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Cultura y Espectaculos

Tecnología del lenguaje

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Categoría: Cultura y Espectaculos Creado: 27 Junio 2018 Visto: 2866

mprenta 6La Redacción
La tecnología que desarrolló el lenguaje
La imprenta: odisea de las letras
Desde el emprendimiento temprano del hombre en el camino del lenguaje surgió la necesidad de representar toda su actividad y materializarla en superficies en las que pudiera perdurar. Puesto que los progresos en el habla fueron lentos, lo fueron aún más en la escritura —que comenzó en el año 3200 a. C.—. Una vez establecido el manuscrito, se idearon formas para propiciar y acelerar la escritura, pero en el periodo que comprende de las pinturas rupestres a los primeros grabados, no hubo invención tan revolucionaria como lo fue la imprenta y la tipografía, entendida como el arte de imprimir y también como la diversidad en tipos de letra de imprenta.

Para entender su aparición, es necesario desempolvar el año de 1450 y la fotografía —imaginaria— de Johannes Gutenberg que, para fabricar sus tipos móviles, decidió imitar el estilo manuscrito de los copistas germanos de la época: la letra gótica o negra, para lo cual talló moldes de madera que le sirvieron para fundir los tipos con los que armó el primer libro impreso con tipografía: la Biblia de 42 líneas. Este incunabulum es un minucioso trabajo de técnica mixta, pues las capitulares se imprimieron en xilografía —grabado en madera— y los detalles fueron pintados a mano.

A partir de esta innovación, en las imprentas surgieron el arte de la tipografía y algunos nuevos oficios, como el de cortador de tipos, que era el encargado de pasar el diseño de una familia tipográfica del papel al molde. Un oficio sumamente importante , ya que de él dependían la precisión y calidad que le daban renombre a las casas de impresión. La imprenta de tipos móviles se difundía muy pronto por toda Europa, cosa que, sin duda, alarmó a los copistas que veían próximo el fin de su oficio. Algunos bibliófilos de la época despotricaron contra la tipografía, alegando que su calidad, inferior a la de la caligrafía, era indigna de pertenecer a sus bibliotecas, a tal grado la tipografía llegó a prohibirse.

Desarrollo tipográfico
Mientras que las ciudades alemanas y suizas desarrollaron y potenciaron el libro ilustrado, Venecia se distinguió por el desarrollo de la tipografía. Al parecer, Nicolas Jenson, (1420-1480) fue el primero en cortar tipos basados en la letra capital romana, familias que, en lo subsiguiente, serían denominadas humanísticas. Aldo Manuncio (1450-1515) creó la primera fuente itálica — es decir, inclinada— en minúsculas que imita la caligrafía comercial denominada cancelleresca. En su búsqueda de producir demasiado, Manuncio introdujo el libro de bolsillo y optó por ediciones económicas, sin lujos.

Geofroy Tory (1480-1533), inventó las capitulares móviles, las comillas, la cedilla y el acento. En ese tiempo, debido a la mala calidad del papel y la tinta, la parte blanca de las letras se perdía en la impresión, y los remates o patines se engrosaban al punto de dificultar la lectura, por lo que Claude Garamond diseñó tipografías —las garaldas— con una proporción más ancha de que la de las letras humanísticas e implementó también las letras mayúsculas oblicuas.

México, casa de la primera imprenta de américa
Durante 1539, en el recién descubierto territorio mexicano se estableció la primera imprenta en América, tuvo sede en la Casa de las Campanas —que todavía existe, bajo el cuidado de la Universidad Autónoma Metropolitana—. El primer centenario de actividades de imprenta aportó —en caracteres góticos mayormente— la cantidad de ciento ochenta obras, debido que el papel era escaso. De hecho, el primer molino que lo fabricara no se inauguró sino hasta 1580.

Ya en 1692, Luis XIV impulsó la Imprenta Real, para la que Louis Simonneau diseñó la tipografía Romain du Roi, con la que se inició el periodo de transición tipográfica. En esos momentos, Fournier intentaba estandarizar el sistema de medición de las letras; tras él, Didot hizo lo propio, de donde resultó el punto como unidad de medición.

Por su parte, John Baskerville se dio a la tarea de trabajar en el mejoramiento del papel que, en aquella época, era poroso y absorbía mucha tinta durante la impresión, por lo que le agregó un acabado de cal prensada y planchada, originando un papel terso que no absorbía tanto la humedad. También mejoró la calidad de la tinta, lo que le permitió que su tipografía fuera más fina y detallada en sus trazos: la Baskerville.

En Italia, Giambattista Bodoni, resultó ser uno de los tipógrafos más prolíficos, llevó al extremo la diferencia entre los trazos gruesos y delgados, utilizó patines con remates rectos del mismo grosor que el fuste delgado de la letra. A su muerte, su viuda publicó su Manuale tipografico, que fue la quintaesencia de la tipografía «moderna» de aquella época.

Fotolitografía
El siglo XIX representó una época de avances fundamentales, un boom que se suscitó por dos razones principales: la evidente mejoría en las prensas mecánicas y la litografía implementada desde 1798 por el alemán Alois Senefelder. Unos años más tarde, Luis Peitevin —en colaboración con el impresor Lemercier—, desarrolló la fotolitografía, que permitió por primera vez obtener varias copias de una imagen fotográfica y hacerlo de forma barata, además abrió camino para nuevas prácticas técnicas, como de la que surgió el Poster, en manos de Jules Chéret.

La industria continuó avanzando y la distribución en serie era el siguiente paso, ese que únicamente podría darse por la invención del linotipo, obra del relojero alemán, Ottmar Mergenthaler. Un sistema que simplificó y aceleró los procesos, además de bajar los costos.

Principios de la impresión offset
El siglo XX resultó igualmente —o tal vez más— sustancial, pues, utilizando placas de zinc y aluminio granulado, la estadounidense Ira Rubel aportó los principios de la impresión offset. Para 1907, fue presentada la primera prensa rotativa bajo ese sistema, que desde entonces se convirtió en el método de impresión más difundido. A raíz de esto, comenzó en México —y en muchos otros países— una disyuntiva entre tradicionalistas —como los encargados de publicar el libro La Universidad Nacional de México— y modernistas —como quienes dirigían la Revista Moderna—, este segundo grupo liderado por jóvenes elitistas de cuyos enfoques e ideas surgió el diseño gráfico como licenciatura —1968—.

