La jornada
El Museo de Arte Moderno de San Francisco y el City College de la ciudad californiana (SFMOMA y CCSF, respectivamente, por sus siglas en inglés) anunciaron que el gran mural histórico de Diego Rivera Unidad panamericana, una de las obras de arte público más importantes de esa ciudad, será la pieza estelar de la magna exposición del artista guanajuatense que presentará el museo en 2020.
Se trata uno de los cuatro murales de Rivera en el área de la Bahía, y el de mayor tamaño de cuantos creó en Estados Unidos entre 1930 y 1940, incluyendo los más célebres, uno en Detroit para Henry Ford y otro en Nueva York para David Rockefeller, quien prefirió destruirlo a tener que ver la cara a Lenin en su propio edificio; existe una versión reducida en el Palacio de Bellas Artes.
Este fresco, quizás conocido mas no visitado, ocupa actualmente el vestíbulo del teatro Diego Rivera en el CCSF. Con el título original de El matrimonio de la expresión artística del norte y el sur del Continente, fue creado durante la segunda mitad de 1940 como parte del programa Arte en Acción de la Exposición Internacional del Golden Gate (puente recién inaugurado entonces) en un hangar de PanAm en la artificial Isla del Tesoro. Artistas de todo el mundo crearon en público pinturas, esculturas, vitrales, grabados y bordados. Se estima que unas 30 mil personas vieron a Rivera y su equipo elaborar la pieza, compuesta por 10 paneles que ocupan 167 metros cuadrados. Aunque destinado al City College, terminada la feria permaneció 21 años almacenado en la isla y fue hasta 1961 que llegó a su destino.
Rico en símbolos e imágenes referentes a la América prehispánica y los modernos México, Estados Unidos y Canadá, incluye varias referencias cinematográficas de carácter antifascista, pues Diego quería impulsar la lucha contra Hitler y Mussolini, entonces en plena guerra. Charles Chaplin, Paulette Godard y Edward G. Robinson acompañan a Nezahualcóyotl y los padres de la patria del norte y el sur (Washington, Hidalgo y demás) cruzados con referencias a la masacre nazi en Guernica. También Stalin es retratado como un bárbaro. Mientras Diego realizaba este trabajo fue asesinado en Coyoacán su amigo León Trotsky.
Su valedor en California, el arquitecto Timothy Pflueger, quien aparece en el mural, planeaba instalar la pieza en la Gran Biblioteca del CCSF. Allí Rivera triplicaría su tamaño. La biblioteca nunca se edificó. Los recortes presupuestales por la guerra, la inesperada muerte de Pflueger y el advenimiento del macartismo anticomunista impidieron que el mural fuese instalado hasta que Milton Pflueger –hermano del promotor– en 1961 logró llevarlo al teatro que lleva el nombre del artista desde 1993.
Existe además un romance entre Diego y el SFMOMA. Su trabajo ha sido exhibido allí en 17 muestras, algunas individuales, detalla Neal Benzara, directivo del museo. La célebre Cargadora de flores pertenece a su colección desde 1935. El museo posee numerosas piezas menores de Rivera, la mayoría dibujos. Al agradecer el reconocimiento del SFMOMA a esta obra maestra, Mark Rocha, canciller del CCSF, declaró: “Compartir Unidad panamericana es fiel a la historia de nuestro colegio y su futuro como guía para una sociedad más justa”.
Empleando técnicas renacentistas de fresco que adaptó con genio en San Francisco, Rivera plasmó, en sus palabras, la fusión entre el poderoso pasado en suelo latinoamericano y el desarrollo técnico de Estados Unidos. Ocupa la parte central una Coatlicue doble: del lado mexicano en carne y hueso (más que en piedra) en acero del lado estadunidense. Al pie, Frida Kahlo vestida de tehuana pinta al caballete mientras el propio Diego, siempre de espaldas, toma las manos de la actriz Paulette Godard, esposa de Chaplin, para engendrar el árbol de la vida. Concluido el fresco, Diego y Frida, a la sazón divorciados, se volvieron a casar en diciembre, antes de volver a México semanas después.
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Su valedor en California, el arquitecto Timothy Pflueger, quien aparece en el mural, planeaba instalar la pieza en la Gran Biblioteca del CCSF. Allí Rivera triplicaría su tamaño. La biblioteca nunca se edificó. Los recortes presupuestales por la guerra, la inesperada muerte de Pflueger y el advenimiento del macartismo anticomunista impidieron que el mural fuese instalado hasta que Milton Pflueger –hermano del promotor– en 1961 logró llevarlo al teatro que lleva el nombre del artista desde 1993.
Existe además un romance entre Diego y el SFMOMA. Su trabajo ha sido exhibido allí en 17 muestras, algunas individuales, detalla Neal Benzara, directivo del museo. La célebre Cargadora de flores pertenece a su colección desde 1935. El museo posee numerosas piezas menores de Rivera, la mayoría dibujos. Al agradecer el reconocimiento del SFMOMA a esta obra maestra, Mark Rocha, canciller del CCSF, declaró: “Compartir Unidad panamericana es fiel a la historia de nuestro colegio y su futuro como guía para una sociedad más justa”.
Empleando técnicas renacentistas de fresco que adaptó con genio en San Francisco, Rivera plasmó, en sus palabras, la fusión entre el poderoso pasado en suelo latinoamericano y el desarrollo técnico de Estados Unidos. Ocupa la parte central una Coatlicue doble: del lado mexicano en carne y hueso (más que en piedra) en acero del lado estadunidense. Al pie, Frida Kahlo vestida de tehuana pinta al caballete mientras el propio Diego, siempre de espaldas, toma las manos de la actriz Paulette Godard, esposa de Chaplin, para engendrar el árbol de la vida. Concluido el fresco, Diego y Frida, a la sazón divorciados, se volvieron a casar en diciembre, antes de volver a México semanas después.