirle: «Más bien, “te acuerdas”, ¿no?» Y es que, aunque los verbos acordar y recordar comparten el significado de «tener algo presente en la memoria», la forma en que se construyen, es decir, la manera en que se unen a las demás palabras para formar las oraciones, es distinta.
Todo comienza con cómo se clasifican, pues acordar es un verbo reflexivo y recordar no, lo que significa que el primero expresa una acción que realiza el sujeto y que recae sobre él mismo —acordarse—, para lo que requiere los pronombres me, te, se o nos:
Ayer [yo] me acordé de cuando mi abuelo me llevaba al deportivo.
¿Te [tú] acuerdas de Olivia?
Salieron corriendo. [ellos] Se acordaron de que tenían una cita.
Cada vez que vamos a ese café [nosotros] nos acordamos mucho de ti.
En cambio, recordar no necesita los pronombres, pues la acción recae sobre lo que se recuerda, es decir, un objeto directo:
Iván recordó paso a paso el procedimiento.
Además, acordar es un verbo intransitivo que no requiere la presencia de un objeto directo que reciba la acción para tener significado —pues la acción recae sobre sí mismo— y recordar es un verbo transitivo que necesita que haya un objeto directo que reciba la acción. De esta manera nos acordamos de algo:
¡Claro que [yo] me acuerdo de ti!
Y, en cambio, recordamos «algo»:
Recuerdo que siempre íbamos a cenar a Los Panchos después de las tocadas.
En ambas oraciones estamos trayendo a la memoria un hecho, pero, en la primera, la acción de acordarse no recae en nadie, pues soy yo quien se acuerda, y, en la segunda, yo recuerdo «algo» en lo que recae mi acción.
La última clave de todo este asunto está en la preposición de, pues al verbo acordar debe seguirlo esta preposición:
Se acordó justo a tiempo de alcanzar a Silvia.
Pero de no debe ir con el verbo recordar:
Recordaba esos días con mucha melancolía.
—Acércate a conocer las memorias de otros—
Finalmente, la clave más sencilla es no perder de vista que no «nos recordamos de algo»:
Me recordé de que Sonia me pidió no faltar a su fiesta.
Sino que nos «acordamos de algo»:
Además, me acordé de que no había comprado el regalo.
Y «recordamos algo»:
Y recordé que había una tienda de regalos muy mona en la esquina de su casa. Así que tomé la bolsa y salí corriendo para llegar a la fiesta.
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