Fotocomposición, gran avance de los años 80
Al llegar la década de los 60, había aparecido la fotocomposición controlada por computadora y ésta dominaría el mercado hasta los años 80, solo derrocada por la idea ostentosa de las computadoras personales y la configuración interactiva de teclado y pantalla —y la novedosa posibilidad que brindaba de revisar la captura sobre el monitor, realizar los ajustes de formato correspondientes y cerciorar la impresión—

Entrando en materia diremos que la evolución de la tecnología permitió que la forma de producir y reproducir la tipografía no solo avanzara en calidad, sino que tuviera una diversidad estilística que desembocó en la existencia de alrededor de quince mil tipografías distintas, como las muy famosas Helvética y Arial.

Por otro lado, el desarrollo del internet ha dado paso al desarrollo de tipografías «seguras», es decir, familias que se despliegan con la misma eficacia —y que luzcan bien— en las distintas plataformas computacionales. Hablo, claro está, de las screen fonts, como la Verdana, que es la protagonista en la mayoría de las páginas de internet.

En la actualidad, las computadoras e impresoras, cada vez más pequeñas y de mayor calidad, han facilitado la vida de diversos profesionistas y de las personas en general. Imprimir un libro, una tarea, un proyecto, una tarjeta, una fotografía familiar o los momentos más divertidos de tus vacaciones y hasta una pintura es cada vez más sencillo y preciso con la nueva HP Deskjet 3775, la impresora «todo en uno» más pequeña del mundo. Además, puedes guardar todas tus experiencias con momentos HP. ¡Tus recuerdos ahora siempre presentes con impresoras HP!

De esta manera, el proceso que se realizaba en la antigüedad se quedó justo ahí, en el pasado, pues ahora ya no necesitamos la participación de diferentes personas y técnicas para imprimir cualquier cosa que desees, sólo necesitas una computadora conectada a tu impresora HP Deskjet 3775. ¡Así de sencillo!

Es increíble el largo camino que diferentes personas han tenido que recorrer, como si se tratase del traslado del fuego olímpico, que si bien dará paso a un gran acontecimiento, unos años más tarde se ha de reubicar en un lugar desconocido, tal como el futuro de la tecnología.

 

Para fans, aficionados y toda la hinchada

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Categoría: Cultura y Espectaculos Creado: 25 Junio 2018 Visto: 2833

fdasnnsssRedacción

¿De dónde viene la palabra «fan», «hincha», «hooligan»? Charlemos de aficionados, principalmente a los deportes.

Porque hay de aficionados a aficionados.

Hay quienes sienten un amor no codependiente por el deporte de su preferencia, de ahí que la etimología de «aficionado» sea el latín affectionis, ‘afección’, un derivado de afecto, y se refiera al gusto, la preferencia y, a fin de cuentas, al amor.

La codependencia empieza con los fans, que van un poquito más allá de un simple gusto y realmente se entusiasman por el deporte, artista o religión de su preferencia.

La palabra procede del inglés fan —abreviatura de fanatic—, derivado del vocablo latino fanaticus y cuya raíz es fanum, ‘templo’.

Originalmente el término fanaticus, que significa ‘servidor del templo’, designaba a los encargados de custodiar dicho recinto; tiempo después también se aplicó a los seguidores de un determinado santuario o divinidad.

Se llama «fan» al seguidor, partidario o devoto de algo
o alguien, que se caracteriza por defender con tenacidad desmedida sus creencias, gustos y opiniones.

Los fans de algo o alguien constituyen su propio reino o fandom —contracción de fanatic kingdom—; en la actualidad, estos grupos están adquiriendo nombres especiales que hacen referencia a lo que se admira y existen principalmente en la cultura popular, como seguidores de series de tv o cine, cómics o cantantes, por ejemplo, las Beliebers o fans de Justin Bieber.

Ya pasando plenamente al terreno deportivo, tenemos a 
los hinchas, como se les dice en Sudamérica a los fanáticos de un equipo de futbol.

El origen del término es curioso y
 no, no fue creado en Argentina, sino en Uruguay. cuenta la historia que a principios del siglo xx apareció el primer hincha, Prudencio Miguel Reyes, encargado de inflar los balones que utilizaba el club Nacional de Futbol de Montevideo.

Reyes era talabartero de oficio y fanático de corazón.

Sus pulmones eran tan fuertes que con ellos inflaba —hinchaba— los balones. Durante los partidos se emocionaba tanto que no paraba de caminar de un extremo al otro de la cancha, desde donde gritaba vítores —con 
toda la fuerza de sus potentes pulmones— y aplaudía a los jugadores. Los demás aficionados se admiraban y decían: «Mirá cómo grita el hincha». así se extendió la fama de reyes y la palabra hincha, primero a Argentina, y luego al resto del cono sur.

Una relación ya francamente violenta es la que tienen los hooligans y el futbol. Estos temibles fanáticos han dejado a su paso estadios destruidos y aficionados muertos. Si bien la palabra y los primeros fanáticos súper violentos son del reino Unido, el hooliganismo es un movimiento que se ha extendido a casi toda Europa.

De entre los diversos orígenes que se le atribuyen al término, los diccionarios coinciden en que proviene de un irlandés llamado Patrick, un matón y rufián de la peor calaña a
quien apodaban «Houlihan» o «Hooligan», que azotó con su violencia al Londres de 1896. La palabra aparecería algunos años después en una tira cómica.

 

Los escritores, suelen escribir...

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Categoría: Cultura y Espectaculos Creado: 25 Junio 2018 Visto: 2975

situacionesctrLa Redacción
Los escritores, seres caprichosos aun en los casos en que son profesionales y bien disciplinados, suelen escribir donde y como quieren.

En el prólogo del mejor de todos los libros del mundo, su autor, para disculparse de que Don Quijote posiblemente le haya resultado «un hijo feo y sin gracia alguna», pide que tomemos en cuenta que su personaje fue engendrado «en una cárcel, donde toda incomodidad tiene su asiento y donde todo triste ruido tiene su habitación».

La anotación es sombría aunque no rencorosa, y se advierte que Cervantes habría preferido escribir gozando, como a continuación dice, de la amenidad de los campos, la serenidad de los cielos, el murmurar de las fuentes, la quietud del espíritu, etcétera, con lo cual las musas le hubieran sido más propicias.

