La jornada
Gracias a Internet, los motores de búsqueda y las redes sociales, las mentiras recorren el mundo a la velocidad de la luz. Y la verdad las sigue de lejos: las “noticias falsas” son aquellas que están diseñadas para confundir.
El autor y escritor satírico irlandés del siglo XVII, Jonathan Swift, escribió: “La falsedad vuela y la verdad viene cojeando tras ella”.
Actualmente, gracias a Internet, los motores de búsqueda y las redes sociales, las mentiras recorren el mundo a la velocidad de la luz. Y la verdad las sigue de lejos.
De hecho, es una situación peligrosa, ya que el primer paso para resolver problemas comunes es encontrar un conjunto común de verdades. Entonces, surge una pregunta profunda en el mundo de los medios (y en el mundo en sí): ¿Cómo o dónde podemos encontrar ese conjunto de verdades comunes en medio de este mar de noticias falsas?
Hace unos meses participé de un “grupo de trabajo de alfabetización mediática” organizado por la Arizona State University y Facebook, y de un segundo encuentro en Europa presentado por el Dutch Journalism Fund. En ambos eventos hubo un gran interés por desarrollar ideas innovadoras que pudieran ayudar al público a distinguir las noticias falsas de las verdaderas. El avance de la alfabetización mediática es un proyecto apremiante que surgió en medio de la epidemia actual de las llamadas “noticias falsas”.
Para empezar, quiero aclarar algo. A mi modo de ver, las “noticias falsas” son aquellas que están diseñadas para confundir. Son un engaño. Un fraude. Una farsa. Los sitios web que publican noticias falsas saben que las historias que crean son mentira. Difunden historias engañosas que diseñan de modo tal que parezcan noticias reales.
Cabe destacar que el periodismo descuidado no es lo mismo que las noticias falsas. Todos los periodistas cometen errores alguna vez, pero no tienen la intención de engañar.
Estas “noticias” solo tienen éxito en la medida en que engañan. Los creadores de los sitios web a menudo lo hacen para ganar dinero y/o para ejercer influencia política.
Como periodista profesional con una amplia trayectoria, mi propio punto de partida sobre el poder de la alfabetización mediática está en algo que escribí hace unos años: “siempre ha habido personas que controlan las noticias y otras que las liberan, personas que usan las noticias para engañar y otras que las usan para informar”.
En efecto, las noticias falsas no son una novedad. En 1835, para citar un ejemplo famoso, el New York Sun, uno de los primeros diarios populistas de Estados Unidos, publicó una serie de noticias que anunciaba que se había descubierto vida en la luna.
Para que nadie dudara del espectacular hallazgo, el diario publicó un dibujo que representaba a unas criaturas lunares vistas desde un increíble telescopio nuevo. Tenían un aspecto similar al humano, pero con enormes alas parecidas a las de los murciélagos y retozaban sobre el lecho del río junto a unicornios y otras bestias extrañas.
Las noticias provocaron mucho interés y conmoción entre los lectores. Pero solo por un tiempo, hasta que el diario decidió revelar que se trataba de una broma y se felicitó a sí mismo por haber engañado a todos.
En la actualidad, el entorno mediático está inundado de lo que sería el equivalente moderno de las criaturas lunares con alas de murciélago.
No creo que tratar de erradicar la información falsa sea la solución, ya que se ha comprobado que es algo imposible en las sociedades libres.Entonces, ¿cuál es la solución? En las reuniones a las que asistí, surgieron varias ideas. Estas son algunas de mis favoritas:
Tecnología
Una posibilidad es que las empresas de tecnología desarrollen métodos para que las personas puedan acceder, usar y corregir más fácilmente la información personal que las empresas grandes y pequeñas tienen de cada uno de nosotros. Así, pueden permitir que haya más control individual sobre las fuentes de noticias, es decir, más formas para que cada uno pueda explotar sus propios “filtros burbuja”. Las plataformas podrían crear medios para que las noticias de alta calidad circulen más ampliamente. Los expertos en tecnología podrían desarrollar “bots de corrección”, de manera que las personas que pusieron “me gusta” o compartieron un artículo se enteren cuando se realice alguna corrección.
Periodismo
Otra idea es que las organizaciones de noticias, desde el sitio web más pequeño hasta la empresa de medios nacional más grande, se comprometan para que sus noticias sean más precisas y transparentes. Deberían estar en contacto permanente con sus comunidades para saber cómo les está yendo, qué se espera de ellos y cómo puede contribuir la comunidad.
Concientización pública
Las “noticias falsas” abrieron la puerta a una mayor concientización pública sobre la alfabetización mediática. Los medios, la comunidad, el gobierno local y las organizaciones sin fines de lucro pueden trabajar juntas para encontrar formas de expandir la concientización de la población. Los periodistas más importantes pueden actuar como embajadores públicos de las noticias. Las campañas publicitarias, los programas de TV, los juegos y las películas pueden contribuir para difundir el mensaje.
Investigación
Los investigadores académicos pueden enfocarse en resolver problemas específicos. En definitiva, hay mucho que no sabemos a ciencia cierta: cómo circulan las noticias falsas, por qué la gente cree lo que cree, por qué algunos sistemas de corrección y de verificación de datos parecen funcionar y otros no, y qué tipos de alfabetización periodística, mediática, cívica y digital funcionan mejor en el aula o en las ciberaulas. Tanto las plataformas como las organizaciones mediáticas podrían buscar formas de abrir sus conjuntos de datos para los investigadores.
Educación
Es necesario establecer una meta audaz que consista en promover la alfabetización mediática universal entre los jóvenes, una meta compartida por los medios y las empresas de tecnología. Las escuelas deben estar capacitadas para adaptarse más rápidamente al cambio y el Estado debe aprobar leyes nuevas que implementen la alfabetización cívica, mediática, periodística, entre otras. Al mismo tiempo, debemos usar herramientas digitales y clases online para ayudar a las personas a recibir alfabetización mediática no solo en el aula, sino también en las redes sociales, las bibliotecas y los grupos cívicos.
Estos abordajes variados –las herramientas para encontrar noticias confiables, el periodismo transparente, los proyectos de concientización pública, una mejor educación e información sobre cómo interactúan las personas y las noticias– tienen algo en común.
Son ideas de creación. Contribuyen al caudal mundial de información confiable, al igual que las herramientas de verificación de información ya establecidas, como Snopes y factcheck.org.
El hecho de que la tecnología siempre se ha expandido más rápido que la capacidad del hombre para comprender cómo se usa, hace que este sea un problema de todos.
Tomemos como ejemplo los libros. Existieron durante muchos siglos hasta que la alfabetización básica (la capacidad de leer y escribir) se convirtiera en una regla mundial (sin embargo, aún hoy, al menos un 14 % de la población mundial no sabe leer).
La alfabetización del siglo XXI presenta un desafío más grande. Solo se podrá abordar a través de un esfuerzo grande y generalizado, y la potencia de la tecnología digital tendrá que estar al servicio de las plataformas tecnológicas de autoaprendizaje, el periodismo y el aprendizaje a distancia.
Se trata de una suma, no de una resta. Es necesario incorporar la alfabetización mediática a la corriente de noticias. Es inútil creer que podemos resolver el problema fácilmente sustrayendo las noticias falsas. El progreso de la humanidad durante los últimos 500 años no ocurrió gracias a la ausencia de la malicia, sino a la presencia de la libertad.