Conoce también a los escritores en la intimidad

Y, bueno, yo, aun si nunca le hubiera deseado prisión a mi autor favorito, no estoy en eso de acuerdo con él, pues me parece que la prodigiosa sensación de libertad que hay en El Quijote se debe, entre otras cosas, a haber sido concebido en una cárcel, el lugar propicio para soñar con la libertad.

El Marqués de Sade pasó quizá más de un tercio de su vida en cárceles a las que retornaba con cualquier pretexto.

Podría sospechársele una gozosa vocación de prisionero al famoso escritor francés, pues, a final de cuentas, en la cárcel habrá tenido suficiente tiempo y gana de poner en juego su imagen desatada —dicho sea de paso: desatada pero pobrísima—, pues, por muchas peripecias libertinas y muchos personajes lujuriosos que monótonamente reiteró en el papel, lo que menos logró, contrariamente a Cervantes, es comunicarnos la sensación de vida y libertad.

Aquí surge entonces la pregunta: ¿dónde y cómo es mejor que escriba un escritor?

Y la respuesta vendría ya razonada y expedita: lo propio de un escritor es escribir sentado ante un escritorio y en una habitación ad hoc, con amplia ventana, selecta biblioteca, gato sobre las cuartillas —como pisapapeles—, y buen instrumental de escritura: desde racimos de lápices bien afilados, o pluma de manguillo, o estilográfica, o bolígrafo, o vigorosa pero ya anacrónica máquina de escribir, o hasta el último modelo de computadora —grande o laptop.

Pero resulta que los escritores, seres caprichosos aun en los casos en que son profesionales y bien disciplinados, suelen escribir donde y como quieren y por ello es enorme la variedad de escenarios, ambientes, posturas, estados de ánimo, etcétera, que pueden requerir para cumplir con su raison d’être.

Por ejemplo:

Cafeteros, nómadas et al.

«El café, decía Jean-Paul Sartre, es mi vida, y gran parte de mi obra la he hecho en cafés. Por ejemplo, casi todo El ser y la nada lo escribí en La Coupole, en Les Trois Mousquetaires y en el Flore.»

Y sin duda al filósofo y escritor existencialista los cafés, particularmente los de Saint Germain des Prés —donde Boris Vian le enseñó a respetar el jazz y Juliette Greco, chanteuse existencialista, le maullaba canciones desgarradas y desgarradoras—, le resultaban no sólo lugares de trabajo sino también observatorios para documentarse en los enigmas de la existencia.

Entre nosotros, Tomás Segovia es autor del libro Casa del nómada, ¿y qué puede hacer funciones de casa para alguien tan traslaticio como un nómada, si no es un café, o más bien los cafés de diversos países por los que el poeta «nomadea»?

En la ciudad de México, allá por los años 50, si usted quería encontrar el Café de Chufas, no tenía más que buscar a Tomás Segovia.

Ramón Gómez de la Serna, que era capaz de soltar greguerías donde y como fuese, hasta en un circo y montado en un elefante o alzado en un vertiginoso trapecio, o junto a un farol de gas callejero instalado en su despacho por cortesía del ayuntamiento madrileño, además escribía con frecuencia mirándose duplicado en los ancestrales grandes espejos del Café de Pombo, en la calle de Carretas, Madrid, donde instituyó una tertulia mundialmente famosa y motivadora de un no menos célebre cuadro de José Gutiérrez Solana.

Proust, Twain y yo

Pero, ¿cuál sería, a juicio y sentir de quien esto escribe, la postura y el lugar más deseables para escribir?

Sin ninguna duda, la cama. Cuando pienso que en el lecho monsieur Marcel Proust narró su En busca del tiempo perdido, la obra maestra entre las obras maestras de todo el siglo xx, cuando leo el testimonio de la leal Celeste sobre su patrón escribidorsísimo —«Nunca lo he visto tomar ni una mínima nota de pie o sentado; siempre lo encontraba trabajando en el lecho, apoyando la cabeza en espesos almohadones y usando sus rodillas como escritorio»—, estoy tentado de volverme asmático, para, en la interminable noche del asma, que también sería del alma, escribir y escribir y escribir hasta el término de mi inmortalidad momentánea.

Ese mueble, como se sabe, es el privilegiado lugar de los sueños y del amor, y por eso también el lugar ideal para un acto tan onírico como amoroso: el de escribir.

Parece que no hay, o yo no la he visto, foto de Proust escribiendo en la cama o siquiera mojando bizcochos en el té de mágicos poderes recordadores, pero sí hay una, tomada sorpresivamente o candorosamente posada, de acción espiritual, escribiendo en su cama.

Twain, aún más que también admirable Mark Twain –o Samuel Langhorne Clemens—, autor de las fluviales épicas picarescas, inmarcesibles Aventuras de Huckleberry Finn, quien solía escribir en el lecho, y no, como Proust, por causa de enfermedad, sino, digamos, por puro amor a la cómoda horizontalidad. Él es para mí el mayor héroe de las batallas literarias en campo de plumas, o en mero colchón —que es invento arábigo, ¿lo sabían ustedes?

 

Tlacualero gana el premio Gourmand Cookbook

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Categoría: Cultura y Espectaculos Creado: 25 Junio 2018 Visto: 2805

tlacualeroMónica Mateos-Vega

Periódico La Jornada
El libro Tlacualero: alimentación y cultura de los antiguos mexicanos, de Cristina Barros y Marco Buenrostro, fue elegido ganador del primer lugar en la categoría local (América) y en la categoría Herencia culinaria por el jurado del Premio Gourmand Cookbook.

Los galardones World Cookbook, fundados en 1995 por Edouard Cointreau, reconocen cada año a los mejores libros de cocina y de vino del mundo.

La publicación reúne los textos que los autores publicaron bimestralmente a lo largo de 20 años (1996-1915) en la revista Cuadernos de Nutrición, fundada por el doctor Salvador Zubirán en 1981.

Los mil ejemplares de esa edición se distribuyeron de manera gratuita; ahora puede leerse completo en la siguiente plataforma de Internet

 

Rina Lazo, la última gran muralista

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Categoría: Cultura y Espectaculos Creado: 25 Junio 2018 Visto: 3017

rina lazoCIUDAD DE MÉXICO.

El muralismo no se acabó, lo acabaron”, afirma en un solo respiro Rina Lazo (Guatemala, 1923), considerada la última mujer del movimiento artístico. La declaración no es un decir al azar. Quien fuera ayudante de Diego Rivera hasta su muerte hace memoria de la campaña gestada desde la CIA para detener el arte figurativo revolucionario, y emprender una nueva generación de artistas abstractos: “los que hacían arte mudo, el que no dice nada sólo decora”, dice.

Lazo, quien celebrará en octubre próximo su cumpleaños 95 trabajando en un mural sobre los mayas, no titubea al recordar que tras la censura al mural El hombre en el cruce de caminos, de Rivera, en el Centro Rockefeller, el gobierno de Estados Unidos decidió que el discurso de los frescos resultaba peligroso para el crecimiento del capitalismo y, sobre todo, su imperialismo. Entonces se inició una campaña para desprestigiar la pintura figurativa y promocionar la abstracción.

El crítico cubano José Gómez Sicre, quien entonces era el director del Departamento Audiovisual de la Organización de los Estados Americanos (OEA), fue quien dirigió desde Washington la operación contra el arte político, asegura Lazo. “Vinieron las órdenes de la OEA y la CIA, a través de un pintor que se prestó para ello, que fue José Luis Cuevas; como vieron que dibujaba, lo tomaron como su voz para que en cartas que él publicaba se expresara en contra del movimiento.

El muralismo duró muchos años todavía, no lo acabaron de forma automática, pero una forma de acabarlo fue cerrando los edificios públicos coloniales donde se podían pintar los murales, porque por su técnica no se podía pintar en edificios nuevos porque eran mucho más chaparritos, con menos muros, edificios de muchos pisos donde ya no cabía un mural así de grande. Luego el gobierno de México a través de Bellas Artes prohibió pintar en edificios públicos, y todos los apoyos y becas se fueron para los jóvenes que hacían arte abstracto”, recuerda.

El ejercicio de memoria viene como una queja, pues la artista dice que el muralismo como movimiento artístico social y educativo tenía mucha trayectoria, e incluso ahora hay una generación que busca reactivarlo con obras hechas en provincia, pero no encuentra el apoyo de las instituciones. Afirma que su esposo, Arturo García Bustos, quien falleció el año pasado, dejó varios proyectos inconclusos, y ella misma interrumpió algunos durante la década de los 60.

Es cuando nace la Generación de la Ruptura, pero ésta se inició cuando le encargaron a una serie de pintores jóvenes que hicieran cuadros grandes para que fueran a la bienal de Sao Paulo, les dieron telas, los cuadros, y les dijeron que pintaran todo menos arte político. A algunos les dieron becas, como a Manuel Felguérez, para que fueran a estudiar al extranjero y entonces regresaban con el pensamiento de hacer un arte mudo.

En las escuelas decían que los estudiantes no podían ser parte del partido comunista y compraron a los críticos que decían que las cosas buenas eran las abstractas. Así trataron de desmembrar ese gran movimiento que le dio fama a México como un país culto, un país de arte. En realidad deberían agradecer a los muralistas que México se haya dado a conocer como un gran país”.

Lazo confía en que el movimiento volverá a tener fuerza y presencia en el arte mexicano porque está arraigado a la historia de México como un arte revolucionario.

MURALISTA MEXICANA POR ADOPCIÓN
Lazo llegó a la Ciudad de México en 1947 por la buena fortuna. Ganó una beca en la Academia de Bellas Artes de Guatemala para estudiar en la cuna de los tres grandes: Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros. Nombres que, le advirtieron, debía memorizar antes de llegar al país, pues eran el referente del arte revolucionario de la época. Desde entonces, quien ingresó a la Escuela de Pintura y Escultura de la Secretaría de Educación Pública La Esmeralda adoptó el movimiento del fresco como propio.

Tanto que a unos meses de cumplir 95 años de edad la pintora trabaja en el mural El inframundo de los mayas que inició como un gusto personal, pero ahora es un encargo del Museo de Arte Mexicano de Austin, Texas. “La mejor manera de celebrar mi cumpleaños sería terminando este mural, será de 50 metros de largo o más”, describe la artista que realiza la pieza con la técnica de temple sobre tela.

Recuerda que su escuela no fue precisamente La Esmeralda, sino el estudio de Diego Rivera. A unos meses de llegar a México, la invitaron para ayudar al muralista en la obra Sueño de una Tarde Dominical en la Alameda Central, y se siguió, colaborando con él en los murales del Cárcamo del río Lerma, en los frescos del Hospital La Raza y con los mosaicos del Estadio Olímpico de Ciudad Universitaria.

De manera paralela hizo su propia obra. En 1954, realizó su primer mural al fresco titulado Tierra Fértil, que hoy se encuentra en el Museo de la Universidad de San Carlos, de Guatemala. En 1966, por encargo del arquitecto Pedro Ramírez Vázquez, realizó la réplica de las pinturas mayas de Bonampak para el templo facsímil del jardín anexo a la Sala Maya del Museo Nacional de Antropología, y en 1997 pintó el mural Venerable Abuelo Maíz, para la misma sala.

El muralismo me parece que es lo más grandioso, es como hacer una foto o una película. Si haces un cuadro de caballete va a estar en la sala del coleccionista, pero si haces un mural lo verá toda la gente que pase por el edificio”, señala sentada en la sala de su casa en Coyoacán, rodeada de óleos propios y de su esposo, de esculturas y muebles de artistas como Frida Kahlo.

Además de la cultura maya, Lazo se interesa por los retratos y las naturalezas muertas. Un cuadro de estos, Puesto de cocos en La Merced, ilustra la portada del libro de texto gratuito de Matemáticas del tercer grado de primaria de la Secretaría de Educación Pública. Obra en caballete que se ha presentado en exposiciones internacionales como en 2007 en la colectiva de mujeres artistas en el National Museum of Mexican Art de Chicago y en 2009 en una de gráfica en la Universidad de Puget Sound en Tacoma, Washington.

Quien pertenece al Seminario de Cultura Mexicana asegura que sólo pide tiempo para concluir sus obras pendientes. “Siempre tengo cosas pequeñas y quiero acabar con lo que ya había empezado antes de tomar más proyectos, ahorita tengo varias pinturas, el mural y un álbum de lámina para pintar con óleo. Celebraré trabajando”.

 

Compilan obra sobre la relación entre hombres y animales en la historia

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Categoría: Cultura y Espectaculos Creado: 25 Junio 2018 Visto: 3035

compilannLa publicación es vigente en un contexto de problemas ambientales, la extinción de especies, la destrucción de ecosistemas
JUAN CARLOS TALAVERA
Los compiladores Jorge E. Linares Salgado y Leticia Flores Farfán. Foto: Daniel Betanzos

CIUDAD DE MÉXICO.
Aunque no existían mataderos industriales y criaderos tecnologizados hace dos mil 500 años, ni laboratorios de inseminación masiva o inmensas bodegas de carne congelada, los filósofos de la antigüedad ya debatían sobre la relación entre hombres y animales, construyendo una historia filosófica de los animales que cuestiona la animalidad del ser humano.

Pitágoras, por ejemplo, defendía el veganismo y el respeto por los animales, se opuso al sacrificio animal y creía en la transmigración de las almas; y Platón propuso que los glotones reencarnarían en burros, los tiránicos en lobos y los virtuosos en abejas, hormigas o avispas.

Pero Aristóteles pensaba que los hombres no tenían algo en común con los animales, así que era innecesaria una relación de justicia y amistad con ellos; mientras los estoicos negaban que los animales tuvieran inteligencia y, por tanto, consideraban que si no piensan... no había razón para tratarlos bien.

A ellos se sumaron las ideas de Empédocles, Plotino, Porfirio, de autores medievales y de la tradición árabe-islámica clásica, tal como lo muestra el libro Los filósofos ante los animales. Historia filosófica sobre los animales: Antigüedad, el primer volumen en español que integra nueve textos clásicos sobre la relación entre hombres y animales.

Éste es compilado y prologado por Leticia Flores Farfán y Jorge E. Linares Salgado, académicos de la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL) de la UNAM, y publicado por la UNAM y el sello Almadía.

Este volumen inicia con los filósofos antiguos, grecolatinos fundamentalmente, y en los otros dos se compilarán textos correspondientes a la modernidad y otro dedicado a los contemporáneos, lo cual nos demuestra que este tema siempre ha estado presente en la reflexión filosófica”, comentó Jorge E. Linares Salgado.

Reconoció que la publicación es vigente en un contexto de problemas ambientales, la extinción de especies, la destrucción de ecosistemas y una acentuada crisis sobre la concepción del mundo.

Aquí tenemos un horizonte ético-ecológico, desde la reflexión de los filósofos clásicos, a partir de un montón de autores poco leídos hoy frente a una concepción poco informada, la cual afirma que los humanos no pertenecen al reino animal, lo que nos concede una suerte de derechos para dominar y usar a los demás animales”, detalló.

Esta idea parece imposible, pero reconoció que en conferencias mucha gente le ha insistido que los humanos no son animales, “lo cual indica que nunca fueron a la escuela o nunca se han visto al espejo. Y por ello estos volúmenes intentan captar la animalidad de los humanos o cómo los humanos se reconocen como animales en relación con los demás animales”.

Por su parte, Flores Farfán comentó que, pese a las evidencias, el tema de la relación entre hombres y animales no está tan presente.

Creemos que el tema de los animales es un debate que hay que dar. Cierto, los filósofos lo están haciendo, pero la novedad es que aquí presentamos una especie de historia filosófica de los animales. Y aunque no se trata de una compilación exhaustiva, “sí da cuenta de ese pensamiento plural y diversificado sobre los animales”.

 

Alan Turing: semblanza de un genio de la tecnología

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Categoría: Cultura y Espectaculos Creado: 25 Junio 2018 Visto: 2882

turingAlan Turing, a quien debemos muchos de los avances tecnológicos actuales, se suicidó al comer una manzana impregnada de cianuro.

Esta es la segunda entrega de la semblanza de Alan Turing, aquí puedes leer la primera parte.

Luego de participar en la ii Guerra Mundial como decodificador de la máquina alemana Enigma, Alan Turing regresó a la vida académica y docente, donde sus ideas estaban por revolucionar a la civilización... otra vez.

La felicidad de todos los seres humanos es muy parecida. La infelicidad de cada uno es particular. Lo segundo es especialmente cierto para Alan Turing: un héroe de guerra 
a quien le fue negado el reconocimiento público debido a lo secreto de su trabajo;
 un encantador seductor de hombres que no podía tener demostraciones públicas de afecto con sus conquistas —sus prácticas sexuales eran perseguidas por la ley—; un académico que al final de sus días tuvo que dejar su preciado trabajo confidencial debido a su homosexualidad [los británicos creían que los homosexuales eran más vulnerables al chantaje, por lo que no obtenían acreditaciones ni permisos para trabajar en áreas clave del gobierno].

Al final, debido a una sentencia legal —fue juzgado y condenado por «gross indecency», indecencia flagrante y extrema—, vio truncada su capacidad de satisfacer
 una libido voraz, y prefirió la muerte —de propia mano o provocada por alguien— a dejar eso último que no quería perder, su motor vital: satisfacer el deseo sexual. Pero él, imposibilitado para el amor, no se lanzó a las vías del tren como Ana Karenina, sino que mordió una manzana impregnada de cianuro —imposible no pensar en el logo de Apple.

Breve biografía intelectual
El primero de los hitos académicos de Turing sucedió en 1936: la publicación de «On Computable Numbers, with an Application to the Entscheidungsproblem» —«De números computables, con una aplicación al Entscheidungsproblem»; en alemán, este término designa al reto en lógica simbólica de encontrar un algoritmo general que decidiera si una fórmula del cálculo de primer orden es un teorema.

En dicho documento, Turing plantea la posibilidad de crear máquinas —computadoras— que, a través de una serie de instrucciones en forma de algoritmos —programas—, pudieran realizar cualquier tipo de tarea, incluso imitar el comportamiento unas de otras. En 35 cuartillas, una docena de notas al pie y media docena de referencias bibliográficas, había nacido la computación. Pero
 vino la guerra y el trabajo teórico tuvo que esperar. Las máquinas de Turing debían probar que funcionaban más allá del papel, y lo hicieron: fueron determinantes en 
la victoria aliada en la Batalla del Atlántico contra los submarinos nazis del almirante Karl Dönitz.

Una vez que la guerra en Europa hubo terminado, Turing continuó trabajando con los laboratorios Bell
 y la inteligencia estadounidense en un proyecto para comunicaciones cifradas de voz que abandonó para regresar a su país al final de la guerra. Ya de vuelta en Inglaterra, en reconocimiento a su labor como parte del equipo de decodificadores de Bletchley Park, Turing fue nombrado Oficial de la Excelentísima Orden del Imperio Británico —obe, por sus siglas en inglés.

Su vida cambió por completo: aunque ocasionalmente era consultado por la inteligencia británica, su trabajo como parte del equipo del National Physical Laboratory de Londres se centraba en el diseño y desarrollo de la ace —Automatic Computing Engine—, una de las primeras computadoras con software integrado. Sin embargo, los planes de Turing parecían fuera de la realidad para sus colegas, pues no conocían los avances en el campo alcanzados durante la guerra —y él, claro, no los podía poner al tanto.

¿Las máquinas piensan?
En febrero de 1946, Turing presentó lo que se considera el primer diseño detallado de una computadora con un programa integrado; pero a pesar de los esfuerzos del científico para que fuera construido, el proyecto tuvo demoras y problemas presupuestales, por lo que en 1947 regresó decepcionado a Cambridge para tomarse un año sabático. En 1948, aceptó una plaza como catedrático en la Universidad de Manchester. En esa ciudad, apenas más tolerante con la homosexualidad que el resto de Inglaterra, comenzaría su decadencia: sus amoríos con universitarios parecían ser lo único que le hacía llevadera la vida.

En 1949, Turing fue nombrado director adjunto del laboratorio de computación de la Universidad de Manchester, y comenzó a desarrollar programas para una de las primeras computadoras: la Mark 1.

Pero el gran logro vendría en 1950, con la publicación
 de «Computing Machinery and Intelligence» —Maquinaria computacional e inteligencia— en la revista Mind. Este revolucionario artículo inicia con 
la frase «Propongo que consideremos la siguiente pregunta: ¿pueden las máquinas pensar?», y en él se explora la simulación del comportamiento inteligente por parte de máquinas, especialmente las digitales —que operan con un sistema binario—; sin embargo, jamás habla de la inteligencia como una cualidad que una computadora puede poseer, sino de conductas inteligentes y de máquinas que la simulan, pero que no poseen inteligencia en sí mismas.

La última empresa intelectual de Turing, The Chemical Basis
 of Morphogenesis —Las bases químicas de la morfogénesis— fue un estudio en el campo de la matemática biológica y una extensión de sus meditaciones sobre la inteligencia. Este documento ha sido citado más veces que cualquier otro de sus trabajos publicados, y sirvió de base para el estudio de los procesos que dan forma a un ser: la morfogénesis, que explica, por ejemplo, las rayas de un tigre, o el grosor del caparazón de un mejillón. La matemática detrás de tal estudio es, según muchos, el detonante de la teoría del caos —que estudia sistemas dinámicos—, utilizada, por ejemplo, en la predicción de la trayectoria de huracanes.

La prueba captcha —letras distorsionadas en formularios en Internet—, diseñada para distinguir si el usuario es un bot o un humano, está inspirada en la Prueba de Turing.

Que Turing tocara tantos aspectos de la cultura occidental no fue casual. Era genio en estado puro.
 Ni siquiera era alguien disciplinado o pulcro en sus explicaciones: su talento era intonso, pero no por ello menos genial. Dicen algunos que padecía Síndrome de Asperger —una enfermedad del espectro del autismo—. Lo anterior, todo, hizo de su caída algo espectacular.

El fin
En noviembre de 1951, tras la publicación de su documento de trabajo sobre biología matemática, decidió relajarse un poco y comenzó a frecuentar la escena local. Manchester era una ciudad que si bien no era abierta, tenía una comunidad homosexual pulsante, aunque todavía en la clandestinidad.

Una noche, afuera de un cine, Turing conoció a un joven, y siendo encantador como era —y bien parecido, además de atlético—, lo conquistó. Su nombre era Arnold Murray. Comenzaron una relación personal que el joven Arnold presumía por todo Manchester. Sin embargo, la relación terminó por pequeños robos que Murray le hacía a Turing, y un día éste no lo quiso ver más.

Unas semanas después, hubo un robo en casa
 del matemático. Al ser interrogado durante las investigaciones, Arnold negó su culpabilidad, pero
 dijo saber quién era el culpable. La inocencia de Turing le impidió ver que las indagatorias sacarían a la luz su homosexualidad. O quizá eso era lo que quería. Una de las respuestas que dio a la policía cuando le preguntaron sobre la naturaleza de los «asuntos» que lo relacionaban con el sospechoso, fue: «Tenemos asuntos de frotación intercrural1 También conocido como sexo femoral o sexo interfemoral. Consiste en una serie de posturas sexuales en las que uno de los dos participantes sitúa su pene entre las piernas del otro. y masturbación mutua». Y entonces, confeso, fue juzgado por indecencia flagrante, como Oscar Wilde lo fue décadas antes.

Una sentencia de prisión hubiera detenido su importante trabajo de biología matemática, así que 
aceptó la castración química, en 
cambio. Esto
 trajo como 
consecuencia que 
le fueran retirados sus 
permisos de acceso a material
 clasificado, así que no hubo más 
investigación sobre matemáticas 
avanzadas, computación o inteligencia
 artificial. Tampoco había más vida sexual:
 el atleta subió de peso, desarrolló senos, y se volvió impotente.

Viajó al extranjero. Conoció hombres, pero no había deseo. La policía lo seguía como nunca. Turing sabía que el cenit de su carrera había pasado, que a su edad era menos probable que revolucionara el mundo con alguna idea como los números computables o la inteligencia artificial —aunque lo acababa de hacer con su documento sobre biología matemática—, y esto lo decepcionaba profundamente.

Lux aeterna
La vida, entonces, se volvió insoportable. Y el final vino con un gesto dramático: una manzana envenenada con cianuro, abandonada apenas con una mordida: era un suicidio sin firma, pero fiel al estilo del artista.

Otros creen algo distinto: corrieron rumores de que la inteligencia británica pudo haberlo matado o, cuando menos, haber inducido su suicidio. Queda claro: sabía demasiado, y en tiempos de la Guerra Fría, un homosexual con tanta información que viajaba al extranjero a reunirse con hombres, ciertamente despertaba sospechas.

Así, un día —imagino—, sumergió la manzana, como 
la bruja de Blanca Nieves, en un puchero. La muerte, —el sueño eterno— la impregnó. Él, Adán moderno, no pudo negarse a morderla —era tan roja, tan jugosa—. No se la ofreció Eva, sin embargo: fue otro Adán. Se quedó dormido en la cama, en el piso superior de su modesta casa victoriana. Nunca llegó el beso del amor verdadero. Jamás despertó.

❉❉❉

Texto publicado en Algarabía 90. En esa edición también encontrarás artícuos sobre los mayas y palabras de origen náhuatl.

 

Rufino Tamayo, pintor

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Categoría: Cultura y Espectaculos Creado: 25 Junio 2018 Visto: 2916

e tamayoMontserrat Valle Vargas
Este gran exponente de la pintura en México, nació en Tlaxiaco, Oaxaca, el 25 de agosto de 1899, sólo que a él le gustaba celebrar su cumpleaños el día 26, y así siempre fue.

Rufino del Carmen Arellanes Tamayo creció en una familia sin antecedentes de artistas, su padre Ignacio Arellanes era un conocido zapatero de esa región oaxaqueña, mientras que Florentina Tamayo sólo se dedicaba a hacer trabajos como costurera.

Ellos creyeron que Rufino dedicaría su vida a la religión, pues de pequeño fue acólito en la iglesia, aunque desde entonces también mostraba destellos de su pasión por el dibujo.

En 1907 murió su madre, y como su abuelo había fallecido y su padre los había abandonado, Rufino quedó al cuidado de su tía Amalia, con quien vivió a partir de 1911 en la capital de la República.

Durante su juventud, Rufino se dedicó a atender un negocio de frutas que la familia tenía en el mercado de la Merced, lo cual en años posteriores lo influiría para plasmar naturaleza muerta –representando objetos y frutos exóticos– así como personajes pintorescos que para él merecían permanecer sobre lienzos.

Primeras pinceladas libres
En 1917 Rufino, con sólo diecisiete años de edad, ingresó a la Academia de San Carlos, pero su temperamento rebelde y sus dificultades para aceptar la disciplina de la institución lo orillaron a abandonar sus estudios.

«Estoy en contra de toda forma de academia. La técnica es asunto personal, cada artista debe descubrir su propia técnica.»

En 1921 consiguió ser titular del Departamento de Dibujo Etnográfico del Museo Nacional de Arqueología de la Ciudad de México, y cinco años más tarde presentaría sus trabajos en su primer exposición pública. Debido al éxito de ésta, más tarde fue invitado a exponer sus obras en el Art Center de Nueva York.

En 1928 ejerció como profesor en la Escuela Nacional de Bellas Artes, y en 1932 fue nombrado Director del Departamento de Artes Plásticas de la Secretaría de Educación Pública.

En 1933 realizaría su primer mural: El canto y la música, obra que le había sido encargado por el Conservatorio Nacional de México. Cinco años más tarde aceptó una oferta para enseñar en la Dalton School of Art en Nueva York, donde residiría casi veinte años y donde se vio influenciado por artistas como Picasso, Matisse y Braque.

Reconocimiento internacional
Aunque en sus inicios Tamayo pintó obras de pequeñas dimensiones y después reflejó en sus murales diversas temáticas sociales, fue en 1943 cuando comenzó a pintar arte abstracto.

Su acervo, de más de 2 mil obras, se encuentra distribuido en distintas partes del mundo. Pintó más de mil 300 óleos, entre los que se encuentran 20 retratos de su esposa Olga con quien estuvo casado durante 57 años; realizó 465 litografías, 350 dibujos, 20 murales y un vitral.

Se consolidó a nivel internacional luego de que la Bienal de Venecia, a principio de los años cincuenta, aceptara la instalación de una sala exclusiva para mostrar su trabajo.

«Es la vocación lo importante. Si uno tiene vocación, las cosas salen, y entonces la disciplina es la que forma a la persona. Hay que ser disciplinados, yo creo en la disciplina más que nada, y creo en el trabajo mismo.»

Realizó un mural en el Palacio de Bellas Artes en 1952, y un año después pintó El hombre para el Dallas Museum of Fine Arts. Tres años después pintó uno de sus murales más importantes titulado América en Houston. En 1957 llevó a cabo su mural Prometeo en la Universidad de Puerto Rico, y, un año después, plasmó un monumental fresco para la UNESCO en París.

Su obra como muralista culmina con El día y la noche, realizado en 1964 para el Museo Nacional de Antropología e Historia en el cual representa la lucha entre el día –personificado por la serpiente emplumada– y la noche – que adopta la forma de un tigre.

«El muro es un compromiso. Desde el momento en que pinta usted un muro tiene que tomar en cuenta la arquitectura y eso ya es compromiso.»

Los innumerables premios recibidos a lo largo de su trayectoria y las exposiciones individuales que realizó en Nueva York, San Francisco, Chicago, Buenos Aires, Los Ángeles, Washington, Houston, Oslo, París, Zurich y Tokio, apuntalaron su valor artístico de manera atemporal, hasta la década de los ochenta.

El canto y la música

Rufino Tamayo murió el 24 de junio de 1991 a los 92 años, con un invaluable legado artístico como herencia para el mundo. Sus restos fueron cremados, y tras la muerte de su esposa en 1994, las cenizas de ambos fueron colocadas en un nicho del Museo Tamayo de Arte Contemporáneo.

 

Publican los mejores relatos y crónicas sobre el box

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Categoría: Cultura y Espectaculos Creado: 20 Junio 2018 Visto: 2940

boxx¿Por qué los boxeadores son personajes extraídos del infierno?, se le inquiere al cronista deportivo y ávido lector de Julio Cortázar, Nicolás Guillén y Budd Schulberg
JUAN CARLOS TALAVERA

Publican los mejores relatos y crónicas sobe el box

CIUDAD DE MÉXICO.

“El boxeo no es una invitación a la meditación, ni es oficio para timoratos, es una pequeña caraja guerra. Es defensa propia. Es un tener que hacer lo que no quiero hacer para sobrevivir. Es confrontar con dolor lo inevitable. Pelear o perecer. Una metáfora de la existencia”, afirma Eduardo Lamazón, el escritor y cronista deportivo que prologa “Los primeros pasos”, el primer volumen de la colección “A puño limpio, la gran historia del boxeo”, que desde ayer circula en puestos de periódicos.

El volumen, lanzado por editorial Almadía y Producciones El Salario del Miedo, incluye textos de Homero, el boxeador Daniel Mendoza, Arthur Conan Doyle, y los cronistas Alberto Salcedo Ramos y Joe Dennis, quienes echan mano de personajes como Epeo y Euríalo, el Dan Mendoza, el Matón de Brocas Court y Lupe Pintor.

La edición de esta serie, al cuidado de J.M. Servín, asume el reto de ser una colección inédita en México, dedicada a los fans del box y la buena literatura, donde se dan cita esos “personajes extraídos del infierno”, como los define Lamazón, recreados en forma de cuento, crónica, testimonio y autoficción.

¿Por qué los boxeadores son personajes extraídos del infierno?, se le inquiere al cronista deportivo y ávido lector de Julio Cortázar, Nicolás Guillén y Budd Schulberg.

“Porque la historia de los boxeadores sacude el alma humana; son personajes que provienen del infierno, sitio de donde no vendría un basquetbolista, porque para boxear debes venir de abajo, donde las puertas están cerradas, hasta que encuentras una ventana abierta para intentar ser alguien en la vida”. ¿Por qué a la literatura le importa tanto el box? “Porque el box refleja el alma humana, en un espacio donde el hombre cae y se levanta, tiene objetivo, toma venganza y supera obstáculos... La vida es como el boxeo y por eso está ligada a la literatura desde hace más de tres mil años, como lo muestra Homero”.

¿Pelear tiene sentido?

“Quizá pelear es una mafufada que no sirve para demostrar nada, pero es inevitable. El boxeo es una metáfora de la vida y por eso le viene tan natural al ser humano, desde aquellos comienzos, cuando tuvo que liarse a catorrazos para sobrevivir”.

¿Qué decir a los detractores del box?

“No es difícil encontrarse con gente que detesta el boxeo. Sé que los golpes no son vitaminas –como decía Amílcar Brusa–, pero ¡miren el mundo en que vivimos! ¿Por qué se escandalizan del boxeo si cuando ponemos las noticias nos dan ganas de llorar por todo lo sabido? La realidad nos da ejemplos para creer que un ring es el lugar más inofensivo e incruento de la tierra”.

¿El box está en decadencia? “Sí y no. Hay buenas peleas y peleadores como siempre, pero hay crisis en la conducción del negocio, en la televisión y los empresarios, porque su trabajo es vender boletos y crear escándalos, llamar la atención de la gente... pero no hay conducción. Eso se ha perdido. Porque es inexplicable la cantidad absurda de títulos que se han inventado en los últimos 20 años, al punto en que hoy casi nadie sabe quién es el campeón del mundo”.

Por último, Lamazón recuerda que adquirió su primer libro sobre boxeo a los 12 años, “y desde entonces nunca vi un recuento con cerca de 100 escritores de todos los tiempos, como en esta colección de Almadía, que será fundamental como material de consulta, en bibliotecas, y un deleite para quien la lea”.

DOCE FASCÍCULOS
La colección “A puño limpio, la gran historia del boxeo” comercializará 12 fascículos en puestos de periódicos. El primero apareció desde ayer.

El segundo circulará el 1 de julio, se titulará Héroes trágicos y legendarios, e incluirá textos de Damon Runyon, José Martí, William Inglis, O. Henry y Talbert Josselyn.

El tercero será La lucha por la supervivencia y aparecerá el 15 de julio, con textos de José Ramón Garmabella, James J. Corbett, Nat Fleischer, Charles Francois Coe, Norman Mailer y Nicolás Guillén; y el cuarto es El espectáculo de la sangre, a publicarse el 29 de julio, con la pluma de Francisco Ponce, Virgilio, Ernest Hemingway, Bernard Darwin, Poli Délano, Joyce Carol Oates y Alejandro Toledo.

Después vendrán ocho más, por donde desfilarán textos de Kid Chocolate, Ricardo Garibay, Alejo Carpentier, Jack London, James Ellroy, Julio Cortázar, Dashiel Hammet, Teócrito, Jack Dempsey, Gene Tunney, el propio Lamazón, Leonardo Tarifeño e instantáneas del fotógrafo Jorge Luis Plata.

Esta colección reunirá a lo mejor de los mejores sobre el tema del boxeo, explica J.M. Servín, “para mostrar esa larga relación que existe entre boxeo y literatura”.

Digamos que el boxeo refleja muchas de las condiciones que exige la gran literatura, como la técnica y la estrategia, añade Servín, “y contrario a lo que muchos piensan, el boxeo necesita mucha inteligencia y una gran imaginación para vencer al rival, tal como sucede con la buena literatura, que necesita la potencia del gran boxeador”.

“A puño limpio, la gran historia del boxeo” se apoya en la compilación realizada por el erudito cubano Omelio Ramos Madero, un estudio compilado en dos tomos de ficciones y testimonios que nunca circuló en México y ahora es actualizada bajo la mirada de J.M. Servín.

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Ana Edith Sánchez Sánchez

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Categoría: Cultura y Espectaculos Creado: 20 Junio 2018 Visto: 3696

edith destacadaAna Edith Sánchez Sánchez, escritora apizaquense es una de las 25 ganadoras del Primer Concurso Nacional de Cuento “Escritoras MX” con la obra “En el Centro Comercial”. Ellas mandaron una convocatoria por internet, podías mandar hasta 3 cuentos, yo envié 2 cuentos, uno que se llama paso de gato y el otro que se llama en el centro comercial que es el cuento que ganó y pues lo sometes a jurado, lo metes con un seudónimo, mi seudónimo fue Warhol por Andy Warhol que me encanta, es que me encanta la pintura también, me encantan los colores.
El jurado final lo integraron las escritoras Rosina Conde, Teresa Dey, Cristina Rascón, y la agente literaria Verónica Flores quienes seleccionaron de los 450 trabajos, los 25 ganadores. Ana Edith, egresada en Literatura Hispanoamericana escribe poesía, cuento, ensayo y dramaturgia. En su trayectoria cuenta con el Premio Estatal de Poesía Dolores Castro, reconocimientos, publicaciones en diversos medios y la edición de libros como Los alacranes no besa, dimensión fugaz, Abracadabra, entre otros, además de coediciones.
Para mí un premio significa mucho, significa que estás haciendo bien las cosas y significa que sigas adelante con tu trabajo y que es reconocido y más a nivel nacional, a nivel estatal es padre o sacar libros en conaculta que también pasan por jurado o que te saquen en antologías en varias partes pero siempre un reconocimiento a nivel nacional es muy importante sobre todo para la trayectoria.
Un premio es un aliciente para seguir escribiendo continúa la escritora quien actualmente tiene diversos proyectos en proceso Los cuentos ganadores serán publicados en una antología que se presentará en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara el 2 de diciembre a las 12 horas.

 

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